La calle de la Sangre y la Muñana
La calle de la Sangre y la Muñana
Mañanitas de niebla, tardes de paseo.
Pues eso, que paséis un buen día y que la opacidad de la niebla no os deje ver la belleza de Cadalso. Serán sólo unas horas, tal vez menos y por la tarde un buen paseo para admirar los colores del otoño que se reflejan en cualquier lugar de la Villa. Cadalso me reanima. Buenos Días a todos.
Entre Plazolillas. Cadalso maravilloso.
HA MUERTO MI QUINTO, JOSE LUIS MATATOROS VILLAVERDE
Se ha muerto José Luis Matatoros
Villaverde, “Santi”, nació en Cadalso
el mismo día, mes y año que servidor. Nos fuimos juntos a la mili e hicimos juntos
todo el campamento. Salimos de buena mañana de octubre de 1976 de Cadalso hacia
Madrid acompañados de mi padre. De allí en tren hasta Figueras (Gerona), con
escala en Barcelona, luego un autobús militar nos trasladó al campamento de
instrucción sito en San Clemente de Sasebas (Gerona), CIR nº 9, cerca de la
frontera con Francia.
En el mismo barracón, con idéntica
esperanza y en la misma litera dormíamos cubiertos de mugrientas mantas: él
arriba, yo abajo. Creo recordar hasta los números que nos asignaron para el
reclutamiento: 1742 para él, 1743 para mí. Aprendimos a desfilar a la vez y a
desarmar y armar el CETME pieza a pieza. José acababa antes que yo y le daba
tiempo a ayudarme (siempre fui un “manazas”).
Una atardecida fuimos de marcha nocturna y acabamos en la frontera con Francia.
Nuestro teniente se despistó y suplió su falta de pericia y orientación con
educación. Pidió perdón diplomáticamente a los gendarmes franceses del puesto
fronterizo. Volvimos con los pies llenos de callos y rozaduras de aquellas
pesadas botas militares.
Algunos fines de
semana veníamos a Cadalso (“Santi”,
Anselmo y yo) y volvíamos a San Clemente en autobús (¡menuda paliza!); otros
nos acercábamos a Figueras a ver el museo de Dalí o la bonita plaza de toros
que tenían en dicha localidad; también íbamos a Barcelona a pasear por Las
Ramblas. En una de esas excursiones tuve un accidente y me ingresaron en el
Hospital Militar de Gerona. Él me mandaba las cartas que me escribían para que
yo pudiera contestarlas y así nadie se enterara de mi convalecencia (“Santi” y el Ejército se portaron bien
con servidor…) Después de Jurar Bandera nos separaron. No estoy seguro de su
destino, ¿quizá fue a Lérida? Yo fui a Barcelona, a Hospitalet, concretamente.
En sus ratos
libres en el CIR le gustaba tejer con lana multicolor gorros, bufandas, adornos
variopintos… que les regalaba a su familia y a su novia, Carmen Rico, luego su
mujer y ahora su viuda. Tanto empeño ponía en su quehacer que se cortó el dedo
índice de su mano derecha. En una foto que nos hicimos, él aparecía con su mano
escondida en la espalda para que su familia no le viera el vendaje. Trenzaba
sobre un marco de madera apoyado encima de nuestra litera de aluminio. Lo hacía
con maestría y agrado con una aguja
grande… ¡Qué bonitos le quedaban! Yo le miraba absorto y entretenido con su
pericia. “Santi, acaba y vámonos a la
cantina a merendar”. Levantaba la vista de su humilde obra de arte: “Migue, espera, que acabo de rematarlo en
rojo…”
Salíamos hacia la cantina que estaba en lo
más alto del campamento, donde más soplaba la tramontana. “En Cadalso no hace tanto aire como aquí, ¿verdad?” “¡Qué va, “Santi”, qué
va! Allí es más suave y parece que te acaricia, aquí no nos deja ni andar.”
Ese aire cadalseño te llevó esta mañana consigo, se tejió zalamero a tu enorme
y noble corazón. Yo no sabía, ¡qué iba a saber!, que en aquel entonces José tejía
paciente su corazón al mío. Hoy me lo dijo con su última mirada, mientras su
familia me lo recordaba: “Siempre hablaba
con mucho cariño de ti…” ¡De tanto tejer corazones, se te destejió el tuyo…
Santi, quinto!
