Mulhacén Sierra Nevada.

Mulhacén Sierra Nevada.
Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

Museo de Montaña Zorro Corredero
Museo de Montaña Zorro Corredero

viernes, 30 de diciembre de 2016

Feliz Año 2017 de parte del Zorro Corredero


FELIZ 2017




                     
Os deseo a todos una feliz salida y entrada de año, que el 2017 sea para todos un año de gran felicidad, más amor y muchísimas montañas por descubrir y patear. Que todas vuestras ilusiones y metas se cumplan en el nuevo año, y que nuestra amistad nos ayude a ser cada día más felices.

Besos y abrazos
Pedro Alfonso "Zorro Corredero"


miércoles, 28 de diciembre de 2016

Una empresa china compra la Coopertiva de Cadalso de los Vidrios



El Mundo Noticias, reportajes, vídeos y fotografías

































El edificio de la Bodega Cooperativa de
 Cadalso de los Vidrios se convertirá en una
 gran almacén chino de ropa
ANTONIO MEDIAVILLA PUIG                                                                                                             28 NOV 2012 / 11:18 H,
. LOCAL
Edificio de la Bodega Cooperativa de Cadalso de los Vidrios ( Madrid )

El comercio chino continúa a pasos agigantados su expansión por la comunidad de Madrid y ya ha definido su próximo objetivo empresarial. La Bodega Cooperativa de Cadalso de los Vidrios, ubicada en la calle Extramuros S/N , será el gran almacén chino de la Comunidad de Madrid. No será un gran bazar como los que llenan todos los barrios de la ciudad y pueblos de la Comunidad Autónoma sino un gran almacén exclusivamente de ropa. 


Según ha podido confirmar El Mundo, los propietarios-socios del edificio ya tiene las negociaciones muy avanzadas con los que serán los nuevos inquilinos del inmueble. Aunque la operación se pensaba firmar el pasado mes de noviembre, aún quedan algunos flecos por concretar en el contrato de venta-previsto inicialmente para principios del 2017- que han retrasado unos días el acuerdo definitivo, y todo apunta que no será hasta después del Carnaval de Ánimas que se celebra en la localidad a primeros de febrero cuando los empresarios chinos y los representantes de los propietarios-socios firmen los documentos que permitan las obras de acondicionamiento y posterior apertura de este nuevo establecimiento asiático en el corazón del la Comunidad de Madrid.


El edificio cuenta con una superficie de 2200 metros cuadrados construidos en una sola planta y una zona exterior adjunta al edificio. En principio, la empresa china sólo contemplaría acondicionar la planta baja existente, aunque también baraja la opción de edificar una primera planta de igual dimensiones pero que, debido a la coyuntura económica actual, parece que ahora la mejor opción posible para sacar rentabilidad a este inmueble sería acondicionarlo respetando su estructura actual. 
Esta cooperativa lleva años soportando el estado actual de los viñedos cadalseños que tanta fama han dado al pueblo, habiendo tenido momentos de gran incertidumbre, incluso hasta el punto de que sus propietarios-socios hayan estado a punto de cerrar un negocio que viene funcionando desde el año 1956, pero ninguna llegó a cuajar de forma definitiva. Aunque en un principio únicamente contemplaban la posibilidad de alquilar el inmueble, con el paso del tiempo y viendo que no fructificaba ninguna oferta abrieron el abanico y decidieron la opción de vender. En ese tiempo, la cooperativa ha estado funcionando a un nivel bajo de producción así como del alquiler de una parte al Ayuntamiento de la localidad. 
En 2014, la Comunidad de Madrid puso sobre la mesa una oferta de 2 millones por el edificio que contemplaba una inversión de casi cuatro millones de euros para reformar completamente el edificio y abrir un centro de día y residencia de ancianos para esta zona de Madrid, conocida en la Comunidad como Sierra Oeste. La operación no cuajó finalmente por la negativa de los Ayuntamientos de la zona que se negaron a invertir parte de sus presupuestos en dicha obra. A día de hoy la firma china se ha comprometido no sólo a la construcción de los almacenes, sino también a acondicionar la zona para facilitar el acceso a camiones de gran tonelaje, así como un parking con arreglo al negocio. Una inversión de gran calado para esta zona madrileña, tan olvidada, que servirá para dar unas cuantas decenas de puestos de trabajo que con toda seguridad serán bien recibidos por los habitantes de Cadalso y pueblo limítrofes.

