FERNANDITO MORANTE SOBRE NUBES Y SONRISAS
No fallabas. Siempre llegabas el último y te ibas el
primero de nuestras cenas anuales. Aparecías expresivo y risueño diciéndome: “No me mires como un inspector de Hacienda,
Miguel Ángel, que enseguida te pago”. El nombre compuesto de Miguel Ángel es
uno de los restos que me quedan de mi paso por esa empresa, jamás conseguí de
vosotros que me apearais del Ángel; supongo que eran las cosas de aquella
España de entonces con aspiraciones angelicales. Tomabas asiento junto a
Manolito y rápido éste te acariciaba insistentemente tu frente perlada mientras
tú no dejabas de moverte sobre la silla al ritmo de tu sonrisa contagiosa y tu
mirada satisfecha, al tiempo que te tocabas en circulo la barriga con la mano derecha
y te quejabas en voz alta: “¡Dios, qué
acidez!”.
Después nos narrabas las novedades que habían jalonado
tu vida durante el último año, las recibíamos con enorme regocijo acompañadas de
tu afecto y de la propaganda de tu empresa, grabadas ambas en un calendario
pequeño que nos regalabas anunciando el año venidero y con nuestra próxima cita
incrustada en tu corazón. Luego, sin más, reíamos alborozados cuando con tu
habitual gracejo nos recordabas nuestras experiencias jóvenes en Garza: Cuando
tus excursiones a la nieve y tus viajes veraniegos en tu viejo y destartalado
vehículo… Cuando conociste a Marcela, tu mujer, de la que decías que con solo
enseñarle tu ropa interior se quedó embarazada de tus hijos… Cuando aquel famoso
e inolvidable viaje con Aguña a Pamplona, con un convento de monjas de por
medio… o “por el presente comunicado le comunico que no le comunico nada…” Guardabas
en el cajón inferior de tu mesa un sobre con todos tus “comunicados descojonantes” escritos con arte en un instante, todos
seguidos, sin comas, sin puntos, sin espacios, sin malicia…
Contigo sentíamos que recuperábamos algunos de nuestros
proyectos juveniles e, incluso, aquel primer amor humilde e ingenuo que nos
corroía el corazón y nos dejó un rastro de ternura parapetado tras
Aquí estamos junto a ti esta noche: Abelardo, Aguña,
Carretero, Largo, Manolito, “Miguel
Ángel”, Velasco… Pero nos faltas tú, Fernandito Morante. Y es que volvió a
vencernos otra vez el cruel destino dejándonos desamparados y con una pena más
en el alma. Al llegar hemos mirado por los rincones y descubrimos el esqueleto
de tus palabras y tus sonrisas diseminadas por esta velada triste que nos trae una
mezcla de dolor por tu ausencia y de alegría por tu añoranza. Sabemos nosotros,
tus amigos, que en algún lugar en las alturas han de existir restaurantes tiernos
y eternos donde reunirnos anualmente contigo para ser felices. Mándanos la
dirección de alguno que te parezca el más apropiado para quedar este otoño.
Y ahora paro, Fernando. Perdona, pero me estoy
emocionando. Se me están viniendo de golpe muchos amores ausentes. Voy
despacito a colocarlos.
Miguel MORENO GONZÁLEZ
8 comentarios:
Precioso Miguel.. Ángel... por supuesto...je.... habrá sido muy duro para vosotros... Lo siento. Que Dios le tenga en su Gloria. Amén.!!...un abrazo fuerte amigo.
José A. Álvarez G. de Guzmán
Cuando tú hablas así de bien de él si que tuvo que ser buen compañero y muy buena persona
Joder Miguel aún sin conocer a tu amigo es imposible no emocionarse ni estremecerse ante la dulzura, el cariño y la ternura con que has escrito este texto...
Pepe Vázquez
Con mis amigos de la infancia me reúno a comer cada mes y medio. Hace tiempo que dos de ellos dejaron sus sillas vacías. Hace nueve días otro de nuestros amigos se despidió de nosotros porque, quizás, esa iba a ser su última comida. Desde hace cuatro años un cáncer le va arrebatando la vida y ya le han dicho que no se puede hacer nada más, tiene sus días contados. Es el sino de hacerse viejos, vamos descontando de nuestras reuniones sin sumar a nadie. En la antigua Roma consideraban que las personas morían cuando eran olvidadas, eso no les ocurrirá a los que dejan vacantes en tu entorno porque ahí estarás tú para perpetuar su recuerdo con tus escritos.
Un abrazo.
Luis C. Trijueque
Gracias Miguel,ciertamente los recuerdos que tengo no se me olvidarán nunca.Un abrazo.
M. Largo
Tristeza al echar la vista atrás, en el camino, y darte cuenta, de que ya son muchos, los que han dejado de caminarlo.
Te inunda el desasosiego y te hace perder la esperanza, de otra vida...
Jero
Grandes palabras para una persona, que sin conocerla, sé que se hacía querer y disfrutaste mucho junto a ella. Siempre estará en tu corazón.
Luis M. González
Gracias a todos. Fernandito Morante era una de esas personas que te mostraba la alegría de vivir.
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