Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 17 de noviembre de 2022

A UN COMPAÑERO DESDE LA NOSTALGIA, por Miguel Moreno.

 A UN COMPAÑERO DESDE LA NOSTALGIA

 

    De alguna manera aquí va resumida nuestra versátil convivencia a lo largo de nuestros años, obviamente con algunas excepciones que he creído apropiado no incluir. Al principio no te enseñaba nada porque recuerdo que  te consideraba -y sigo considerándote- algunos escalones por encima y además mejor persona. Un poco como lo que dicen del Paula: “Es buen gitano y mejor torero". Eres distinto pero a la vez tan cercano que incluso llegas a explicarme y llenar de contenido mi personalidad (en ocasiones inexplicable para mí) que existía sin cimientos sólidos -ahora tampoco los tiene pero al menos lo disimula más-. Es una de esas raras coincidencias en que vas viendo, casi siempre despacito, que tu personalidad se complementa con la otra enriqueciéndose.

 


    Recuerdo la gran satisfacción que recibí la primera vez que me dijiste que te había gustado un escritito mío, y eso que al principio dudé por si sólo fuera un cumplido al uso. Comprendí que eras sincero cuando después rememoré (soy un poco rumiante) la manera en que se produjo: Nada más llegar al trabajo, dos golpecitos tuyos en mi hombro (como a mí me gustan), una frase cariñosa y todo ello antes de que te sentaras (yo lo estaba), y pusieras la inmortal Sinfo Radio, con ella me enseñaste a amar la música clásica. Aquello ni siquiera tenía título y su contenido hablaba sobre mi primer gran amor brotado en Málaga junto al suave y acariciador -ya sabes-, runrún  de las olas y la bella sensación del comienzo de las cosas hermosas. Cómo sería de intenso que aún hoy  -cien años, ya- nacen días en mi memoria con los mismos colores de entonces. Me sucede muchas veces con muchas de mis cosas inolvidables que poseen la magia de volverme a hacer feliz.

 

    Luego estuvo tu profundo respeto ante mis retraimientos, ese procurar que el ambiente fuera lo más sereno posible, que no se colara ninguna estridencia que pudiera dar al traste con algo parecido a la armonía. Descubrí entonces que cuando mejor nos hemos comunicado fue a través del silencio; siempre lo he pensado, por eso en los momentos más complicados la mejor manera de hablarnos era no hacerlo. Cómplices fuimos desde el silencio y nos dábamos aliento desde el pensamiento que es lo más íntimo e intransferible que poseemos. En aquel tiempo me soportaste más que yo a ti, fuiste tremendamente generoso, me hacías sentir que lo mío también podía ser posible. En definitiva, has creído en mí y uno siente que eso es lo más bonito que le puede pasar: Te da seguridad, te ayuda a seguir, procuras ser recíproco en el cariño y hablas de todo aquello que antes te daba grima. Confianza e identificación puede ser… 

    Yo sé, al menos en lo que a mí respecta, que todo pudiera haber sido, como te diría yo… como más elocuente si el destino de las cosas no se hubiera metido por medio, pero a veces es irremediable. Nadie tiene culpa de ser como siente: Es la tragedia producida cuando las razones de las personas chocan unas contra otras y provocan incendios desoladores de sentimientos que nos hacen vivir malheridos por las esquinas. Secretos que pertenecen al otro lado de las cosas, a lo insondable del ser humano. 

    A veces no me gusto, no estoy satisfecho con mis actos y eso que me esfuerzo por evitarlo y ser mejor, pero no consigo armonizar mis distintas personalidades y entonces lo achaco a esos secretos inexplicables. Yo, como decía el director de cine Sam Peckinpah, estoy cerca de ser un hombre malo. Otras veces en cambio juego a sacar la emoción de las cosas y de las gentes y cuando lo consigo soy feliz. Soy dichoso donando sangre, observando lo bien que colocan unos ladrillos, cómo se recrea el campo con las estaciones, cómo me cortaban el pelo en Cadalso mientras "Trucha", el peluquero, coetáneo de mi padre, me adormecía narrándome vivencias que tuvieron en común. Tengo días pletóricos en los que parece que la felicidad está derramada por doquier; aprovecho entonces para sentarme en el umbral  de esas jornadas para ver como discurren, al tiempo que, sin esfuerzo, voy integrándome en ellas.

