Mulhacén Sierra Nevada.

Mulhacén Sierra Nevada.
Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

Museo de Montaña Zorro Corredero
Museo de Montaña Zorro Corredero

domingo, 17 de julio de 2016

Cadalso, un jueves de julio.


       Entre el cielo y la tierra se perfilaba la vida, era como si la misma vida respirase por el pueblo

Los veranos ya no son tan numerosos en personas como antes, si en calor, aunque muchos digan lo contrario, olvidamos todo con tanta facilidad que parece que sólo vivamos el presente. Es jueves, mes de julio, el calor como casi siempre en estas fechas asola los campos y la vida de Cadalso, el día pasa sin pena ni gloria, la tarde inunda la soledad y al anochecer parece que nos da un respiro y vuelve la vida a la calle, a las terrazas y al deseado encuentro.




La vista se difumina en el paisaje, una cigüeña se ha posado en el tejado de la iglesia, permanece inmóvil tanto tiempo que llega a confundirse con la imagen propia de la iglesia, es mediodía y hace calor, más no parece importarle y ahí sigue, tranquila y sosegada perdida en sus pensamientos, si es que los tiene, en el vacío. Al fondo unos albañiles colocan las tejas de un tejado, es una casa de la calle de la Iglesia, hace tiempo que su tejado se vino abajo y ahora le ha llegado el momento de ser restaurado, menos mal que la fachada se ha conservado y no ha seguido el mismo camino que esas otras muchas que se convirtieron en solares, espacios vacios de todo menos de recuerdos.




Desde mi privilegiada almena veo pasar personas que suben y bajan, deben de ir a la Corredera o la Huerta, en Cadalso siempre se baja a estos lugares y se sube de ellos, curioso que nada haya cambiado desde hace muchos años. En la oscuridad se perfila el cuerpo inquieto del caminante, parece que la misma oscuridad respira y que el cuerpo formara parte de ella.




Han pasado las horas, el silencio sigue apoderándose de Cadalso, las luces del pueblo iluminan las calles, las ilusiones y los misterios, es de noche y la luna que hace rato no estaba acaba de aparecer, quinto octante parece que le llaman a esta fase, aunque tampoco estoy seguro, sólo sé que es un lugar al que es imposible dejar de mirar. Y mientras miro y observo dejo pasar el tiempo en esta media noche de verano cadalseño, seguramente una noche igual o parecida a todas las de cada verano vivido, aunque hoy sea la luna la que cambie el paisaje nocturno, y poco a poco se vaya del pueblo como cada noche, para robarle el protagonismo a las estrellas, y mucho más para hacernos pensar, porque no existe una mirada a la luna sin que venga acompañada de un pensamiento. Y mientras todo esto ocurre, la noche de Cadalso vuelve a sus ruidos, a sus juegos, al retumbar de su historia, esa que entre todos vamos escribiendo día a día.




Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Pedro como la vida misma

Carmen Frontelo Morales

Anónimo dijo...

Que grande eres Pedro....no nos olvidamos de Cadalso, nuestro pueblo, pero por si acaso ahí estas tu para acercarnos, con tus buenas fotos y tu poesía...Gracias Pedro.
Jorge Trujillo.

Pedro Alfonso dijo...

Gracias Carmen y Jorge, estos mensajes son parte importante del Zorro Corredero y sin ellos nada sería igual.

Un abrazo.

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