Miguel MORENO GONZÁLEZ
Plazolilla y Sangre, calles de Cadalso
Es difícil olvidar el pasado, aunque siempre es mejor vivir el presente y soñar con el futuro. La esquina de la foto es parte de ese pasado cadalseño que muchos llevamos dentro, aquí estuvo durante décadas la panadería de la Corsina, el horno y el olor que llenaba todo el barrio a pan y magdalenas. Hoy todo ha cambiado, sólo quedan algunas estrofas de aquellos días que van desapareciendo a través del tiempo y la desaparición de los que por aquellos días poblaban este barrio y este pueblo. Bueno, sigamos viviendo y pensamos en el futuro. Cadalso me reanima. Buenos Días CADALSO:
(A Balta y a sus Clásicos cadalseños, que, incansable desde hace catorce años, nos enseña a amar la música y a lo nuestro en Radio Cadalso…)
UN SORDO QUE OÍA LA MÚSICA EN SU INTERIOR
Beethoven era un genio. Tenía la cabeza llena de pasión. Tengo una suscripción
a la Filarmónica de Berlín. Hay días que se los dedico casi en exclusiva a la
música, especialmente a él. Las imágenes, el sonido, las tomas, los gestos y
las expresiones conmovidas de los profesores, el dinamismo de la batuta del
director, las tomas al ralentí del auditorio, las lágrimas de algún (a)
espectador, las notas virtuosas de los instrumentos… son puro goce, un
irrefrenable entusiasmo.
Cuenta Balta en su programa de las tardes sabatinas de Radio Cadalso, “Los Clásicos al Atardecer”, que Ludwin
poseía una personalidad dificilísima, un punto atormentada. Sin embargo,
componía música maravillosamente. Qué cantidad de matices, giros, notas… Creaba
de forma arborescente, embriagadora, total, única… Utilizaba todos los
instrumentos, todas las sensaciones, todo lo que la vida le regaló y que él,
generoso, lo compartió con todos nosotros agradecido.
¿Qué andaría por su cabeza para crear tanta belleza? En sus comienzos fue
denostado injustamente por la élite musical asentada. Consideraban esos expertos que su música más que tal era
simplemente ruido. Ya, ya, ruido… Fue algo rutilante jamás creado hasta
entonces. Eso es lo que era (sigue siéndolo) este genio musical, revolucionario
e innovador.
Me gustaría estar perdido entre la orquesta de manera invisible para
sentir y observar la música en estado puro. Me fascina la forma en que los
profesores se abandonan a su creatividad, sus gestos, sus movimientos, su
impronta sentimental… Sus ojos, esos ojos de los músicos, desprenden poesía.
Todos los humanos sabemos que tenemos algo dentro que no sabemos descifrar y
que moriremos con ello. Beethoven halló el medio de hacerlo: ¡La Música!
Siempre he pensado que cada uno de nosotros, los humanos, somos únicos,
irrepetibles, especiales… Oyéndole me reafirmo en esa aseveración. Flotar,
volar, emocionarte… Fue él quien me descubrió que puedo volar sin tener alas.
Volar con la imaginación… A notas llenas de pasión arrebatada le suceden otras
de una sutileza sobrecogedora. Sordo se quedó creando una música nueva y
maravillosa que oía en su interior, mudo no quedó: “Yo compongo música para que me quieran…” Con tanto ahínco lo hizo,
que muchos jamás dejaremos de quererle…
Miguel
MORENO GONZÁLEZ
El Almanzor. Verano en Gredos
"He estado hace pocos días en los altos de la sierra de Gredos, espinazo de
Castilla; he acampado dos noches a dos mil quinientos metros de altura, sobre
la tierra y bajo el cielo; he trepado el montón de piedras que sustenta al
risco de Almanzor."
Siempre es un placer visitar Gredos, siempre me lleno de muchas cosas que me llevan a otros tiempos y otros compañeros, es sencillamente volver a vivir experiencias que se alimentan de décadas de montaña. Una tarde llegas a la plataforma, te preparas, atraviesas el Prado de las Pozas, cruzas el puente y ya estás subiendo a Los Barrerones, de pronto aparece el Circo de Gredos con sus altivas y pétreas cumbres. están todas rodeando al rey Almanzor, te detienes y observas la laguna, el refugio, y respiras una vez más, porque tienes la gran suerte de estar de nuevo aquí, todo un lujo después de tanto tiempo de confinamiento y de años acumulados a la edad.