  













lunes, 26 de diciembre de 2016

El Pilar, lugar de Cadalso, refugio de pensamientos



Hoy los protagonistas somos nosotros y nuestros infundados egos, ayer eran otros motivos los que les ayudaban a ser ellos mismos y a sentirse de este pueblo


  Cadalso en la carretera del Pilar


Las imágenes de lo que nos gusta y queremos siempre vuelven a nuestra mente, cada día, cada momento, se nos presentan estados, uno tras otro en cuanto vemos una simple foto. No hace falta desvelar nada, todos conocemos el lugar y el significado de lo que ante nuestros ojos, el fotógrafo nos acerca, es una forma más de amar lo que siempre ha estado a tu lado, lo que te han ido transmitiendo los tuyos, lo que siempre has escuchado y en muchos casos han sentido y vivido, es sencillamente ser cadalseño y sentirlo. Bajar por la carretera del Pilar, beber de su fuente, andar un camino cualquiera, mirar abajo y arriba, ver lo que está ocurriendo y dejarse llevar, es tan fácil que sólo con estar ahí es suficiente para sentirte integrado en este maravilloso y familiar paisaje.
Me ocurre que estando ahí no siento tantas cosas como luego en casa, cuando veo las imágenes, cuando pienso y no puedo contener el asombro de mis pequeños hallazgos, si es que lo son.
Es fácil comprender que todo esto me relaciona con los tiempos, las historias y las vidas de mucho cadalseños, de los "misterios" que han dejado huella en mi y que a cada paso voy descubriendo.

Las historias del Molinillo, de la Tumba del Rey Moro, son patrimonio de los siglos, las Cuevas del Pilar de ilusiones que nunca llegan, los paisajes fotos de nuestra infancia, y esos personajes que aparecen, imagen viva de nuestros días. Acaso hay un refugio de nuestros pensamientos tan íntimo como el Pilar? Todo lo que aquí se encierra es parte de nuestro patrimonio, todo se sigue guardando a si mismo desde hace siglos sin ayuda de casi nadie, y es ahora, en el tan desarrollado y tecnológico siglo XXI, cuando más nos necesita para salvaguardar su contenido. Hoy todo ocurre tan rápido que es casi imposible saber el destino, casi siempre malo, de lo que nos han dejado nuestros mayores, hoy los protagonistas somos nosotros y nuestros infundados egos, ayer eran otros motivos los que les ayudaban a ser ellos mismos y a sentirse de este pueblo, pero las cosas y las personas cambian, y hoy ni yo ni nadie sabríamos decir qué pensarían nuestros antepasados ante el momento actual que vivimos, seguramente no dirían nada, mirarían para otro lado y seguirían su camino del Pilar como siempre hicieron.
Mientras tanto disfruta de lo nuestro y de lo que todavía queda, y si puedes, hoy o mañana, date una vuelta por el Pilar y siente.



    La Peña desde el camino de Lancha los Huertos.   

    El abandonado Molinillo

    Frutos del rusco


    Mariano podando el tempranal

    Madurando va la eceituna


    La impresionante silueta del buitre leonado

    Unas setas se estiran buscando la luz

    la Tumba del Rey Moro 

    La bellota, fruto de la encina 

    Ramón con sus inseparables perros 

    La entrada a una de las cuevas del Pilar, ilusiones siempre perdidas 


Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

sábado, 24 de diciembre de 2016

FELIZ NAVIDAD DE PARTE DEL ZORRO CORREDERO


Que en los secretos de nuestra infancia perviva por siempre la Navidad. Os lo deseo te todo corazón.




En estos días de Navidad quiero desearos lo mejor para estas fechas y para todo el año. Que cada momento sea un recuerdo feliz de nuestra vida junto a las personas queridas, que vivamos unidos en la fe, el amor y la amistad, que notemos la proximidad de nuestros amigos y vecinos como algo necesario, que nunca se borren los recuerdos de nuestra memoria cadalseña, que pervivan por siempre los secretos y la inocencia de nuestra infancia y que todos juntos miremos hacia adelante por conseguir, siempre unidos, lo mejor para nosotros y nuestro pueblo, porque sólo así lograremos que el mundo en que vivimos sea cada día más humano y solidario.

