Mulhacén Sierra Nevada.

Mulhacén Sierra Nevada.
Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

Museo de Montaña Zorro Corredero
Museo de Montaña Zorro Corredero

viernes, 27 de abril de 2012

Los almendros en Cadalso


Cada año durante los meses de febrero y marzo los almendros o almendrucos, nombre este último con el que solemos llamar en Cadalso a este árbol, florecen llenando nuestros campos de una luz blanca que todo lo embellece.

Hoy el almendro está prácticamente abandonado y la inmensa cantidad de ellos crecen sin ningún control ni mantenimiento por lo que muchos terminan por secarse, aunque también es cierto que cada año brotan cientos de tiernos retoños que terminan creciendo en cualquier parte de nuestros campos para en unos años convertirse en robustos y sanos almendrucos.


Este año han florecido a primeros de marzo y aunque abandonados a su suerte, nos proporcionan millones de flores que dan un toque de belleza singular y común a nuestros ya de por si abandonados campos.

Como una acuarela que se reproduce cada año, el tránsito del invierno a la primavera se llena de color y de ese olor característico con la floración de los almendros. La vida transcurre aquí placentera, ya no se observan aquellas caballerías que tiraban de un buen dirigido arado por manos cadalseñas, pero aún persiste en esto lugares la armonía del conjunto de elementos que durante tantos años fueron mimosamente cuidados por tantos abnegados hombres y mujeres de nuestro pueblo.


Las cepas, las paredes de piedra perfectamente alineadas, los almendros colocados en el lugar idóneo, y esas pequeñas pero confortables casas de campo que tantas veces sirvieron de protección en días fríos de invierno y en tormentas de verano, son hoy trazos y huellas de otra vida y otras gentes que pasaron por aquí, dejando una estela tan bella y profunda que tardará muchos años en desaparecer, pero que si desgraciadamente la cosas siguen como parece, no serán muchos los años en que podamos disfrutar de estos lienzos naturales que nuestros abuelos y padres un día pintaron para nosotros en este campo natural que durante tantos años les sirvió como medio de vida.


Cada almendro es una vida y cada vida es una parte importante de nuestro pueblo, cuidemos y salvemos nuestros almendros para que el día de mañana otros reciban esos lienzos impregnados de naturaleza que nos han sido donados para que nosotros sepamos trasmitirlos a generaciones futuras.

Zorro Corredero
Fotos:Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
 

jueves, 26 de abril de 2012

Pincelada unicolor sobre la Peña Muñana


Aquella tarde de abril el sol comenzó a ponerse como todos los días por esta época, en la sierra de Lancharrasa, la simetría de los rayos coincide cada día a la misma hora y el mismo lugar, es el lugar enfocado el que cambia según el momento, la lluvia, la niebla, hacen que cada vez la visión de este o aquel lugar sea diferente.


El sol cuajaba con densidad contra la Peña Muñana, eran sus últimos rayos, la luz del atardecer quedaba reflejada en las piedras del roquedo y lo que parecía fuera a ser un atardecer cualquiera se convirtió como por arte en un cuadro de unicolor pincelada.


El sol, la tarde y la Peña irrumpen con un esplendor que contiene esa atracción que irradia en nuestra mirada y en nuestro corazón por los paisajes de nuestros sueños y nuestra vida. Es la peña Muñana, tan vista, tan nombrada pero a pesar de todo tan llena de existencia y de emociones.   

Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

miércoles, 25 de abril de 2012

Las planchas de nuestras bisabuelas


Las planchas han existido desde muy antiguo, nuestras bisabuelas ya planchaban la ropa con calor como se puede hacer ahora, las formas siguen siendo las mismas pero no así las planchas que han evolucionado desde entonces y mucho hasta nuestros días.

La revolución llegó con la aparición de la electricidad y como consecuencia de ella la creación de las primeras planchas que conseguían el calor a través de dicha electricidad.

Pero no vamos a hablar de esta generación de planchas cada día más modernas y adaptables a nuestra época, no, lo que aquí quiero narrar es la breve historia de esas otras planchas que casi nadie de nosotros hemos conocido pero que sirvieron para facilitar el trabajo de muchas mujeres de otros tiempos y esto a pesar de la dificultad para conseguir ese calor necesario para que una plancha haga su función, planchar.


Los griegos usaban una barra cilíndrica calentada para planchar sus ropas, principalmente de lino, en el siglo IV a.C.