Un paso obligado
En los inviernos de aquella época era un lugar frío, oscuro, ideal para sentir la soledad, hoy es un paso casi obligado, por qué se preguntarán algunos, está claro, porque aquí parece que todo siga igual, que no haya transcurrido el tiempo, que los recuerdos todavía sigan flotando en el corto espacio y tiempo que tardes en cruzar de un lado a otro. De chico, como decíamos antes, ahora se dice más de pequeño, lo conocíamos muy bien, era nuestro escondrijo de juegos y aventuras, de descubrimientos amorosos de los que tenían más edad, de visiones casi prohibidas para la época, de ocultos placeres, de tantas cosas que la vida nos ha ido quitando, por la edad o por el tiempo, tantas que hoy lo llaman el Callejón del Tío Ricardo, y antes siempre fue el Callejón de la Felipa, o simplemente el Callejón, claro que no tiene n el mismo peso los dos personajes, pero ambos fueron y seguirán siendo protagonistas del Callejón, al menos hasta que la existencia haga desaparecer a los que por entonces éramos chicos, de edad claro. Cadalso me reanima. Buenos Días.
Bola y ciprés.
Desde Ronda de la Sangre
El Retiro, placer madrileño.
Herrando al borrico de Juanito "Carabañas"
(A él, que tan mal lo está pasando…)
AMOR DESAGRADECIDO
Nadie sabe como él del amargor del cariño. Los hombres y mujeres con
apariencia interna de sanos. Los hombres y mujeres que andan por el mundo, que
van y vienen de sus negocios y de sus vidas jugando con su educación hipócrita…
nada saben de lo que es amar, de lo que significa amar en una lucha titánica,
feroz y desigual contra las propias creencias de uno, contra el reloj inexorable
de la vida que marcha sin piedad alguna…
Nada saben de lo que es amar; porque nada saben de agonías, ni de tristezas, ni del silencioso tránsito que se alarga, casi indefinidamente, para no morir un día poco a poco con uno mismo en soledad… Nada saben de lo que es amar porque nada les ha sido vedado, porque la vida siempre les ha dicho que sí, porque nunca se sintieron al borde del abismo desahuciados… Nada sabe del amor esa persona que se sabe amada y cambia ese amor por rebajarse hasta el infinito por una falsa adulación…
Porque ellos no han sentido que todo el cariño que tenían reservado para
una larga existencia, hubieron de darlo de golpe y entero a eternos y
sobrecogedores pensamientos sin fin. Es entonces cuando te das cuenta de que nunca
el tiempo vale tanto hasta que, sin reloj, adviertes que te quedas sin él, que los
dramas del amor ni siquiera registran su marcha a gemido por segundo, a suspiro
por minuto, ni a pena por hora…
Miguel MORENO GONZÁLEZ
Ayer la niebla de apoderó de Cadalso
MUCHAS FELICIDADES
Porque 91 años no se cumplen muchas veces, porque te quiero, porque eres una gran cadalseña, porque siempre has estado junto a nosotros, porque amas la vida y a las gentes de tu pueblo, porque todo el que se acerca a ti es bien recibido, porque no existen ni clases sociales ni políticas para que les aprecies, porque tu amistad es sana, porque a tu lado nadie se siente extraño, porque con 91años le das al móvil, a internet y al Facebook, porque hay tanto que agradecerte que nunca acabaría, por esto y sencillamente porque eres mi tía, te quiero felicitar. MUCHAS FELICIDADES.
Desde San Antón
Cuando te detienes en San Antón, uno, que ya tiene su edad, advierte la presencia de personajes que antaño vivieron y vagaron por aquí. Ya nada es como antes, apenas se oyen pasos, las chimeneas no echan humo, en los amaneceres no se escuchan cascos de caballerías, ni el sonido de tantos que un día con sus voces acariciaban con cariño este barrio. A veces, no siempre, pienso que este pueblo se está vaciando, aunque yo, como muchos, seguimos apreciando este trozo de tierra. Cadalso me reanima. Buenos Días CADALSO.
Una calle con recuerdos
Todas las calles tienen recuerdos, a veces de momentos vividos y otros
de personas queridas. Cadalso maravilloso. Buenos días Cadalso.
