En la Sangre ya no hay color.
Hubo un tiempo en el que este conocido y añorado espacio cadalseño, bullía en verano y casi en todo el año, hubo un tiempo donde La Sangre era el lugar de reunión, de alterne, de fiesta, de terraza y de tantas cosas que sirvieron para que los cadalseños y cadalseñas, se sintieran unidos, felices y orgullosos de este pueblo llamado Cadalso. Más el tiempo, la vida y el destino, nos fue quitando los elementos que hacían de este lugar nuestro paraíso, y así casi sin darnos cuenta se fue el baile de verano de Cañardo, lugar de amores adolescentes, los puestos de Zoilo y la Vitoria, lugares de deseos de los infantes, los pubs, lugares de copas y secretos de madrugadas, se fue el Tropezon y su escueta para agradable terraza, y con ello las sardinas "escabechás" de Anita y las cortezas de Antonio, se fue el quiosco de Jose, sus pipas y aquellos primeros cigarros comprados de uno en uno, y en los últimos tiempos se nos ha ido Carabias y El Tilo, sus patatas alioli y la carne a la llurana, el hogar mi gran amigo Perico, el encuentro de nuestra infancia, de nuestros primeros amores y de tardes inmensas en el tiempo con una Coca Cola, una tónica, o un batido Cacaolat, y hasta el Nete también echo el cierre y con ellos se acabaron las hamburguesas y los perritos, menos mal que todavía resiste La Alegría de la Huerta y la discoteca Scargot, menos mal. Hoy pasar por la Sangre es muy triste, casi todo a oscuras y en silencio, aunque también es cierto que me asaltan los buenos recuerdos y las mejores palabras y saludos de alguien que siempre estuvo y ya no. Esto es lo que nos queda y con lo que tendremos que seguir viviendo, pero ocurra lo que ocurra ya nada será como antes.