Siglos más tarde los romanos utilizaban un mazo plano para planchar y alisar sus ropas.
Dado que este trabajo era muy duro lo solían hacer los esclavos, listos estos romanos.  

También los vikingos en el siglo X ya gustaban de planchar para eliminar arrugas con una especie de seta de hierro invertida que movían sobre la ropa húmeda. Usar prendas planchadas y con marcados pliegues significaba pertenecer a la clase alta.


En el siglo XVI se puso de moda en Europa la plancha de caja caliente, esta tenía un compartimento para carbón o simplemente ascuas cogidas del fuego de los hogares y asa de madera para su mejor utilización.

 Este tipo de plancha se utilizaba por las familias más pudientes ya que las más pobres utilizaban la plancha sencilla de hierro con mango también de hierro y más difícil de manejar por la temperatura que también tomaba el asa.


 Estas se calentaban directamente sobre el fuego y la diferencia con las otras es que se adhería el hollín a la base y solía manchar la ropa.


Pero la revolución del planchado llegó con la instalación de la electricidad en las casas, en Cadalso esto ocurrió hacia finales de los años 20.

En 1882 un inventor neoyorquino llamado Henry W. Weely consiguió la primera patente para plancha eléctrica y ya en 1926 apareció la plancha de vapor.

Museo Etnológico de Cadalso Casa Corredera
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

martes, 24 de abril de 2012

SUENAN BOLEROS EN CASA DE MI VECINO



                                                      Clik para escuchar durante la lectura.


En aquel entonces bebía los vientos -de forma idílica y platónica- por una chica que me traía loquito, aunque nunca llegué con ella a más de un baile. Sucedió una noche que ella estaba en el baile de Cañardo y enseguida comprendí que podía ser  mi noche. Sentí una alegría interior convulsionada por los golpes que producía en el pecho mi desbocado corazón. Dejé situado en lugar estratégico el "cubata" para volver por él en el caso, que yo intuía más que probable, de fracaso estrepitoso. Resuelto y decidido fui a su encuentro, ya en aquellos momentos no me importaba otra cosa del mundo que no fuese bailar con ella -y eso que contaba con mi tradicional incapacidad para la danza-, pero todo era secundario ante la posibilidad silenciosa de tenerla entre mis brazos.

      Sobre el escenario, el cantante del grupo abulense Titanes entonaba, con su inconfundible voz ronca, un lento bolero que me pareció el más hermoso de toda la historia de la música: "¿Bailas?" Ella, recuerdo que estaba muy guapa con un vestido de hombreras que dejaba al descubierto unos hombros de ensueño, me sonrió complacida y, tras dudar un instante, asintió con un gesto y me cogió por los hombros como hacían las parejas de verdad en las películas que veía en el cine Condestable de Cadalso. No sé el tiempo que duró aquel bolero; pero si que, mientras bailaba, sus manos sobre mis hombros y su respiración rozándome y turbándome al girar, comencé a desear por vez primera en mi vida que el tiempo se detuviera, que el bolero no acabara nunca, que aquel hombre de voz grave, rubio y muy alto siguiera repitiendo una y mil veces, hasta la extenuación, aquella extraña oración: "Reloj, detén tu camino porque mi vida se apaga..." Pero acabó. El bolero se acabó igual que acaban siempre las canciones (para mí antes, incluso, de lo que podía esperar) y, cuando me quise dar cuenta, ella ya se había ido y yo estaba otra vez solo, parado como una sombra que hubiera olvidado andar.

                             La vida es a veces tan rápida como el vuelo de una gaviota.


     Aquella noche, ya digo, fue la primera vez en mi vida que sentí el paso del tiempo y la impotencia y la angustia de no poderlo parar. Desde entonces lo he sentido muchas veces (cada vez, por ejemplo, que escucho, como estas últimas noches filtrándose desde la casa de mi vecino, canciones de aquellos años o conozco a alguien que me recuerda sensaciones adolescentes), pero nunca como aquella noche de verano en la que descubrí que el tiempo corría y que se aceleraba justamente cuando uno más lo quería detener. Mis enamoramientos han sido muchos e intensos, pero casi todos han transcurrido lentamente y en silencio, como aquellas canciones "agarradas". Siempre he querido calladamente, sin llegar, salvo raras excepciones, a ver realizados los sueños e imaginaciones que yo pensaba, quizá ingenuamente, harían a mis enamoradas inmensamente felices. Aquello creo que fue determinante en el posterior desarrollo de mi personalidad. Viví casi siempre enamorado y aislado pero firmemente ilusionado. A veces me asaltaban pensamientos que me decían que pudimos haber sido muy dichosos, que poseía la fórmula mágica del amor que nos hubiera llevado volando a lugares maravillosos donde querernos sin prisa y sin descanso.