Abrazos, besos y sonrisas para todos/as.

Pedro Alfonso “Zorro Corredero”

jueves, 22 de diciembre de 2016

El Zorro Corredero recibe hoy miles de visitas



Gracias a todos los que con vuestras visitas diarias hacéis crecer cada día más al Zorro Corredero. Hoy las visitas pasan de 3000 y es todo un placer para mi saber que muchas personas se sienten identificadas con el ZC y muestran interés por todo lo que acontece en el blog






Gráfico de las vistas de la página de Blogger
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Un saludo
Pedro Alfonso "Zorro Corredero"




Cenicientos recibe parte del 2º premio de la Lotería de Navidad


Cenicientos 2º Premio Lotería de Navidad


El 2º premio de la Lotería de Navidad ha recaído en el número 04536, ha estado muy repartido por toda España, habiendo compartido parte del premio el pueblo de Cenicientos ( Madrid ). Ha sido vendido en la administración de la Plaza de España Nº 15. El total del premio es 1.250.000 €


Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

EL DÍA DEL GALLITO EN CADALSO DE LOS VIDRIOS


EL DÍA DEL "GALLITO"




     Esa noche al menos tenía un motivo para no dormir. Me levantaba mucho antes de lo habitual y desayunaba sopas de pan con leche mezcladas en un grueso tazón blanco de barro. Mi madre me vestía junto a la chimenea encendida, encaramado yo sobre una silla de anea desde donde divisaba a través de la ventana si pasaba el niño que, a diario y antes de ir a la escuela, repartía leche con sus lecheras de aluminio. Mi mama me ponía la indumentaria de domingo y me peinaba con la raya al lado izquierdo. Y así, tan guapo (al menos eso decía ella), salía a la calle desafiando al frío que, por efecto de la ilusión, aquella mañana no lo notaba tanto y eso que, como siempre, las calles aparecían heladas y de los tejados pendían gruesos -y afilados- carámbanos de hielo.

El “día del gallito" todos los chavales llegábamos pronto a la escuela, incluidos los "novilleros" que, exceptuando esa fecha, jamás asistían a clase. Éramos crueles con ellos -los niños casi siempre lo son- y les cantábamos aquello de: "¡A barruntao el gallito… A barruntao el gallito…!", que tiempo después pasó a ser: "¡A rebuznao el gallito…!" Ellos lo padecían resignados porque el fin bien justificaba aquellos cánticos hirientes.

                    Nati y Justo un día del Gallito


Esa jornada era la fecha más esperada y bonita de todo el curso y además se iniciaban las vacaciones de Navidad. Sobre las 11h. de la mañana aparecían las fuerzas vivas de la localidad encabezadas por el Sr. Alcalde, Don Isidoro Álvarez. Don Enrique Gullón, a la sazón director del Grupo Escolar Carlos Ruiz, acompañado por el resto de los maestros (D. Eugenio Muro, D. Manolo, D. Luis, Don Agustín… que  antes que a nosotros -algunos de ellos- dieron clase a nuestros desconcertados padres), los saludaban ceremoniosamente a la entrada de las escuelas que se encontraban entonces en la calle San Antón. Luego pasaban todos juntos a la clase de tercero, allí se situaban delante de la pizarra; a su derecha quedaba la mesa del maestro, a su izquierda la estufa de leña y arriba, presidiéndolo todo, las fotografías de rigor (lo estoy viendo). Los niños nos levantábamos respetuosamente al unísono y al poco íbamos desfilando eufóricos ante ellos para que nos entregaran el libro y el "gallito". En aquel momento no existía en nuestras vidas nada más importante y por eso, al recibirlo, musitábamos un "¡Gracias!" entrecortado por los nervios y la emoción.

