Collado de Bailanderos
martes, 31 de octubre de 2023
Cabras en el Collado de Bailanderos. Sierra de Guadarrama.
lunes, 30 de octubre de 2023
El agua y Gredos.
Gotas de agua sobre la laguna y el Circo de Gredos
domingo, 29 de octubre de 2023
Encuentro. Camino de Santiago Fisterra a Muxía.
Simplemente vivir el Camino.
sábado, 28 de octubre de 2023
XVII Edición de los Sábados Taurinos de Cadalso de los Vidrios 2023
XVII Edición de los Sábados Taurinos de Cadalso de los Vidrios
viernes, 27 de octubre de 2023
La Charca Verde el 25 de octubre de 2023.
La Charca Verde, pedricera y bella.
jueves, 26 de octubre de 2023
BERNARDO GAVIÑO Y EL LUCERO MUERTO. Adaptado por Miguel MORENO GONZÁLEZ sobre un texto de Fernando CLARAMUNT LÓPEZ
Leyendo la Historia de la Tauromaquia del erudito Don
Fernando Claramunt López, médico y estudioso de la Tauromaquia, me encontré con
la magnífica biografía que hace del torero Bernardo Gaviño. Puede o no gustar
el toreo, pero desde luego este texto me parece exquisito, preñado de buena
literatura histórica taurina, romanticismo y poesía. Es un hermoso relato. Cada
vez que lo leo la emoción contrae mi pecho y extrae lo mejor de mí. Creo que merece
muy mucho la pena y albergo la indisimulada esperanza que le guste a todo aquel
que lo lea. Una lejana tarde calurosa de San Isidro, reconocí a Don Fernando y
me acerqué a darle la enhorabuena a la entrada del Patio de Arrastre. Le di la
mano muy respetuoso. “Detalles como el suyo y el de otros muchos, compensan el
inmenso trabajo que realicé hasta ver acabada la obra…”
BERNARDO GAVIÑO Y EL
LUCERO MUERTO
Bernardo Gaviño nació
en Puerto Real (Cádiz), el 20-08-1812, un buen día –muy bueno, de veras- tomó
un barco para La Habana “por motivos
íntimos”, según Cossío. A Don José Ortega y Gasset le gustaría haber dicho
algo sobre ese punto en el cual los motivos “íntimos”
se vuelven “ex-timos”, cuando los
amores de dentro se tornan amores de las afueras. En la voluminosa enciclopedia taurina no se
dice nada más de las razones –o sinrazones- de Bernardo para tomar el barco. Si
el motivo era una pasión, tanto da que el barco pusiera rumbo a La Habana o a
Montevideo, que en los dos sitios estuvo. Fernando Villalón, poeta y ganadero,
debería haberlo contado por su cuenta: “Mi
caballo es muy buen mozo; ir en jaca es ir a pie, que nadie llegó a La Habana
en un cascarón de nuez.”
Bernardo aprendió a torear en el matadero de Sevilla, no
lejos del río: “…seis toros en medio y mi
novia en la ventana ¡Puente de Triana, yo he visto un lucero muerto que se lo
llevaba el agua!” Ya sabemos, gracias a Villalón, por qué se fue Bernardo
Gaviño de Andalucia: se le había muerto un lucero y se lo llevaba el agua.
Cuando lamentábamos no comprender por qué acabó el viaje en México, resulta que
el propio Villalón nos lo descubre: “Yo
vi un nopal entre rosas y una zarza entre jazmines, y una encina que encerraba
el alma de los jardines.” ¡Qué bien! Ya está. Lo demás son velas blancas,
pañuelos de despedida, adioses a las salinas y a los garrochistas de la isla.
El Bernardo que nos importa es el que ahora vive feliz en México como el pez en
el agua, y nunca mejor dicho. Todos le quieren y él quiere a todos.
Se hallaba mozo y muy mimado del pueblo y de los
aristócratas. El Conde de la Cortina y los marqueses de Calderón de la Barca lo
hallan hermoso, listo y hábil, “con cierto aire pesado”. Era alto y fornido, su
tosquedad era más bien cosa de primera vista. Había que ver a Bernardo jugar a
prendas y bailar. Un andaluz bailador
injerto en mexicano de corazón. ¿Puede la vida ofrecer más? Al día siguiente en el ruedo era cosa de
asombro verle de azul y plata o de azul y oro, llevaba ese color metido en el
alma, color de su “Bahía de los Mitos”,
de Cádiz. A la marquesa de Calderón se le iban los ojos detrás de aquellos
adornos bordados sobre el raso brillante.
De azul se nos murió Bernardo, de azul con alamares negros, porque la
ocasión de morirse es tan solemne en México como en España, y eso que se murió
contento, estallando de alegría frente al toro en los últimos lances de capa. Un
astado de Ayala le cornea mortalmente en Texcoco el 31-01-1886, domingo. Muere
el 11 de febrero siguiente, a las nueve y media de la noche. Había salido a
torear acompañado de una cuadrilla no muy brillante. Menos lo era su fortuna por aquellos tiempos,
puesto que casi en la miseria vivía y aceptaba torear por 30 pesos, que es lo
que cobró a cambio de su vida. Pero le seguían queriendo. Todos respetaban la
nobleza de aquel anciano torero, sobrado de dignidad y afición, rondando los 75 años de edad. A Bernardo le alcanzó el toro por falta de agilidad, después de
haber rematado con arte y buen oficio un pase de muleta por alto. No pudo dar
un quiebro ni vaciar la embestida con el pase forzado de pecho. Sabía muy bien
las reglas, pero ya no era capaz de ejecutar las suertes que tantas veces había
enseñado a otros. Marchó por su pie a la enfermería, nombre que se aplicó a un
cuarto en que sólo existía una cama y un montón de heno. Buenos doctores
vinieron a curarle, pero la infección ya estaba en marcha y el torero, estaba
bien claro, había emprendido el viaje del delirio hacia la muerte. Gritaba a toros
invisibles y jaleaba suertes arriesgadas.
