Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 16 de diciembre de 2021

DE LA RESIDENCIA MARAVILLAS BROTAN MARAVILLOSAS FANTASÍAS..por Miguel Moreno.

 DE LA RESIDENCIA MARAVILLAS BROTAN MARAVILLOSAS FANTASÍAS

            


Algunas mañanas voy a buscar al niño Moisés a La Casita de los Niños, Atrapasueños. Noelia y sus compañeras son atentas y cariñosas con los críos. Después de recogerle observo a unas personas singulares por la calle. Es un mundo enternecedor al que nunca antes había prestado suficiente atención. Los últimos 46 años sólo estaba en Cadalso los fines de semana y las vacaciones. No tenía la calma y el sosiego necesario para descubrir estas escenas. Ahora, de “jubilata”, todo discurre más tranquilo, quizá más reflexivo…

            Uno de ellos arrastra trabajosamente los pies dando pasitos cortos y, al principio, al verle, me inquietaba cuando llegaba ante un bordillo. “No podrá salvarlo” -pensaba- mientras hacía ademán de alargar mis brazos para sujetarlo. Pero sorprendentemente es lo que mejor hace. Se para, mira, calcula y lanza el pie decidido, con una seguridad de la que carece al caminar… Respiré tranquilo. Coincide con otros colegas que pasean desde la Residencia Maravillas hasta el centro de Cadalso. Algunos de ellos beben café en el bar de Elena (Transilvania). Él siempre lo toma con leche, en vaso de caña y acompañado de otro vasito de agua. Cuidadoso y silencioso ocupa una silla junto a la puerta. Tiene mirada apacible y bondadosa.


            Un compañero suyo se aparta para dejarme franco el camino sobre la acera. “Buenos días, señor, qué niño tan guapo (todos lo son), porque es niño, ¿verdad?” Y se para frente al cochecito para observarle de frente, de arriba abajo. Teme inclinarse para acariciarle y no poder incorporarse. Algunas mañanas Elena me cuenta emocionada lo que sabe de cada uno(a) y les habla con tanta ternura que ellos sonríen agradecidos y encandilados. Manolo me abre la puerta cordial y sonriente para facilitarme entrar y salir con el carrito del peque. El crío incansable y feliz todo lo señala y todo lo mira sorprendido. José “Miliki”, antiguo vecino de “Las Sillas”, le contempla sorprendido y le habla riéndose. “Es de tu hija Berta y Moisés, ¿no?” Y según lo dice le brillan los ojos. ”Me he quedado solo. Murieron mis padres y mi hermano.”

            Una mañana lluviosa el hombre de los pasitos cortos marchaba con una compañera que andaba –lógico- más deprisa. Él, prudente y guardián, le hablaba alto: “¡Espérame ahí. No vayas tan deprisa!” Y ella, solícita, relaja el paso y le espera resignada. Esta mañana el sol rebota luminoso contra las chapas de la plaza de toros y hace subir un poco la temperatura, al tiempo que los amables y eficaces operarios del Ayuntamiento colocan las luces de Navidad. El niño Moisés se complacía en recibir la caricia del sol y se quedó dormido dulcemente, no sin antes levantar el dedo índice para señalarme los adornos navideños. Íbamos a visitar a su bisabuela Asun y decido esperar un rato allí disfrutando del sol que nos acaricia placenteramente. Aprovecho el instante para “guasear” con mi compañero de localidad en Las Ventas, Manuel, la noticia que sobre la muerte de César Palacios, pintor, dibujante y arenero de La Monumental venteña, me había remitido mi colega ciclista, Javier. César Palacios dibujaba sobre la arena emotivas escenas artísticas de la vida ¡El toreo era el arte de su vida y sus dedos la dibujaban!