Al salir del colegio mirando y acariciando nuestro pequeño tesoro, las calles se inundaban con voces gozosas: -"¿Cómo es el tuyo?", ¡Qué fotos tan bonitas! Y comenzábamos a recorrer las casas de los familiares, vecinos y amigos mayores mostrando el libro que servía de reclamo para recibir el aguinaldo en forma de perras gordas y chicas (más chicas que gordas), dos reales con agujero e, incluso, alguna que otra peseta. Monedas que los mayores habían ido cambiando poco a poco en las tiendas de coloniales de Emiliano y Sinfo.

Cuando regresaba a casa, lo primero que hacía era forrar el libro para distinguirlo de la Enciclopedia Alvarez que era intuitiva, sintética y práctica pero que desde ese día ésta pasaba a un tercer plano sin forro y el libro a primer plano con él. El "gallito" quedaba incólume hasta que llegaba mi padre del campo, yo entonces se lo ofrecía ritualmente. Él, después de simular un mordisco, me lo devolvía con una pequeña sonrisa para que me lo comiera. Todos los años al despertar de ese día me lo decía: -"¿Me guardarás el gallito, no?". Mi padre murió una tarde de agosto y esa simbólica costumbre la recogió mi hermano pequeño, Jose. Cada nochevieja, cuando regresaba yo del extranjero, él me daba duro, pero blando de ternura, aquel mazapán que amorosamente reposaba sobre una pequeña taza blanca con líneas onduladas rojas esperando mi vuelta a casa. Y es que, paulatinamente, los cadalseños vamos recogiendo de unos a otros ese "gallito" que nos transmite el amor a nuestra tierra y a nuestras gentes. Aún hoy, cada año, me siguen guardando el "gallito" que, a su vez, yo guardo para alguien que no sé si llegará.
    
     Una vez más, mis recuerdos son la prueba de que he vivido y filtrándome por ellos vivo de nuevo aquel tiempo irrepetible, mientras aprovecho para desearles a mis paisanos más jóvenes aquella felicidad pasada que hoy vivirán en su presente y siempre recordarán en el futuro.

                                     Miguel MORENO GONZÁLEZ
        


Día del "Gallito", creo que de 1997, en que servidor colaboraba con el periódico Sepa y que junto al mencionado semanario, el Ayuntamiento de Cadalso (era Alcalde Antonio Sibert) y el Colegio Eugenio Muro organizamos aquel año un Certamen Literario que denominamos "El Cadalso de nuestro Mayores" en el que los niños del colegio narraban los recuerdos cadalseños de sus mayores. Los premios se entregaron el Día del Gallito de ese año.El primer premio lo consiguió la hija de Ángel "Metaillas", creo que se llama Ruth y  el segundo Mercedes Cordero, hija de mi amigo Miguel "Cascapiñas".

(Actualmente el “gallito” también se entrega a los más pequeños en la Casa de los Niños, así como a los más crecidos que cursan estudios académicos en la Escuela de Adultos de Cadalso. Además se visita la Residencia de Ancianos Maravillas, y también se les obsequia con la legendaria figura de mazapán en forma de “gallito”. Ellos han sido pieza clave en esta tradición cultural por ser quienes la han transmitido a las generaciones posteriores. Alguien, con el tiempo, nos ilustrará sobre esta ancestral costumbre genuinamente cadalseña. Que yo sepa, sólo se celebra en nuestro pueblo y consiste en regalar libros, “gallitos” y felicidad. ¿Existe algo más hermoso…?).

    

miércoles, 21 de diciembre de 2016

OCURRIÓ EN LA CORREDERA....UN LUGAR DE CADALSO



Las rosquillas, la Marce, la Bienve y el Zorro Corredero, una historia cadalseña


Era una tarde de abulia cadalseña, de esas que nada te entretiene y todo te parece monótono, de las que no dejas de mirar por la ventana para ver si pasa algo, si, una tarde fría y aburrida del mes de noviembre en un Cadalso tranquilo y sin apenas movimiento donde nada ocurría y todo era como cada tarde. Así fueron pasando los minutos, tal vez hasta las horas, nada tenía sentido para entretener, y así hubiera continuado a no ser por la visita de una de las protagonistas de esta historia, esa que veis en la foto y que todos y todas conocéis, siiii, me refiero a la Marce, gran vecina y excelente señora que dice hacer las mejores rosquillas de Cadalso, las que tanta fama han cogido que hasta Telemadrid viene de vez en cuando a probarlas y ya de paso a grabar algún programilla para la tele. 





