Una de las costumbres con más tradición en esta época de otoño y ya cerca de la vendimia, es la recolección de un tipo de uva blanca que en Cadalso se ha venido denominando como uvas de clase o “chelva”. En tiempos pasados también existía otra variedad de mayor tamaño y gran vistosidad que aquí llamaban, simplemente “colorás” por su llamativo color rojo, y que en la actualidad está prácticamente desaparecida.
Comprobando que sus uvas está sanas y maduras.
En cada viña no faltaban unas pocas cepas de estas variedades, que destacaban del resto por ser la hoja algo blanquecina y que no tenían otra función que ser las encargadas de producir las uvas que en cada casa se comían como postre, dado su apreciado sabor y presentación.
También era y aún hoy sigue siendo una tradición muy arraigada en los cadalseños, la costumbre de colgar estas uvas en los lugares más frescos de las casa, como pudieran ser las despensas o desvanes. Primero se elegían los racimos más buenos y a ser posible sin estar mojados, ya que la humedad era síntoma de que con el tiempo pudieran pudrirse, cosa que ocurría en muchas ocasiones, luego se transportaban a casa en sus cestas de mimbre y se ataban con una cuerda de bramante los racimos de dos en dos eligiendo los más grandes y vistosos para poder colgarlos de los antiguos ganchos de la matanza, de clavos en los cuarterones de pino del techo o de un palo colocado para tal fin, normalmente en el desván.
para una vez en casa atar con una cuerda un par de racimos y listas para colgar....
Y así sin más, las uvas quedaban listas para su conservación y aprovechamiento como postre durante los duros y fríos días de invierno, y nunca faltaban en ninguna casa aquellas cuerdas de uvas, que así se llamaban y se siguen llamando, quién no recuerda aquella frase de….anda bájate una cuerda de uvas, uvas que podían llegar a durar meses y que también eran utilizadas en Nochebuena para tomar con las tradicionales y festivas doce campanadas de fin de año.
Estas uvas, una vez colgadas van adquiriendo una rugosidad y un dulzor único, que las hace muy apetecibles y apreciadas, pudiéndose comer con las famosas migas de pastor, con queso, de ahí el dicho popular de…”uvas con queso saben a besos”, o simplemente con un trozo de pan, siendo un manjar en cualquiera de los casos.
y en el desván donde a partir de ahora estarán más frescas y se conservarán mejor durante todo el invierno....
estando listas para comer en cualquier momento....
Esperemos que esta vieja y gastronómica costumbre no se pierda con el tiempo, y las casas cadalseñas sigan luciendo en sus desvanes las cuerdas de uvas, colgadas para deleite de nuestra vista y nuestro paladar, pero sobre todo por satisfacción propia y amor hacia una antiquísima tradición tan popular y entrañable entre nuestros antepasados en nuestro pueblo desde hace siglos y que se ha ido transmitiendo de padres a hijos al pasar de los años y hasta de los siglos.
y los cencerrillos extendidos sobre papel, no de periódico como antes, para consumir las primeras.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Enlace: la vendimia en Cadalso
http://zorrocorredero.blogspot.com/2009/09/la-vendimia.html
4 comentarios:
Yo recuerdo la casa de mi abuelo con las uvas colgadas todo el invierno y lo ricas que me sabían.
Hoy ya no se cuelgan y tampoco tenemos uvas.
Gracias por traerme estos bonitos recuerdos.
Antonio
Que buena pinta tienen esas uvas, ya las probaré cuando vaya por Cadalso.
Besos.
Inés
buenas uvas las de la foto,pero coincidiras conmigo con las de albillo,casi extintas desgraciadamente.1 saludo.Paquitopirata.
Razón tienes querido Paco, las de albillo no son nunca superadas en sabor y textura pero también es cierto que duran poco y las chelvas meses y meses.
Un abrazo.
Pedro
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