Una silueta, la de la Sierra de Lancharrasa y los colores de
cualquier atardecer, componen una imagen de entrañable belleza, son lugares y
situaciones que se repiten cada día de cada año, de cada vida, pero que nos
incitan a la contemplación y al sosiego de las tardes cadalseñas.
Son unos minutos donde el crepúsculo nos invade con esa luz
que siempre acompaña al anochecer, creando un aire de misterio al ambiente que
la mayoría de las veces pasa desapercibido por la monotonía diaria de la vista,
tan acostumbrada a esta imagen que apenas notamos su breve presencia.
Hay que mirar, observar y dejarse llevar de vez en cuando por los atardeceres que la vida nos proporciona, unos días más hermosos que otros, pero siempre nuestros, de nuestra vida y de nuestro caminar diario por Cadalso o por donde sea.
Observar esas pequeñas masas de vapor suspendidas en el aire, estratos, nimbos, cirros, cúmulos o simplemente nubarrones que es más nuestro, todos forman casi a diario el impresionante cuadro de colores naturales que el cielo nos entrega para dejarnos atrapar por ese conjuro que siempre ha tenido y que ha hechizado de forma encantadora a través de los siglos al ser humano. Se puede estar sin mirar al cielo?…creo que no.
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
2 comentarios:
Gracias Chedor por tus palabras. Y aunque es cierto eso de la contaminación lumínica, todavía las noches de Cadalso son espectacularmente maravillosas.
Un saludo.
Pedro
Preciosos atardeceres los que nos regalas.
Un abrazo.
Amigo
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