                                                        Miguel en la Sangre___1971
      Aquellos años inigualables pasaron de ser presente a ser recuerdos. Encontré una mujer encantadora que me resarció con creces de tantos amores utópicos de entonces y tuvimos dos hijos. Cuando  observo su adolescencia busco un agujero para ver la mía. Y claro, de ese absurdo delirio, supongo, me viene este trauma nostálgico, ese guardarme en aquellos años que me hacen un hombre al revés: No tengo carencias afectivas actuales debidas a mi adolescencia. Mi adolescencia es mi carencia afectiva actual.

Miguel Moreno González

Árboles libres en la Corredera


Por fin los árboles de la Corredera han sido liberados de las argollas que durante años han padecido, es una libertad  que pedían a gritos ellos y todos los que veíamos como cada día estos árboles se ahogaban en su propia savia por culpa de esos agresivos hierros a los que fueron condenados hace ya unos cuantos años por algún ideólogo municipal que ideó estos agarres para así colocar con más facilidad las famosas cadenetas de las fiestas, la idea parecía buena, pero el resultado no tanto ya que al término de las fiestas se quitaban las cadenetas y año tras años los hierros y cables quedaban ahí.


Como siempre los que no protestan son los que se llevan la peor parte, distinto hubiera sido que estos cables y sus agarres se hubieran colocada en esta o aquella fachada o balcón, ya hubiéramos protestado, pero como los árboles que adornan la Corredera no son de nadie pues que se aguantes y mueran asfixiados.


Enorme error es pensar que el mobiliario urbano y todo lo que forma parte de nuestras calles no nos debe importar, todos estos elementos son parte de nuestro pueblo y de nuestra convivencia y deben ser tratados igual que todo lo nuestro de puertas para dentro.

Este año cuando lleguen las fiestas habrá que colocar de nuevo esas cadenetas, esperando que no sufran ni los árboles ni el entorno y que cuando todo acabe la Corredera quede limpia como siempre debería de estar, por algo es el lugar de mayor concentración de cadalseños y visitantes.



Otra cosa son los coches, pero de esto ya hemos hablado, y siempre seguiré pensando que debería ser peatonal, al menos los fines de semana.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso






lunes, 23 de abril de 2012

Luis "Zampilla"


Este cadalseño amable y dicharachero que ha vivido años y situaciones en nuestro Cadalso, se convierte hoy en la foto de la semana. Cada día es fácil encontrarle en la Corredera sentado aquí y allá con unos y con otros pero siempre risueño y dispuesto a entrar en conversación.

Emana sabiduría de esa que no se estudia y que solo la vida te enseña con el día a día, sus sueños de ayer y de hoy siempre están enmarcados en su pueblo y en sus gentes, sabe contar con una sonrisa y ese gesto burlón que tanto le caracteriza ante cualquier situación o suceso acaecido en Cadalso en los últimos 80 años.

No se enfada y siempre recurre a la imagen socarrona para definir a los personajes que han pasado por su vida, unos buenos y otros malos o muy malos a los que Luis “Zampilla” les da un toque de burla irónica y mordaz pero jamás hiriente y humillante.

Siempre dispuesto a la charla y a celebrar lo que haga falta este cadalseño de los de boina en cabeza, es un personaje al que estimo y respeto por muchas cosas, pero principalmente por algo que hoy en día es tan difícil de encontrar,  la franqueza y honradez, cualidades con las que adereza y embellece sus diálogos.

Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

viernes, 20 de abril de 2012

Antonia Carrillo Tran, así es su libro.


Sin título pero cargado de añoranzas, así es el libro de Antonia


Portada del libro

Antonia Carrillo Tran nació y creció en Cadalso junto a sus padres en el castizo barrio de San Antón. Aquí se hizo novia y también se casó, luego vinieron los hijos y la vida le fue regalando y quitando momentos y situaciones buenas y malas hasta llegar a nuestros días.


Antonia siempre ha sentido la vida de Cadalso como muy suya, y es por esto que un día decidió escribir sus memorias y plasmarlas en un libro. Es este un libro lleno de nostalgia y de anécdotas que han ido formando a través de los años su formación y su carácter.