     Sucedieron dignas nuestras tardes cerveceras: Mi incontinencia verbal; tu paciencia; las notas tomadas con antelación para luego comentarlas contigo; los imprescindibles frutos secos; los lugares donde las pasábamos; la atardecida navideña en la Venencia con un gato pardo sobre el mostrador y entre las botellas, mientras unos finos nos iban desnudando por dentro (no sé si ese gato era parecido a aquél otro de Dalí que contemplaba satisfecho un velero que surcaba perezoso la costa marbellí); en febrero fue aquella cena con las señoras en la taberna Cervantes, después de volver Paloma y yo de los toros de Valdemorillo; los conventos donde yacen las monjas; la tarde (¡inolvidable, hermosa, maravillosa!) de la presentación del librito emulando las cosas que pasaban otras tardes en el viejo caserón de  enfrente. Y hasta cuando aquel 12 de Octubre -torrencialmente lluvioso- apareciste junto a Maribel ante la verja de nuestra casa cadalseña con vuestros ojos y movimientos confusos, como presagiando la emoción que producen las sorpresas cariñosamente intuidas; cubierto todo –sensaciones y personas- por un paraguas negro apoyado sobre tu hombro izquierdo. Soy muy raro y procuro recibir en mi casa sólo a aquellos que son capaces de transmitirme algo a lo más íntimo de mis sueños. Lo captaste y quisiste hermosearlo con esa sorpresa especial que pasa siempre directa y sin llamar a la puerta del corazón.   

     Por ti supe (y un poco tú por mí) que mi vida infantil y adolescente era como un ingenuo poema que me nacía de dentro para embellecer mi primera singladura; que por fin alguien entendía que sin necesidad de jugar con mis amigos a los indios yo jugaba; que sin buscar nidos yo los encontraba; que sin tener tirador yo me impulsaba lejos y alto, que sigo oyendo en las madrugadas frías el ruido del agua con la que mi padre se lavaba la cara, y aquel golpecito que daba a la puerta con tacto para que se encajara, soltando luego suave su peculiar manivela circular; vete tú a saber si aún conservará las huellas de su tacto… Bien, pues por ti averigüe que aquello fue bonito y lejos de causarme un trauma infantil lo que me ocasiona es satisfacción cada vez que lo rememoro. 

    Bueno, como prólogo o introducción a la "obra" ya está bien. Tenía más cosas que contar pero lo dejo para una futura ocasión, ahora ya no me apetece continuar sin antes saber si te aburro. No quisiera abrumarte con mis cosas. 

                                  

                               Miguel MORENO GONZÁLEZ

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonito Miguel si yo fuera tu compañero estaría orgulloso de este escrito , ahh y una casa yo también creí en ti y me gusta cómo escribes un abrazo 😘

Maria Antonia Hernández

Anónimo dijo...

Gracias, colega.. No se me ocurren las palabras adecuadas.. El sentimiento es mutuo.. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Que grande Miguel, ese compañero- amigo debería estar más que orgulloso de tu consideración hacia él.
Pepe Vázquez

Anónimo dijo...

Precioso escrito de D.Miguel de "Cadalso y Sabiendas" Moreno. Eres una persona.."Grandísima"... Enhorabuena amigo.
José A. Álvarez G. de Guzmán

Anónimo dijo...

Precioso. Me he emocionado. Gracias por la parte q me toca.

En soledad el arte florece.

Rafael Soto Moreno.

Miguel Moreno González dijo...

"Precioso. Me he emocionado. Gracias por la parte q me toca. En soledad el arte florece.
Rafael Soto Moreno.".

Este nombre se corresponde al nombre original de Rafael de Paula y acabo de ver este comentario firmado con ese nombre. Aunque tuvimos una gran relación amistosa, dudo, no obstante, que a Rafael le llegará mi escritito. En cualquier caso, es bonito lo que comenta y se lo agradezco a quien lo haya puesto, así como a todos los que han comentado con tanto cariño dicho escritito. Gracias.

Anónimo dijo...

Bonito escrito hacia ese amigo que juntos os compenetrasteis y disfrutasteis de grandes momentos, porque parece como que existía una compenetración mutua de admiración y amistad 😉. Luis M. González

Anónimo dijo...

Bonito escrito.
Has tenido q dejar huella en tu trabajo.

Rafael de Paula es cierto se llama Rafael Soto Moreno.

Bienvenido al blog Cadalseño.


Jorge García Escudero

Anónimo dijo...

Me ha encantado tú escrito, tú compañero debe de estar muy orgulloso, por las palabras que le dedicas y por las que callas pero los dos sabéis, que gente ahí en mí pueblo, que gente mas sabía y buena y no ahí nada en esta vida qué ser cadalseño y tener a nuestro Cristo del humilladero,

Carmen Lopez Martín

Anónimo dijo...

He esperado varios días hasta tener el suficiente tiempo de sosiego para leer tu escrito... y he acertado. Sabias y sinceras reflexiones sobre alguien, Rafael Canellada, a quien traté en pocas ocasiones pero que me parecía una gran persona. Tus palabras confirman mi impresión sobre él.
Gracias por convertir en retrato el esbozo que yo tenía de él.
Un abrazo, Miguel.
Luis C. Trijueque

Anónimo dijo...

Muy bonito Miguel te expresas muy bien y se ve que lo haces de corazon

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