Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 17 de octubre de 2024

EL CHOZO DE LA PELUQUERA de Cadalso, por Miguel Moreno.

 EL CHOZO DE LA PELUQUERA

La Peluquera y el Chozo de pastores.

Una mañana del último verano pidió que su madre le pusiera uno de los uniformes que le habíamos traído de Torremolinos. A su  hermano Daniel le dormía la abuela Paloma después de habernos sonreído -a sus tres meses- de forma ostensible y feliz. Nosotros nos fuimos a pasear mientras "Moqui" y "Chula" nos ladraban reclamando la atención del niño Moisés.

Valle del Tórtolas y Fuente de la Peluquera.

 Fuimos al pinar que hay junto a su casa, debajo del depósito del agua. Allí nos llevaban de excursión las tardes encantadoras de primavera los maestros: Don Enrique, Don Manolo, Don Eugenio… Le mostré el valle de Tórtolas: Su pequeña presa, la carretera, los atajos, El Mirador, Rozas, El Lagar... Y le dije: "Mira Moisés, ahí abajo, en La Peluquera, cerca de la fuente del mismo nombre, tenía mi abuelo paterno un huerto florido con una noria de la que sacaba el agua en cangilones “Juanita” dando vueltas alrededor de ella. Se vertía en un recipiente metálico marrón que iba a parar a un estanque cuadrado. Algunas tardes montábamos en las borricas y me llevaba con él a regar y recoger sus frutos: tomates, judías verdes, pimientos, lechugas... Todo sabía buenísimo en aquellos veranos eternos que parecían durar todo el año, igual que eterna parece la vida cuando eres joven. En la parte alta del huerto mi abuelo, mis tíos y mi padre levantaron un chozo para que se resguardaran los pastores mientras sus ovejas estercolaban el pensil durante aquellos inviernos durísimos.

Sembrando patatas en el Huerto de la Peluquera.

 Fui con mi abuelo y mi padre un atardecer navideño a llevarles la cena de Nochebuena que les habían preparado mi abuela paterna y mis tías. Los pastores estaban dentro fumando, escuchando una radio pequeña y calentándose en la lumbre. Removieron satisfechos el ascuarrir y situaron el puchero y la cacerola al lado de las ascuas para calentar las patatas cocidas con bacalao y el magro de cerdo. Mi padre también les llevó  unos gallitos de mazapán. Se les veía humildemente felices y hablaban animadamente. Sentí al salir por aquella puerta entreabierta y rudimentaria de ramas y palos cómo se colaba el olor saludable a tierra mojada, a corderos, a fría nostalgia y a silencio…"

 Huerto y Abuelo Miguel

Ambos mirábamos absortos hacia abajo aquello que ya nunca olvidaremos ninguno de los dos. De repente, como él  me siente dichoso recordando, Moisés va y me pregunta: "Abuelo, ¿por qué ya no vas con él?" Porque tu tatarabuelo paterno ya se murió. Yo también moriré y lo único que quedará vivo de mí estará en tu recuerdo y en el de tu hermano Daniel... Aún seguimos un rato más caminando entre los pinos, las piedras, "las hierbas que pinchan", mis recuerdos, su futuro y un gato blanquiazul que vislumbró el niño tumbado a la sombra de un pequeño árbol medio seco... Al oírnos, el felino salió huyendo y yo sentí entonces la melancolía del tiempo vivido y ya perdido. Y en ese momento sentí el corazón triste y el espíritu alegre.

Abuelos y tíos paternos. 

MIGUEL MORENO GONZÁLEZ 

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué historia tan bonita, real como cuenta Miguel, cuando antes era otra vida, quizá mejor ?

Chelo Villarin Recio

Anónimo dijo...

Buenos días Pedro!!! 😘

Chelo Villarin Recio

Anónimo dijo...

Buenos días feliz jueves Pedro un saludo

Aurora Ferrera

Anónimo dijo...

Si señor, buen relato y buenas fotos

Mariano

Anónimo dijo...

Precioso ... Miguel, ya quedan pocos chozos .Me acuerdo de la fuente de la peluquera, cuando iba a coger higos a la marra, siempre bebía agua al terminar.
Vicente

Anónimo dijo...

Es precioso todo lo q cuentas, y la pura realidad de aquella epoca, nos haces recordar cosas muy bonitas, Gracias

Trini Martin

Anónimo dijo...

Pues que decir, como siempre despertando emociones con tu sensibilidad al contar recuerdos, y estados de ánimo con un aura de melancolía.
Pepe Vázquez

Anónimo dijo...

Que bellos recuerdos,amigo Miguel.Es un placer leerte.
Jorge Laverón

Jesús Lopez dijo...

El huerto de la peluquera, el de la Vía el del pinar, el del arroyo moro han sacado a esta familia adelante

Jesús López Moreno

Miguel Moreno González dijo...

Muchas gracias a todos por tan cariñosos comentarios. No hace mucho que vivíamos esas experiencias narradas y, sin embargo, parece que forman parte de la prehistoria. Avanza todo tan deprisa...

rafael dijo...

Puede entederse un mundo sin ayuda de los recuerdos..?

Anónimo dijo...

¡Que bonito y que nostálgico Miguel!
Yo veo una cosa muy buena, y es que Moisés en ese paseo ha ido al cole con su maestro a aprender sin darse cuenta y disfrutando.
¡Que importante es eso!
Fco. Gabriel

Anónimo dijo...

Contigo también he aprendido y compartido que la felicidad tiene ribetes de melancolía, que los mejores recuerdos traen también lágrimas y que todo merece la pena si se hace con honradez, con integridad, con bondad y sin olvidar que una sonrisa vale más que mil disgustos.
Elena

Anónimo dijo...

Cuánto material tenía pendiente de leer. Tus recuerdos nos invitan a volver a los nuestros que, desgraciadamente, solemos tener olvidados en algún rincón de nosotros como un libro ya leído que pasa a dormir en una estantería durante años.
Como abuelos tenemos la obligación de transmitir a los nietos la memoria del pasado que, a fin de cuentas, es su propia historia.
Precioso escrito.
Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Antes todo era mejor,con menos teníamos más

Rosa Foncuberta López

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