miércoles, 13 de febrero de 2019

FREDDIE MERCURY....por Miguel Moreno González



FREDDIE MERCURY



                Mercury siempre ha sido una de mis debilidades. Voz rotunda, desgarrada, deslumbrante, plena de energía y pasión. ¿Quién no le recuerda cantando junto a Montserrat Caballé "Barcelona", himno de los Juegos Olimpicos de 1992 y en su mítico concierto de julio de 1986 con Queen en el Estadio londinense de Wembrey? ¡Qué carisma y personalidad tenía el tipo! Su fuerza no le nacía de la técnica sino de las entrañas. Algo de miedo debió de sentir en aquel arrebatador concierto cuando dijo: “No puedo llegar tan alto. Vamos a bajar otra vez.” Aquella majestuosidad chulesca y elegante sobre el escenario, le hizo inmortal.

                Muy malito de SIDA le dieron un homenaje en Londres. Asistió y saludó a todo el mundo con una sonrisa que helaba el corazón. Impresiona ver esas imágenes suyas demacrado, débil, roto, casi sin poder andar. Con aquella mirada de pena infinita. Ni sonreír podía. Qué triste es morirse lentamente, poco a poco, sin poder frenar ese destino cruel. Él, que había rendido a miles de personas a sus pies; ahora, en cambio, no podía ni caminar.

                La última canción que grabó con su banda Queen, fue The Show Must Go On (El espectáculo debe continuar). ¡Qué cuatro toques espléndidos del batería al inicio de la composición! Habla de su inminente final, preparando a sus seguidores a afrontar su muerte. Cuentan que estaba muy abatido y sus compañeros querían sustituirle en las notas más difíciles. No lo consintió. Bebió un trago largo de vodka y les dijo: “Yo lo haré todo. Queridos míos.” ¡Qué vozarrón, qué fuerza, qué energía, qué sentimiento! Qué pena oírle y saber que se estaba muriendo. Genio y figura.

                Son seres especiales. Lo dan todo para que los demás seamos felices. A otros les da por robarnos o causarnos malestar. Los humanos somos así. Pero Mercury… ¡Ah amigo! Mercury sigue siendo para mí especial. Aquella tarde en Wembley, con el cielo encapotado, apareció con camiseta blanca de tirantes y pantalón vaquero gris claro. Brazos en alto cantando al unísono con los espectadores “Radio Ga Ga”. Aquel día fue cuando su asistente personal, Peter Freestone, dijo: "Nunca he visto a un hombre atrapar el mundo entero en la palma de su mano de esa forma.” No puede resumirse el concierto de forma más brillante y acertada.

                Me recordó a otra de mis debilidades. Me recordó a aquella otra tarde de Rafael de Paula de 1987, en la que se paró en el centro del ruedo de Las Ventas ante el toro “Corchero”, de Martinez Benavides. Pensamos que el bicho le partiría en dos cuando se le arrancara. Y de repente le echa la muleta adelante, al hocico, y se lo trae toreado de forma increíble, como un milagro imantado se lo enroscó a la cadera y le ligó tres naturales, uno detrás de otro. Aquella tarde se transfiguró en algo mágico e irreal. Misterioso, siempre. Rafael se abandonó a su destino de arte y sentimiento y la plaza se vino abajo loca de emoción. Inmediatamente resurgió como por ensalmo sobre sí misma. Pero después de aquel éxtasis ya nada fue igual. 



                El ganadero Martinez Benavides y su esposa no tenían hijos y dejaron la ganadería y toda su herencia a las gentes de su pueblo cordobés de Posadas. Otro día contaré lo que hizo el alcalde. O mejor no, porque ya os lo estáis imaginando. No todo en la vida es vulgar. Afortunadamente siguen naciendo genios como Freddie y Rafael.  ¡Ave Césares!


                                                                                                              Miguel MORENO GONZÁLEZ

5 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Muy grandes los dos. Muy intensa la entrada. Gracias.
    Cadalseño

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  2. Bello, como todo lo que escribes, nada hay mejor en la vida que sentir la grandeza de los demás. No hay mejor lugar para expresarlo que en el Zorro.

    Gracias a los dos.
    Inés

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  3. Lo leí escuchando The Show Must Go On y se me han caído las lágrimas.
    Ana

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  4. Gracias. Inés, la belleza la llevas contigo. Es suficiente con leerte para saberlo. Sobresaltas las emociones, como Freddie y Rafael...
    Y eso hay que decirlo como aconsejaba Don Quijote: "Donde esté la virtud no debe dejar de ser conocida."

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  5. No soy nada taurina, pero referente al arte valoro y admiro a quiénes tienen esa facultad.
    En Cuanto a Freddie era , es y será el más grande de todos los tiempos ¡Viva Queen!

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