A su último toro lo había piropeado y jaleado por la casta y fiereza que
mostró durante la lidia. El toro correspondió al elogio con la cornada certera.
Bernardo tenía sed y bebía con agradecimiento el agua que le daban, pero volvía
a lo suyo, a su corrida. Nada más morir le cubrieron con un paño negro y le
pusieron coronas alrededor. Cirios no, porque no había dinero para comprarlos.
De todos modos, a manera de cruz tenía sobre el pecho la empuñadura de un
estoque que se dijo había pertenecido a “Pepe
Illo”. Todos los Toreros que se encontraban en México acompañaron a Gaviño
al cementerio.
En sus buenos tiempos había sido el ídolo de los públicos, respetado y
querido por las autoridades de su país
de adopción. Muchos fueron sus discípulos, el más destacado Ponciano Díaz.
Ponciano y otros toreros de la época contribuyeron a aliviar la situación de la
familia de Gaviño y ayudaron a perpetuar su memoria. Ya todo daba igual. Si no
le hubiera matado el toro seguro que habría muerto de melancolía, como Bécquer,
añorando aquel lucero muerto que se llevaba el agua…
Adaptado por Miguel
MORENO GONZÁLEZ sobre un texto de Fernando CLARAMUNT LÓPEZ
miércoles, 25 de octubre de 2023
Desde el Monte Abantos en San Lorenzo de El Escorial. Buenos días Comunidad de Madrid.
Desde la cumbre del Abantos.
martes, 24 de octubre de 2023
Mi primer Almanzor 1975. Grupo de Montaña Galayos.
Mi primer Almanzor.
lunes, 23 de octubre de 2023
Cadalso oculto. Zorro Corredero.
Cadalso oculto, pero Cadalso.
domingo, 22 de octubre de 2023
La garnacha de Cadalso.
La garnacha y sus hombres ausentes.
viernes, 20 de octubre de 2023
La primavera y Peñalara. Sierra de Guadarrama.
La primavera y Peñalara
jueves, 19 de octubre de 2023
IN MEMORIAM DE MANUEL HERNÁNDEZ NAVARRO Y MANUEL “BASTIÁN”, por Miguel Moreno
IN MEMORIAM DE MANUEL HERNÁNDEZ NAVARRO Y MANUEL “BASTIÁN”
Es octubre. Estamos en otoño y a los árboles se les desprenden sus hojas, a los pájaros sus plumas y a Manuel Hernández Navarro y a Manuel “Bastián” se les desprendieron sus vidas. Manuel Hernández era mi quinto, nuestro quinto bueno, precoz y callado. Era el más veterano porque nació en nuestro San Antón el día primero del año abriéndonos las puertas de Cadalso a los demás. Siempre que me cruzaba con Manuel “Bastián” me obsequiaba con una sonrisa sincera y dulce. Me saludaba en voz baja tocando el ala de su sombrero según caminaba lento, lleno de sinceridad, educación y bondad.
Con el paso del tiempo suceden estas baladas tristes, crepusculares y
románticas. Son las baladas de nuestra infancia que tienen en sus rostros la
crónica de una renuncia y un naufragio irremediable. La balada de vuestras
vidas a las que les sobraba el reloj para marcar las horas y les faltaba la
ilusión de vivir. Sabed que los tiempos se mueven más veloces que el viento
hacia el abismo. El tiempo acaba dando la espalda a los cielos cambiantes, al
olor a tierra mojada, a los amaneceres, a los ocasos, a los paseos por las
calles de Cadalso... El tiempo crea de la nada la injustica de la muerte.
Siempre recuerdo a quienes os vais de los pueblos dejándolos en el olvido
y huérfanas las estaciones de la Naturaleza. Quedan atrás las mañanas luminosas
y las tardes donde sembrar recuerdos. Quedan atrás vuestros sueños de tierra,
de agua y de compañía. Es en los sueños donde están el lirismo, la grandeza, el
pundonor, la amistad, el amor, la honestidad, el fracaso y la renuncia. Soñad
ahora que no hay nada a vuestro alrededor, ahora que el mundo se desmorona,
ahora que el frío hace doblarse las espigas, ahora que llora el recuerdo...
Se marcharon vuestros sentimientos, qué poco sabemos de ellos, qué sublime tragedia es vuestra perdida. He escuchado, roto por la emoción, vuestra balada de despedida: “Cuando todo esto se acabe, enterradnos mirando al frente el Valle de Tórtolas…”
Miguel MORENO GONZÁLEZ
miércoles, 18 de octubre de 2023
Lagunillas de Peguerinos. Sierra de Malagón.
San Rafael (El Espinar) - La Gargantilla - Peña Morena - Refugio de los Arteseros - Camino de las Municiones - Mirador de Los Arteseros - Collado de las Lagunillas - Las Lagunillas de Peguerinos - Collado de la Gargantilla - San Rafael.