Buenas tardes, dijo la Marce, buenas tardes contestó la Bienve, esta es la otra protagonista de la pequeña historia cómica que ahora mismo estáis leyendo y que seguro os va a gustar, sigue, sigue.
La Bienve es otra vecina de la Corredera, también buena mujer y excelente hacedora de las entrañables y costumbristas rosquillas de nuestro pueblo de Cadalso, ella presume de tener la mejor receta, la que le enseñó su madre Candelas haya por la mitad del siglo XX, no ha llovido nada desde entonces.  



Y así fue que en un momento determinado, la Marce dijo; queréis unas rosquillas, las estoy haciendo ahora mismo, bueno contesto la Bienve, y sin pensarlo la Marce salió "escopetá" para su casa y apenas pasados cinco minutos ya estaba entrando por la puerta con las rosquillas en un plato. He de decir que entre una casa y otra los metros son tan escasos que se puede llegar a tardar 30 o 40 segundos, eso si la cosa sale regularmente bien, porque en otras ocasiones el tiempo llega a pasar de los 30, 40 y hasta 60 minutos, todo depende de los encuentros que podamos tener, esta vez no hubo encuentro y la Marce tardo 5 minutos escasos. La llegada fue espectacular, la Marce altiva, el plato de las rosquillas insinuante hasta casi ser provocador, y el olor? joder que olor tan rico a rosquillas recién hechas.



Y como no podía ser de otra manera, ese olor penetrante y cadalseño me llegó hasta mis aposentos, y se puso en marcha la maquinaria del placer culinario y de la "jetita", palabra que en cadalseño no significa ni hocico, descaro o desfachatez. Tanto fueron los olores, que no pude contenerme y me fueron llevando hasta el lugar donde reposaban, no por mucho tiempo, las jugosas y calentitas todavía rosquillas. Y esperando a probarlas, la Marce dijo esa frase tan nuestra; menudas rosquillas que hago... yo callé y seguí esperando, pero la Bienve que todavía no las había ni probado dijo; a mí me salen mejor.... y yo que andaba en el final de mi espera para su degustación, no pude reprimirme, y tal vez movido por la querencia familiar, solté un; yo creo que están mejor las de mi tía......ufffff 




Nada, que la Marce no se contentó con mi respuesta, y me dijo; pues ahora no las pruebas, y me puso la cara que podéis ver en la instantánea, casi desafiante, como que llegué a pensar que se llevaba el plato y con esta acción de rebote, me quedaba sin probar de verdad las rosquillas. Pero no, al final llegamos a un acuerdo, reinó la confraternización vecinal, nos lanzamos unos piropos sobre rosquillas, roscones y hasta moscateles, y en un momento de calma y sosiego la Marce me invitó a coger una de sus buenas y según ella mejores rosquillas de Cadalso, aunque sigo pensando que las de mi tía están mejor.  




Y entre rosquilla y rosquillas, algún trago de buen moscatel, el de Mariano Castrejón, que no hace falta que lo digan porque ya lo digo yo, es el mejor de Cadalso, de toda la Sierra Oeste y hasta de Madrid Comunidad, de esto estoy seguro. Al final pasa lo que pasa, que la noche se nos echo encima, que la Marce fue requerida por su esposo, Miguel, que indiferente pero sorprendido por la tardanza, no sabía a qué atenerse dada la poca distancia entre una casa y otra, aunque como todos ya sabéis las distancias en Cadalso nada tienen que ver con el tiempo empleado en recorrerlas, todo depende, yo lo he dicho antes, de los encuentros.
Todo lo aquí narrado es fruto de una tarde de abulia, del destino, o tal vez de la imaginación del que escribe, que no es otro que el Zorro Corredero. Lo que sí es verdad, incluso más que las rosquillas y esta historia, es que la Corredera estaba preciosa cuando llegó la Marce y todavía mucho más de noche, momento en que nos abandonó, pero lo mejor de todo, todo, fue que las rosquillas se quedaron en casa, por poco tiempo, a la cena sólo quedaban dos.



Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

lunes, 19 de diciembre de 2016

Lumbres y Mares de Cadalso


       Lumbres y mares de Cadalso          




     Lumbre con puchero en una casa de la Plazolilla 

El mar siempre ha poseído una fascinación misteriosa para los habitantes del interior. Mi relación infantil con él se circunscribía solamente a la contemplación de postales de ciudades marineras y de una foto de unos tíos míos bañándose en la playa de Málaga, y otra de mis padres regresando en avión de su viaje de novios a Valencia (imagino que se bañarían, digo yo). No obstante, guardo infinidad de recuerdos juveniles sobre leyendas, aventuras o de simples imaginaciones que tenían como principal protagonista el mar y que las gentes de mi pueblo referían al abrigo de la lumbre los eternos anocheceres de invierno. Aquéllos en los que nunca había prisa para nada porque no existía nada mejor para entretener el tiempo que oír y contar historias, darle rienda suelta a una imaginación que pugnaba deseosa por ser satisfecha. Nos sentábamos en corro frente a la lumbre, los niños como yo a los lados del fogón coronado éste por una chimenea humilde que inspiraba humo y cuentos por igual. De cuando en vez los mayores nos pedían que les alcanzáramos con las tenazas un ascua incandescente para encender el cigarrillo que liaban parsimoniosos ante la mirada sorprendida y atónita de los más pequeños. Tomaban aliento con las chupadas del cigarro y reanudaban incansables sus narraciones mientras la mujer de la casa atizaba el ascuarrir o alimentaba con leña el fuego. Nuestras caras se ponían rojas como el tomate y no sabíamos si era debido al calor o al reflejo de las llamas. Quizá fuera la causa de ello la timidez infantil o el desasosiego de lo escuchado… ¡Vete tú a saber a estas alturas qué era lo que provocaba en nuestros semblantes suaves y tiernos aquellas “subidas de pavo”!





Oíamos cosas que nos inquietaban, ya fuera por el temor o por la satisfacción maravillosa que generaban en nuestros subconscientes, todas se proyectaban a las duermevelas de las frías noches invernales arrebujándose entre mantas y pensamientos. Era como una suerte de espectáculo mágico, un sortilegio que nos elevaba y nos transportaba a lugares hasta entonces desconocidos por nosotros. La felicidad y el miedo marchaban de la mano, aunque fundamentalmente llamaba mi atención la truculencia de algunos relatos que los mayores no nos omitían aun a sabiendas de la desazón que tamaños desafueros originaban en nuestros pequeños espíritus. Únicamente un mayor, Alfonso se llamaba, les reprochaba a los demás que nos atemorizasen de esa forma. Era un ser sensible, discreto y muy instruido por esos libros que leía incansable a cualquier hora y en cualquier lugar del día. Incluso leía sobre su borrico cuando venía del campo acompañado de su perro, componiendo los tres una escena de una plasticidad insuperable que se recortaba melancólicamente por la carretera al atardecer. Ponía música en una vieja gramola, notas instrumentales muy distintas a las que yo escuchaba en la radio en “Peticiones del oyente”. Una jornada primaveral le pregunté sobre aquella música y él, pacientemente, me comparó la similitud de los cantos de los pájaros que enriquecían esa mañana el campo, con los trinos que brotaban en ese mismo instante de su disco. Pero no me dijo más, tornó a escuchar absorto mirando el infinito y yo me quedé más perplejo que al comienzo, sin saber apreciar muy bien la diferencia entre cantos, trinos y sinfonías.

Antes de hablar de Alfonso, lo que yo quería comentar es que las viejas historias que oíamos no serían bien vistas por los padres actuales. Supongo que les hubieran advertido a nuestros narradores que esos cuentos delirantes podían acarrear a los niños un trauma para los restos, algo parecido a una depresión infantil de consecuencias futuras imprevisibles e irreparables. En cambio ellos -los mayores, claro- y nosotros lo veíamos normal; en todo caso –ya digo- algo inquietante por lo que decía Alfonso de que podíamos pasar en vela la noche, nada grave por otra parte. Lo realmente  penoso y preocupante de esa época era que tus padres no pudieran darte de comer adecuadamente. El resto… el resto eran “mariconadas”, decían ellos mientras adquirían un aire a medio camino entre la suficiencia y la advertencia: “Te daba así, mocoso…”, y amenazadores levantaban el brazo con la mano abierta y girándose sobre sí mismos. ¡Cuántas cosas raras les pasan a los niños de ahora que desconocíamos los de entonces!

