FRUTOS ROBADOS DE MI HUERTO
Cari y Esther, Agustinas Misioneras asesinadas en Argelia.
Llegabais los sábados sobre las seis de la
tarde para asistir a misa de siete en la iglesia de la Embajada. Pasábamos esa
hora hablando y bromeando con Rafael, siempre adornaba una sonrisa vuestros
labios y aquellos momentos nos ayudaban a sobrellevar una estancia que nunca nos
resultó agradable. La inercia de vuestra compañía cariñosa y la necesidad de
diálogo que teníamos en aquel tiempo -¡éramos tan jóvenes con 22 y 25 años!-,
hacían que Paloma y yo os acompañáramos a misa para seguir hablando antes y
después de la liturgia. No creo en Dioses, pero siempre necesito tener fe en
algo (¡otra contradicción!), y en aquellos momentos creía en vosotras.
Denotabais un convencimiento pleno en todo lo realizado, irradiando una
seguridad contagiosa que siempre admiré en los demás por carecer yo de ella.
Un viernes (domingo para ellos), nos
invitasteis a comer coliflor rebozada. Era una mañana luminosa de otoño y
bajamos junto a Rafael bordeando el puerto hasta vuestra casa en Bab-el-Oued -el "Barrio de los Españoles",
lo llamaban, porque allí fueron a parar muchos republicanos perdedores de
muchas guerras-. Las calles aparecían sucias e invadidas de gentes ociosas y
desaliñadas, con grupos de niños descalzos que bajaban corriendo por una calle
de La Casbah. Vuestro hogar
estaba ordenado y pulcro como la patena y desde mi estancia en vuestra casa
paso por alto todo lo demás y sólo me fijo en la pulcritud cuando entro en
cualquier domicilio.
Aquella tarde charlamos de infinidad de cosas y, cuando bromeé sobre el hecho de que el Gerifalte de la iglesia estaría cómodamente en su piscina climatizada en Castengandolfo, obviasteis mi falta de tacto con una sonrisa. Hablamos de españoles indigentes pero honorables: Pérez Sirera, María Tejuelo, Donino Alcañiz… al igual que de los guerrilleros del Frente Polisario que atendíais en un hospital cercano… Y tantos y tantos otros que únicamente contaban con vuestra ayuda en Argel. Aquella tarde aprendí la lección de que mientras la mayoría hablamos haciéndonos los interesantes, vosotras actuabais en silencio.
Embajada de España en Argel
En nombre de ese Dios subjetivo y vengador, que cíclicamente unos humanos invocan, mataron a Ester y Caridad. Se dirigían a oír la misa de domingo a Nôtre Dame d'Afrique. Recuerdo, ahora sí, que desde la loma donde está erigida la iglesia se observa una vista deslumbrante de la bahía de Argel, me parecía como un nacimiento navideño. Ese mismo paisaje yo lo contemplaba haciendo proyectos para cuando retornáramos a España, mientras mi hijo permanecía en su cochecito mirando las hojas doradas de las palmeras del parque de La Libertad.
Vi a vuestra compañera Lourdes en
televisión -con el pelo más largo que hace unos años- explicar cómo sucedió.
Conserva idénticas ilusiones, análoga seguridad, igual semblante feliz y la
misma mirada que yo guardaba en mis recuerdos escondidos que emergieron por
miles estorbándose unos a otros. La oí con su acento argelino hablar de amor
con seguridad y acariciando las frases. Sólo yo sé lo que me invadió en ese
instante, fue el compendio de cuando ellas, en el umbral de la iglesia de
nuestra Embajada y entre sonrisas, sembraban en el huerto de nuestro incierto
presente esperanza.
Miguel MORENO
GONZÁLEZ
14 comentarios:
Precioso relato Miguel. Lástima que la belleza de aquellos años se entrelace con la muerte. Enhorabuena.
Muy bonitos recuerdos
Maribel Jimenez
Que bien cuentas tus recuerdos
Parece que estemos allí.
A. Acuña
Qué lindos recuerdos ❤️❤️❤️
Aurora Ferrera Ruiz
Muy interesante recuerdos como siempre Miguel
Chelo Villarin Recio
Enhorabuena por el relato me ha encantado 👍👍
Antonia Frontelo Morales
👏👏👏...Los recuerdos no siempre son tan bonitos como deberían, siempre viene algún recuerdo que te puede hacer algo de daño...daño disuelto, pero atrapado en tu mente y tu corazón. Un abrazo. José A. Álvarez G. de Guzmán
Hermoso relato desde el corazón. Auténticas heroínas en el silencio, apóstoles incansables en la indiferencia. Es tanta su grandeza que sólo el alabarles siento que es pecado.
Jero
Lo leí hace años.. Te quedó muy bonito..
Que vivencias más agradables nos cuentas y como esas personas que son humildes son las que menos necesitan y más alegres viven compartiendo su tiempo en ayudar a los demás, pena que luego todo acabe en tragedia, pero esas hermanitas son lo que, para mí, sería ser enviada y discípulo de Dios. Luis M. González
No les erigen estatuas ni gozan de la fama pero este tipo de personas son los auténticos héroes de nuestras existencias.
Un abrazo, Maestro. Luis C. Trijueque
Como siempre es un emocionante relato de vivencias en primera persona de lo que has vivido, de lo que sabes y de lo que puedes enseñar. Otra vez más, gracias por hacernos vivir tus sentimientos.
Pepe Vázquez
Como me han gustado tus vivencias
Lucia Lop
Muchas gracias. Murieron ayudando a quienes lo necesitaban y perdonaron a sus asesinos que les arrebataron lo único que poseían: la vida. En estas fechas, creo recordar, que se cumplen 30 años desde su asesinato, que fue muy macabro. Lo recordé y creí que se merecían que quedará memoria de ellas en "nuestro Zorro cadalseño", él tiene una gran sensibilidad para embellecer los escrititos.
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