            Al poco, se acercan hablando un grupo de residentes mientras otra compañera se ejercita con un andador. A uno se le desanudó el cordón de su zapatilla deportiva derecha. Se detiene advirtiendo el inconveniente. No puede agacharse. “Tranquilo, no te muevas, yo te lo ato…” Su compañera se arrodilla y le hace la lazada con gran tacto y pericia. Ella mira la playera y él le mira a ella. Se cierra el círculo de la solidaridad. Pocas veces he visto una escena tan amorosamente fantástica. Se parece a la vivida por el abuelo Gabriel aquellas Navidades, también en la Residencia Maravillas: “Me tratan muy bien aquí. Ayer vino mucha gente y me dijeron que era El Día del Gallito. La Alcaldesa me dio un mazapán en forma de gallo (gallito cadalseño) y me dio dos besos.” Cuando se lo contó a su hija, Paloma, y a sus nietos, Miguel y Berta, se le deslizaron unas pequeñas lágrimas por las mejillas…

            Todos se ayudan, se cuidan, se esperan, se cogen del brazo y continúan el paseo… No tienen prisa y se dedican a ayudarse conmovedoramente. A lo mejor, de jóvenes “corrían que se las pelaban” y no supieron hasta ahora el encanto que tiene ir despacio. Tengo suerte de encontrarme con ellos y que me enseñen estas cosas. No hay otra vida más bella que ésta… ¡Qué bonito está nuestro pueblo! Arriba brillan los adornos de Navidad, abajo resplandecen las fantasías de estos seres humanos…

            Quizá una tarde -si me apetece- pasaré estos apuntes “a limpio” y se los enviaré al Zorro Corredero. Éste avisará a Pedro y lo pondrá en orden conjuntando y embelleciendo el texto con las fotos. Lo deja todo tan bonito… Ellos se lo merecen…

                                                                                   Miguel MORENO GONZÁLEZ


12 comentarios:

Unknown dijo...

Precioso relato abuelo!!

Anónimo dijo...

Como siempre...una maravilla.. Y muyyyy emotivo.... olé artista. Un abrazo.
José A. Álvarez G. de Guzmán

Anónimo dijo...

Recuerdo cuando me mandaste los comentarios que eran el preámbulo del estupendo contenido del escrito. Un saludo.
Pepe Vázquez

Anónimo dijo...

Me agrada este primor, mi querido Miguelón...me ha encantado la primera ojeada...esta tarde con tiempo, lo leeré a fondo...por el momento, un sonoro Bravooo!
Diego S. Bustamante

Anónimo dijo...

Qué bonito😍

Aurora Ferrera Ruiz

Anónimo dijo...

Muy emotivo, Maestro. Cuando ya lo único que te queda es ver pasar los días esperando la visita de la parca, se agradecen los gestos de ayuda del prójimo y la compañía de otros que rompan la monotonía de cada día.
Un abrazo.
Luis C. Trijueque

Unknown dijo...

Miguel una maravilla nadie lo relata cómo tú.Fijate según lo cuentas lo vivo con Tigo y con los residentes de la residencia y de Alena sierra,esta gente también fueron niños y pasaron unas Navidades con sus familias aunque no descarto que alguno s lo pasarán en centros especializados pero aún así son felices en su mundo con sus deficiencias son personas entrañables que valoran las cosas pequeñas y hacer que sean grandes y con un poquito de cariño e entregan en cuerpo y alma. Miguel precioso como hablas de pasitos cortos y cía pues los veo todos los días y los has descrito tal y como son .

Anónimo dijo...

Grandes palabras que nos hacen reflexionar, sobre personas que tenemos mucho que aprender, vivir la vida despacito para disfrutarla al máximo y no creemos nadie superiores a otros y así nos ayudaríamos más, como hacen ellos , la vida de este modo sería más bella y más humana.
Luis M. González

Anónimo dijo...

Qué bonito❤️

Leonor Del Puerto Gallardo

Anónimo dijo...

Hermosa fotografía

Esperanza De La Cruz García

Anónimo dijo...

Me gustó tu reflexión del Zorro.. Lo que más suelo valorar son los comentarios sobre lo "intrascendente", lo inane, que no lo es...
Un abrazo.
Rafael

Miguel Moreno González dijo...

Muy agradecido por vuestros amables comentarios. Deseo que ellos y todos nosotros seamos felices. Es lo que todo ser humano desea.

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