Si navegas en día soleado y calmo no dejes de mirar fijamente la superficie del mar, aconsejó Enrique que sirvió en Infantería de Marina en Bilbao. Verás que el sol choca contra las aguas formando autopistas acuáticas y luminosas, semejantes a las pistas de aterrizaje de los aeropuertos, flanqueadas a ambos lados por unos luceros diurnos que brillan rutilantes al contacto del sol con las crestas de las olas, como lo hacen durante las sobrecogedoras noches cadalseñas los luceros nocturnos colgados de la bóveda del cielo. Observa con los ojos de los niños, que todo lo miran y todo lo admiran (como Don Quijote), y descubrirás como dependiendo del lugar y de la transparencia, el tono de las aguas asume distintos colores: verde mar, azul marino, gris perla, negro enlutado… Bucea confiado y hallarás al capitán Nemo comandando el submarino Nautilus y a auténticos reinos sumergidos con su rey Neptuno dominando sobre castillos picudos, sirenas insinuantes, corales de ensueño, peces multicolores, colinas verdosas, simas traidoras, suelos resbaladizos y cielos llenos de lágrimas.

  Felipe Moreno "Chiribitas" Héroe cadalseño de Filipinas.


No olvidéis que cuando llega la noche, apostilló alguien que puso cuando menos una mirada tenebrosa, surcan los océanos depravados y sanguinarios piratas con pata de palo, parche en un ojo, garfio en la mano derecha y sempiterna embriaguez escandalosa. Ocasionalmente y entre sonoras carcajadas, acaban enamorados de la reina del burdel más cutre de un puerto olvidado en el Hemisferio Norte donde la abandonan a su desconsolado destino llevándose su nombre tatuado en el brazo. Se hacen a la mar acompañados de un loro parlanchín bajo un pabellón negro con calavera pintada sobre la cruz que forman la tibia y el peroné de su jefe desaparecido en el Caribe, después del último abordaje a un galeón español que transportaba oro de Potosí. Pero además de ellos, insistió, emergen monstruos marinos aterradores acompañados por hembras serpenteantes y mojadas que cambian los pulmones por branquias latentes llamando al Apocalipsis oceánico y destructor. ¡¡¡Ufff!!! Esto último acabó por descorazonarnos y nos quitó las ganas de conocer el mar, de remar y tan siquiera de nadar. Felipe Moreno, el tío “Chiribitas”, que además de cadalseño era de los últimos de Filipinas y que bogó por esos mares algún tiempo, nos tranquilizó riéndose de las exageraciones del tipo de mirada torva y sombría y ridiculizó su ignorancia marítima y humana. Felipe aventó cualquier temor que pudiera quedarnos al respecto cuando dijo con expresión dulce que la primera vez que se enamoró estaba junto al mar. Ocurrió en el malecón de un puerto del Cantábrico, después de darle un beso con sabor a salitre a una chica surcada por infinitas y bellas marejadas interiores, mientras su más hermoso verano adolescente se iba desvaneciendo sin remisión. Alfonso contagiado por la bonita confidencia agregó que cuando se recluye en sí mismo buscando serenidad, siempre se imagina en un apacible día de fina lluvia otoñal y huérfano de desamores, caminando lentamente y mirando distraído la arena de una playa del norte coronada de acantilados arbolados. Siguió un rato de silencio sin que nadie pronunciara palabra alguna, sólo roto por la expresión: “Ha pasado un ángel…” de Ricarda, la señora de la casa.