Otoño en la viña
Amanece con lluvia sobre Cadalso, los campos ya descansan y las viñas han perdido sus hojas, sólo alguna se resiste a morir, mientras las gotas de agua se aferran a ellas como queriendo que claudique ante el inminente mal tiempo de otoño. Seguramente sea la última imagen que nos ofrezca esta cepa, luego tras la poda se sumirá en el descanso invernal. Cadalso es maravilloso.
Camino de Casa de Tablas
PUEBLOS Y GENTES DE ANTAÑO
Las cosas de los pueblos tienen un encanto
especial que no se encuentra en ninguna otra parte. Sea cual fuere el destino
de un hombre, el sello rural lo marcará de por vida. Tú ves a un director de
banco, a un ejecutivo o a un Presidente de una Comunidad-Nación y al rato de
hablar con él notas enseguida si gateó por los árboles a coger nidos o si
anduvo metido en travesuras nocturnas riéndose de un paisano que a lo mejor,
corriendo el tiempo, sacó matrícula de honor en todas las asignaturas para
convertirse en ingeniero. Y si te fijas un poco notarás que alguno de ellos (o
todos) tiene una cicatriz como recuerdo de una “cantea grande”, o quizá la tiene porque se resbaló subiendo a una
higuera y cayó de bruces sobre una lancha “resbalosa”.
Nacer y vivir en un pueblo da al hombre una sabiduría agraria, una astucia y un
conocimiento de la vida que no se puede aprender en los libros. Parece mentira
que un ayer tan cercano sea casi prehistoria.
El refranero no es más que una muestra
apretada de la filosofía rural ante la vida. Es imposible resumir todos los
libros de Humanidades con la síntesis certera que lo hace un refrán montaraz.
Ningún letrado sabrá andar por la vida con las defensas naturales que tiene el
niño que se ha lavado en la pila con el agua del pozo de su vivienda, o ha
llevado una lata volteándola con las brasas de la lumbre desde su casa para no
pasar frío en la escuela. Pero la vida ha dado un vuelco y a los pueblos ya no
hay quien los conozca. Han llevado el Internet, los móviles y el coche de gama alta
“tuneado” con la música a todo trapo.
Los chavales se han convertido –antes del virus sin corona- en nómadas y
desaparecen los fines de semana para hacer “botellón”
en cualquier lugar que han puesto de moda. ¡Ah! Y no se ponen una camisa o unas
zapatillas si no son de una marca determinada. La televisión y las “redes sociales” les han sorbido su
identidad individual para convertirlos en una rara amalgama colectiva de
difícil identificación.
Por eso ha desaparecido todo lo que nos era
común a las pasadas generaciones como aquellos cines veraniegos al aire libre que
eran tan familiares. Desde la abuela hasta los nietos llevaban las sillas de
enea para sentarse y, como es cosa natural, no había besos de tornillo en la
pantalla ni se había inventado la última fila, aquella que al pasar el tiempo
llamaron “la fila de los mancos”. Y
tantas otras cuestiones que eran mágicas para nosotros como lo eran los cuentos
que nos leían al acostarnos. Ni rastro queda de aquella vida rural que poseía
un fuerte contenido romántico.
Los tiempos avanzan y al igual que mis
padres no me entendían a mí, yo tampoco entendí a mis hijos, ni éstos
entenderán a los suyos. Desde hace mucho oí decir que es ley de vida. Esa ley te aísla abstraído en los recuerdos de tu vida
y ayudan a mejor preparar un futuro incierto que, lógicamente, tiene menor
recorrido que el pasado vivido. El presente me sirve ahora para reflexionar y
meditar lo mucho que me equivoqué y lo muy feliz que fui gracias a mi familia.
Siempre renunciaron a sus pequeñas ilusiones para dárnoslas a nosotros. Todo lo
que ellos jamás poseyeron nos lo envolvieron amorosamente con el papel-regalo de la felicidad... Esa
felicidad que constantemente me invita a mirar hacia atrás.
(En recuerdo de Alfonso Navalón, que escribía de estas cosas con emoción)
Miguel MORENO GONZÁLEZ
3 Maravillas del Valle del Tiétar 3
Castaños entre pinos.
Arroyo del Boquerón
Desde la Ronda de la Sangre.
Pico de la Miel
Cedro del Atlas. Un bello árbol de Cadalso
De Cadalso me gusta hasta sus árboles, belleza natural la que nos proporciona este inmenso cedro. Buenos Días Cadalso.
