RAFAEL CANELLADA LLAVONA
Pienso que
partir es un poco morir y no compensan las despedidas porque te desgarran por
dentro. Tu tocayo, Rafael de Paula, también lo sabía y por eso cuando nos
acompañó a Paloma y a servidor a la estación de tren de Jerez no entró. -"Miguel -me dijo- vamos a tomar un
café ahí enfrente. Yo es que nunca entro en las estaciones. Me dan mucha
pena las despedidas". Y entonces me invadió una tristeza extraña que
no podía quitarme de encima. Nunca lo olvidaré.
Rafael: Me has
transmitido infinidad de cosas buenas, le diste una humilde posibilidad a lo
mío, me descubriste mundos bellos que yo desconocía como el de la música
clásica. Sólo por eso ya mereció la pena conocerte. Recuerdo muchos días solos
en el despacho de Viana oyendo Sinfo Radio. Lo primero que hacías nada más
llegar era enchufar la radio que guardabas debajo de la mesa. Y a lo mejor
hacía frío o calor, había guerra o paz, mucho o poco trabajo, alegría o
melancolía... Pero lo primero era lo primero: ¡la música!
Ciertas mañanas
te veía mirar por la ventana y te quedabas absorto un buen rato observando las
acacias del jardín que, mira por dónde, un buen día una de ellas, ¡craakkk!, se desgarró. Al poco llegaron
los bomberos de Imperial con hachas, cascos, sirenas y demás parafernalia
bombera. Nadie respetó nuestro silencio y yo no tuve necesidad de coger rápido
el infatigable teléfono para que no te molestara. Todo eran ruidos y gritos.
¿Qué importaba aquel día el agudo timbre de ese aparato infernal de
Conservaduría?
Solidario
siempre, si me veías garabatear procurabas que los decibelios no se dispararan.
Un día me dijiste que te habías animado a escribir leyéndome. Aquello me llenó
de satisfacción hasta el tétano. Y me contabas leyendas ya escritas de
Mitologías, supongo que para inspirarnos. La que parecía gustarte más era la de
la Diosa Cibeles. Siempre pensé que sabías un huevo -y parte del otro- de arte, de cualquiera, de todos... Eres muy
observador y sabes localizar la armonía que nos rodea. Ese arte emocionante que
sólo personas como tú saben descubrir. Y es que saber mirar es saber amar.
Y rememoro
ahora como me contaste la muerte en accidente de tráfico de Tino Casal viniendo
de tu Asturias. A los dos nos
encantaba la versión que hizo de "Eloise", de Barry Ryan, una canción
de amor fatal; como casi todos los amores. Coincidió aquella mañana
lluviosa con mi cumpleaños y me regalaste un libro que compraste en Espasa, Lo Pequeño es Hermoso. Desde entonces
casi todo lo hermoso es pequeño para mí.
Creo que
tenemos una visión nostálgica de esta vida épica a la par que trágica. El final
es una derrota que aceptamos a regañadientes. Siempre nos quedamos solos y
desamparados y casi sin ganas de hacer nada. Ni siquiera oír o mirar. Yo elegí
una habitación con un gran ventanal en mi casa cadalseña. Cuando no pueda
moverme -me dije- al menos me animaré contemplando el cielo azul celeste -que
es único en Cadalso- o escuchando el canto del ruiseñor. Pero ya no estoy tan
seguro de que lo vaya a soportar. Es mejor morir sin saberlo, como mi padre.
Don Quijote le dijo a Sancho una noche en Las Lagunas de Ruidera, bajo la luz
de la luna y junto a la lumbre, que Julio
César aseguraba que la mejor muerte es la "impensada". Sancho
miraba al hidalgo desbaratado por la ternura.
Acabo, me
cuesta empezar a escribir pero luego al comenzar le voy sacando el gustillo y
pueden darme las uvas. Pero bueno, ahora que tienes más tiempo puedes
entretenerte versionando estas
pequeñeces con tu hermosa guitarra. Y tranquilo por las sillas de H. Bogart,
como a mí me gustaba llamarlas, las tendré siempre conmigo –si me dejan- hasta
que me vaya. En ellas se sentaba Luis cuando nos recitaba a los dos “El cantar de Mío Cid”. Qué cosas nos
pasaban… Una emoción muy grande haberte conocido, Rafael. ¡Muy Grande! Muchas Gracias.
Miguel Moreno González
3 comentarios:
Compañero.. gracias otra vez por albergar tan buenos recuerdos de mi persona.. Pasas, elegantemente, por alto mi parte menos presentable, cosa siempre muy de agradecer.. Entre tus aportaciones a mi débil acervo cultural están temas tan esenciales para mí como el descubrimiento a fondo del oráculo de oráculos que es El Quijote, así como la afición a verter mis ideas y sentimientos menos racionales en una cuartilla.. De todas formas me alegra mucho haber quedado de esa guisa en tu memoria..
Me encantará que siga la paz y armonía en tu bonita famila. Por la mía todo está discretamente en orden. Un abrazo fuerte.
Rafael Canellada
Los recuerdos son para siempre, porque la vida pasa y se lleva parte de nuestra historia, pero nunca se llevará nuestros recuerdos.
¡¡Feliz Jueves!! 😉
Luis M. González
Que cara de melancolía
Maria Antonia Hernández
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