Cuando vi por primera vez el mar me quedé obnubilado. Aconteció en Torremolinos, lo divisé desde la novena planta de un edificio de apartamentos. Se me grabó la inmensidad del agua y del cielo que a lo lejos se confundían con la bruma mediterránea, varios veleros se encargaban de poner una nota encantadora al paisaje. Y también rememoro, de madrugada, la luna rilando sobre el mar y estremeciendo algún entrañable corazón enamorado. Jamás olvidaré la perspectiva que tuve del mismo desde un avión una tarde de septiembre. La imagen me acompaña desde entonces -y para siempre- formando parte de lo más íntimo y conmovedor de mi vida. Son esas caricias imperecederas que se morirán con uno latiendo y marcando tu existencia de emociones. En Barcelona, haciendo la mili, ya no fue igual, contemplaba el mar y no produjo en mí ninguna sensación especial. Sería la edad que te hacía ir deprisa a todas partes, sería esa etapa sin enamoramiento ni perspectiva de él en lontananza o quizá fuesen las experiencias de entonces las que desdibujaron aquella memoria náutica. Por el contrario, una noche en la bahía de Argel, calafateando nostalgias cadalseñas, me sobresaltó la mezcla desgarradora de fuegos artificiales, del mar bonancible y las composiciones sinfónicas de “Música para los Reales Fuegos Artificiales” y “Música Acuática” de G.F.Händel. Aquella combinación dejó honda impresión en mi alma. Aún hoy al rememorarlo se me ponen los pelos de punta, el corazón en un puño y los ojos vidriosos. Nada que ver con la presencia de buques de guerra de la OTAN efectuando el relevo de sus mandos en una dársena del puerto de Alicante una mañana de julio. Y es que la vida es un contraste inagotable.


    Obra de Carlos Peñalver Gisbert 


Sin darnos cuenta se nos fueron aquellos mayores, aquellas lumbres y aquellas noches cadalseñas impregnadas de amor. Desolados Paloma y yo admirábamosmos al atardecer un cuadro marinero de un pintor valenciano, creo recordar que se llamaba Gisbert, en el museo alicantino MUBAG. Acaban de llevarse el hijo muerto de una familia. El padre tiene la mirada perdida junto a la lumbre y apoyada la cabeza sobre sus manos; la madre, transida por el dolor, agarra con fuerza una sábana blanca que cubre una mesa en el centro de la pieza. En su violento arrebato arroja del mueble los jarrones, el agua, las amapolas frescas, los retratos del hijo y todo lo que podrían haber sido él y sus noches bellas en el futuro. ”Solos”, aparece escrito con una fecha en la parte inferior derecha del lienzo. Amargamente solos en alta mar, recluidos para siempre en el recuerdo del hijo. Patetismo, tristeza, coraje, la vida en estado puro. El arte desgarrador que viene a abrazarnos, a sobresaltar los cimientos de nuestro sentimiento más humano. Nos alejamos pero nos imanta a los dos y volvemos asombrados, sobrecogidos, maravillados… Y es que es cierto, ¡SI!, que del tejado se cuela un haz de luz, como de esperanza… De las paredes de la sala penden infinidad de cuadros de reconocidos artistas con decenas de santos, catedrales y paisajes marinos. No nos interesan. Nos arrebata un cuadro inundado de tristeza y ternura de un pintor casi desconocido. Es nuestro arte, nuestro sino, ese que nos conmociona, que se te mete por las venas y te hace ver lo que pasa en los espejos y en los corazones de las personas cuando nadie los mira. No entiendo ningún otro arte que no sea capaz de emocionarnos, de vaciar de contenido nuestro lado más ingrato y ayudarnos a ser mejores caminando en nuestra compañía.




Paloma y yo recorríamos el otro día en un barquito el litoral levantino. Apoyados sobre su barandilla no cesaba ni un instante de reflexionar sobre estas cosas. “¡Ya está!”, susurré para mí. Era “Primavera”, de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, el concierto que escuchaba Alfonso aquella mañana en que le abordé y me explicó el recital que tenían montado los pájaros de Tórtolas y los de su disco. Ahora vuelvo a ser feliz apreciando y saboreando de nuevo sus enseñanzas lejanas. Advierto que en el palo de mesana algún gracioso ha tenido la feliz ocurrencia de izar la bandera pirata junto a la española. Me invade en ese momento una euforia interior indescriptible que me hace exclamar mirando a lo alto: “Muchachos, ¡Ya tenemos tema para el abordaje de nuestra próxima cita nocturna!” Y es que nuestras infancias estaban llenas de juegos, leyendas e imaginaciones. Muchas imaginaciones que nos hacían volar y tocar el cielo.


 
Miguel MORENO GONZÁLEZ

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