A medida que se avanza, la lectura se va haciendo más amena y los recuerdos de lugares y personajes afloran por doquier, el libro te va atrapando y los sentimientos calan en el lector hasta hacer de su lectura casi tu propia vida, pues es fácil sentirse a veces en esos lugares y en esa época.


Es Antonia una mujer sencilla, llena de sabiduría popular y con una mente tan clara que los acontecimientos surgen casi sin darse cuenta, los amigos, el barrio, el novio, las fiestas, todo fluye en el Cadalso de la época y en las calles y lugares que la vieron crecer.


Escrito con el corazón y cargado de sentimientos y amor por todo lo nuestro, este libro forma ya parte de nuestra cultura y de nuestro acervo popular. En estas páginas se concentran de una manera totalmente natural el conjunto de bienes morales, culturales y materiales de la vida y la colectividad cadalseña y todo ello se nos entrega con una generosidad y humildad tan grande que hace de Antonia un personaje lleno de tantas cosas buenas que es digno de admirar no solo por su familia, que se con seguridad que la admiran, sino de todos los que formamos parte de esta comunidad.



Supe de este libro por su hijo Jorge que un día me habló de su madre y de su ilusión por escribirlo. Luego le dejé algunas fotos  y cuando se terminó de escribir se presentó en casa para regalarme un ejemplar que su madre había dedicado personalmente para mí.


No son muchos los ejemplares publicados pero si tenéis la oportunidad de leer estas páginas no lo dudéis y hacerlo, porque encontraréis en ellas la verdadera historia de un pueblo que nos ha visto nacer y muchas veces os sentiréis identificados con los lugares y con los acontecimientos que se relatan.




Enhorabuena Antonia por la ilusión y el amor que has puesto en este libro, nosotros los cadalseños y cadalseñas te estaremos siempre agradecidos porque en el se reflejan todos los hechos y personajes que han formado parte de nuestro pasado y de nuestra vida.





Gracias por todo.
Pedro

jueves, 19 de abril de 2012

La calle Real solitaria



Hoy en día es muy difícil encontrar la calle Real libre de coches. Esta imagen se da muy poco y siempre nos recuerda un pasado donde las calles estaban desiertas y la vida era mucho más tranquila.

Eran otros tiempos y la calle que hoy sirve para que los coches aparquen, era utilizada para los juegos por los más jóvenes y como lugar de charla entre vecinos en las noches veraniegas.


Solo es una imagen y un recuerdo del ayer cadalseño porque ahora mismo esta calle como casi todas las de Cadalso habrá dejado de estar solitaria y tranquila.

Disfruta de esta vista y sueña.

Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

miércoles, 18 de abril de 2012

El Valle de Ordino Arcalis. Andorra


Andorra es un país lleno de montañas  donde podemos practicar todo tipo de deportes de montaña con más o menos dificultad.



Las mañanas de montaña, esquí, o simplemente paseando se cumplimentan a las mil maravillas con las tardes de compras por las concurridas calles de Andorra la Vella o Escaldes Engordany.



Hay muchas montañas y muchas cimas a las que podemos ascender tanto en invierno como en verano, todas tienen un gran atractivo y no nos defraudarán.



Uno de los lugares más fáciles de recorrer incluso en invierno es el itinerario que partiendo de la estación de esquí  de Ordino Arcalis asciende por una empinada carretera hasta la Coma del Forat, un grandioso lugar a 2200 mt. De altitud y desde el que tenemos unas vistas impresionantes del valle de Ordino y de las cumbres de los picos de Tristaina, las cumbres del Pic de Arcalis, Cataperdis y Cabairous y el Circo de la Coma.



Desde aquí es muy fácil ascender a los lagos de Tristaina que se encuentran a tan solo un par de cientos de metros más arriba.



En invierno solo es necesario un buen equipo y elegir el mejor día para llenar nuestros sentidos de belleza en estado puro, y en verano si el día es bueno es un paseo donde disfrutaremos tanto de los paisajes como de la fauna y la flora.




El agua juega con la nieve formando estos cuadros invernales llenos de armonía y perfección que inspira en nosotros admiración y deleite, es simplemente el esplendor y la hermosura de unas montañas y unas imágenes  que con el paso de los días irán cambiando hasta perder la nieve para dar paso a la primavera con su atractivo color.






Subir a los lagos de Tristaina es además de fácil muy gratificante para nuestros sentidos, ya que tras esta breve subida podremos disfrutar de uno de los parajes más bellos de las montañas andorranas y sentir viva la espectacular montaña invernal que nos proporcionará este lugar.




Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
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