FREDDIE MERCURY
Mercury siempre ha
sido una de mis debilidades. Voz rotunda, desgarrada, deslumbrante, plena de
energía y pasión. ¿Quién no le recuerda cantando junto a Montserrat Caballé
"Barcelona", himno de los Juegos Olimpicos de 1992 y en su mítico
concierto de julio de 1986 con Queen en el Estadio londinense de Wembrey? ¡Qué carisma
y personalidad tenía el tipo! Su fuerza no le nacía de la técnica sino de las
entrañas. Algo de miedo debió de sentir en aquel arrebatador concierto cuando
dijo: “No puedo llegar tan alto. Vamos a bajar otra vez.” Aquella majestuosidad
chulesca y elegante sobre el escenario, le hizo inmortal.
Muy malito de SIDA
le dieron un homenaje en Londres. Asistió y saludó a todo el mundo con una
sonrisa que helaba el corazón. Impresiona ver esas imágenes suyas demacrado,
débil, roto, casi sin poder andar. Con aquella mirada de pena infinita. Ni
sonreír podía. Qué triste es morirse lentamente, poco a poco, sin poder frenar
ese destino cruel. Él, que había rendido a miles de personas a sus pies; ahora,
en cambio, no podía ni caminar.
La última canción
que grabó con su banda Queen, fue The
Show Must Go On (El espectáculo debe continuar). ¡Qué cuatro toques
espléndidos del batería al inicio de la composición! Habla de su inminente
final, preparando a sus seguidores a afrontar su muerte. Cuentan que estaba muy
abatido y sus compañeros querían sustituirle en las notas más difíciles. No lo
consintió. Bebió un trago largo de vodka y les dijo: “Yo lo haré todo. Queridos
míos.” ¡Qué vozarrón, qué fuerza, qué energía, qué sentimiento! Qué pena oírle
y saber que se estaba muriendo. Genio y figura.
Son seres
especiales. Lo dan todo para que los demás seamos felices. A otros les da por
robarnos o causarnos malestar. Los humanos somos así. Pero Mercury… ¡Ah amigo!
Mercury sigue siendo para mí especial. Aquella tarde en Wembley, con el cielo
encapotado, apareció con camiseta blanca de tirantes y pantalón vaquero gris
claro. Brazos en alto cantando al unísono con los espectadores “Radio Ga Ga”.
Aquel día fue cuando su asistente personal, Peter Freestone, dijo: "Nunca
he visto a un hombre atrapar el mundo entero en la palma de su mano de esa
forma.” No puede resumirse el concierto de forma más brillante y acertada.
Me recordó a otra de
mis debilidades. Me recordó a aquella otra tarde de Rafael de Paula de 1987, en
la que se paró en el centro del ruedo de Las Ventas ante el toro “Corchero”, de
Martinez Benavides. Pensamos que el bicho le partiría en dos cuando se le
arrancara. Y de repente le echa la muleta adelante, al hocico, y se lo trae
toreado de forma increíble, como un milagro imantado se lo enroscó a la cadera
y le ligó tres naturales, uno detrás de otro. Aquella tarde se transfiguró en
algo mágico e irreal. Misterioso, siempre. Rafael se abandonó a su destino de
arte y sentimiento y la plaza se vino abajo loca de emoción. Inmediatamente resurgió
como por ensalmo sobre sí misma. Pero después de aquel éxtasis ya nada fue
igual.
El ganadero
Martinez Benavides y su esposa no tenían hijos y dejaron la ganadería y toda su
herencia a las gentes de su pueblo cordobés de Posadas. Otro día contaré lo que
hizo el alcalde. O mejor no, porque ya os lo estáis imaginando. No todo en la
vida es vulgar. Afortunadamente siguen naciendo genios como Freddie y
Rafael. ¡Ave Césares!
Miguel MORENO GONZÁLEZ
5 comentarios:
Totalmente de acuerdo. Muy grandes los dos. Muy intensa la entrada. Gracias.
Cadalseño
Bello, como todo lo que escribes, nada hay mejor en la vida que sentir la grandeza de los demás. No hay mejor lugar para expresarlo que en el Zorro.
Gracias a los dos.
Inés
Lo leí escuchando The Show Must Go On y se me han caído las lágrimas.
Ana
Gracias. Inés, la belleza la llevas contigo. Es suficiente con leerte para saberlo. Sobresaltas las emociones, como Freddie y Rafael...
Y eso hay que decirlo como aconsejaba Don Quijote: "Donde esté la virtud no debe dejar de ser conocida."
No soy nada taurina, pero referente al arte valoro y admiro a quiénes tienen esa facultad.
En Cuanto a Freddie era , es y será el más grande de todos los tiempos ¡Viva Queen!
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