(A Ildefonso. In Memoriam)
MENSAJE DEL JEFE INDIO
SEATLE EN 1854
¿Cómo se puede comprar o
vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es
desconocida… Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las
aguas, ¿cómo podrán ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada
para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas,
cada gota de rocío en los obscuros bosques, cada altozano y hasta el sonido de
cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que
circula por las venas de los árboles lleva consigo la memoria de los pieles rojas.
Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen
cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio nuestros muertos
nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra
y, asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras
hermanas. El venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos.
Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y del
hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por todo ello, cuando el
Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras
tierras, dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir
confortablemente entre nosotros. Él se convertirá en nuestro padre y nosotros
en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Pero
eso no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.
El agua cristalina que corre
por ríos y arroyuelos no es solamente agua sino que también representa la
sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, deben recordar que
es sagrada y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada
reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y
memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del
padre de mi padre.
Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos y, por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo
de vida. Él no sabe distinguir entre un pedazo y otro de tierra, ya que es un
extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es
su hermana sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás
la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos.
Tampoco le importa tanto la
tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos y son olvidados. Trata a su
madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran,
se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará
la tierra dejando atrás sólo un desierto. No sé, pero nuestro modo de vida es
diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizás sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende
nada.
No existe un lugar tranquilo
en las ciudades del hombre blanco, ni
hay sitio donde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera o
cómo aletean los insectos. Pero quizá también esto debe ser porque soy un
salvaje que no comprende nada. El ruido sólo parece insultar nuestros oídos. Y
después de todo, ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el
grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al
borde de un estanque? Soy un piel roja
y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la
superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por
la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos.
El aire tiene un valor
inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo
aliento: la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del
aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es
insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que
el aire no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que
sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también
recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben
conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento
perfumado por las flores de las paraceras.
Por ello, consideramos su
oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré una
condición: El hombre blanco debe
tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos. Soy un salvaje y no
comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las
praderas, muertos a tiros por el hombre
blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una
máquina humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos
únicamente para sobrevivir.
¿Qué sería del hombre sin
los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una
gran soledad espiritual; porque lo que le sucede a los animales también le
sucederá al hombre. Todo va enlazado. Deben enseñarles a sus hijos que el suelo
que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la
tierra está enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan
respetarla. Enséñenles que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra
es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de
la tierra. Si los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos.
Esto sabemos: La tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo que ocurra a la tierra, les ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo.
Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, no queda exento del destino común. Después de todo, quizá seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizás el hombre blanco descubra un día: Nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes podrán pensar ahora que Él les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. Él es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para Él y si se daña, se provocaría la ira del Creador. También los blancos se extinguirán, quizás antes que las demás tribus. Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.
Pero ustedes caminarán a su
destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo
a esta tierra y que, por algún designio especial, les dio dominio sobre ella y
sobre el piel roja. Ese destino es un
misterio para nosotros, porque no entendemos por qué se exterminan los búfalos,
se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques
con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes
colinas con cables parlantes. ¿Dónde está el águila? Desapareció. ¿Dónde está
el matorral? Destruido. Termina la vida y comienza la supervivencia.
---Prometieron a Seatle que le respetarían si iba a la Ciudad de los Soldados y hablaba con el jefe Wasichu. ¡Mintieron! No le llevaron a hablar con el jefe, sino a la pequeña habitación con barras de hierro en las ventanas, porque habían proyectado librarse de él. Y cuando vio lo que hacían, Seatle giró sobre sí mismo y sacó un cuchillo de debajo de su túnica y se lanzó contra todos los soldados. Pequeño Gran Hombre, que había sido su amigo y el mismo que nos había felicitado –a nosotros, los muchachos- por nuestro coraje en el primer combate, cuando atacamos los carros en el War Bonnet Creek, le agarró por la espalda e intentó arrebatarle el cuchillo. Y mientras luchaban, un soldado le clavó la bayoneta en un lado de la espalda, y Seatle se desplomó y empezó a morir. Lo recogieron y le llevaron a la oficina del jefe. Los soldados se desplegaron alrededor de ella y no dejaron entrar a nadie e hicieron que la gente se alejase. Mi padre y yo volvimos a nuestro campamento.
El
Alce Negro Cadalseño