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Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 4 de marzo de 2021

HIPOCRESÍA Y BONDAD CON JOSELITO EL GALLO, por Miguel Moreno.

 “Cuando las muchedumbres llegan a querer como quisieron a Joselito, crea usted que por algo quieren…” (Juan Fco. Muñoz y Pabón)

                   Joselito El Gallo. El Rey Triste de los Toreros, con su mirada melancólica

            Sobre la hipocresía de nosotros, los seres humanos; pero también sobre la bondad de nosotros, los seres humanos, habla este escritito… Adjunto extracto de la extraordinaria y sincera homilía del canónigo Juan Francisco Muñoz y Pabón, pronunciada en la Catedral de Sevilla al amigo muerto, el torero “Joselito El Gallo”. Demoledor, valiente y merecido reproche -hace ahora justo 101 años- dirigido a la nobleza, a la aristocracia, a los maestrantes, a los políticos, a los hipócritas, a los poderosos…

            La mayoría de ellos quisieron impedir que el funeral del “Rey Triste de los Toreros” se oficiara en la Catedral sevillana. Era un medio-gitano de extracción social humilde y no se le consideraba digno de tal “honor”. El sermón de Don Juan Fco. Muñoz y Pabón no tiene desperdicio. Paréceme que está dirigido a la pacata e hipócrita sociedad actual, y es que Joselito era… ¡mucho Joselito! Disfrutemos con la voz de nuestras conciencias en boca de este eclesiástico onubense casi desconocido, muy melancólico, generoso y auténtico como “Gallito”:

Juan Francisco Muñoz y Pabón

            “…No han faltado asistentes al acto que han sentido escándalo de que todo un Cabildo Catedral haga exequias por un torero… Pues ¿qué? ¿No sois vosotros los que aplaudís a los toreros y los jaleáis, a los que aduláis, formándoles corte hasta las mismas gradas del trono? ¡Cualquiera os entiende piadosísimos cristianos! Llegáis con vuestra democracia a rendir parias a la memoria del torero muerto asistiendo a su funeral, y ponéis como “chupa de dómine” al Cabildo porque es tan demócrata que hace sufragios por un fiel que ha pasado a mejor vida en comunión con la Iglesia.

            ¿O es que va vuestro Cabildo a guardar estos funerales para cuando muera un político, enemigo de Jesucristo y su Iglesia, y venga la Real Cédula de Ruego y Encargo (disposición de gobierno dictada por el rey)? En el caso presente la Real Cédula la han expedido el pueblo y la familia doliente, y el Cabildo no ha hecho más que darle curso. Ahora bien, si Joselito no ha sido tan funesto para la Nación y para la Iglesia como lo son los políticos nadie tiene la culpa. El pobrecito puede decirse que no ha hecho mal a nadie. ¡Ojalá que de todos los que mueren pueda decirse otro tanto!

            ¿Será por eso por lo que en los funerales de los políticos no suele haber más que la música y en las honras de Joselito ha estado “toda Sevilla”, empezando por vosotros, los Títulos de Grandeza, y acabando por los pobres y los humildes? ¿Es que os duele el contraste? Pero el remedio no está en Roma: Mereced ser queridos en vida y llorados en muerte. El pueblo hará lo demás…”

La pluma que regaló el pueblo de Sevilla al canónigo Muñoz Pabón, cuelga del fajín de la Esperanza Macarena. Las 5 mariquillas verdes y gran parte de la corona lo regaló Joselito a La Macarena. Foto extraída del blog 


            El pueblo de Sevilla, agradecido, hizo una colecta para regalarle al Sr. Muñoz y Pabón una pluma de oro, diamantes y zafiros que éste donó posteriormente a la Hermandad de la Esperanza Macarena, de la que era fiel devoto el torero. La Virgen la luce prendida de su saya en el transcurso de su estación de penitencia. Don Juan Francisco era también escritor y como tal fue de los primeros novelistas andaluces en denunciar las condiciones de vida y trabajo de los jornaleros. Sobrevivió a su amigo Joselito (+16/05/1920) en tan sólo siete meses, falleció el 30 de diciembre de 1920. El canónigo supo estar a la altura de la grandeza del toreo y de José…

                                                                                      Miguel MORENO GONZÁLEZ


CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO: EL REY TRISTE DE LOS TOREROS

Joselito


A José no le gustó el morlaco y le dijo a su hermano Fernando: “Hala pa dentro, que éste no es pa ti. “¡Ojo con este pájaro, que es muy traicionero!” Sus banderilleros: “El Cuco”, “Cantimplas” y Blanquet, no pudieron sacarle de las tablas. Supo entonces que lo hacía él o nadie. Tiró del bicho y por dos veces retornó a tablas. A la tercera ya le sujetó y sonrió con cara de triunfo. Manda a todos que se tapen: “¡Dejármelo, que ya es mío!” Sonriendo se echó para atrás para liar bien la muleta. ¿Fue un fallo o un exceso de confianza? El toro que era burriciego, al entrar en su área de visión se le echó encima. Visto y no visto. Ni cuenta se dio Joselito. “Bailaor” lo entrampilló por el muslo y lo lanzó al cielo. En el aire lo volvió a recoger con tanta saña y precisión que le metió el pitón en el vientre hasta la cepa.



Cuando lo recogieron del suelo y se vio con los intestinos fuera, exclamó: “¡¡¡Avisad a Mascarell!!!” Llegando a la enfermería José dobló la cabeza inerme, cerró los ojos y ya no habló más. Su agonía duró media hora justa. Su hermano Fernando, le quitó la cadena que llevaba al cuello con las medallas de la Esperanza Macarena y del Jesús del Gran Poder y una foto de su madre, la “señá” Gabriela. Su mozo de espadas, Paco Botas, llorando, pidió al picador “Zurito Chico”, de la cuadrilla de Sánchez Mejías, que alzara la cabeza de “Gallito”. Trenzó y tensó la coleta y rogó al picador de José, “Farnesio”, que la cortara con una tijera del instrumental de la enfermería. Porque nació torero, Joselito portaba coleta natural desde niño. Su cuñado Ignacio Sánchez Mejías la besó, se acercó a la cama, se apoyó en la almohada y acarició su frente diciendo: “Pobre José, pobrecito… ¡Donde has venido a caer!” En silencio comenzó a llorar.

SU CUÑADO, IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS, LLORA LA MUERTE DE JOSELITO EN TALAVERA EL 16-05-1920


Lo trasladaron a su casa de Madrid en la calle Arrieta 14, 1º, junto a la Plaza de Oriente. De allí salió su ataúd en un coche fúnebre del Ayuntamiento tirado por caballos negros adornados con penachos blancos, amarillos y negros, hacia la estación de Atocha. Luego, abrazada su cuadrilla al féretro de su maestro, se lo llevaron a Sevilla. La aristocracia sevillana y maestrante quiso impedir que los funerales se oficiaran en la Catedral. Era un medio-gitano y nunca le perdonaron que mandara construir la Plaza Monumental de Sevilla y, de esta forma, los precios fueran más baratos que en La Maestranza. Se cuenta, incluso, que una mano negra dinamitó parte de ella. Aún hoy, pasados cien años, continúan sin perdonarle (yo a ellos tampoco, cuestión de coherencia Joselitista y Paulista). Jamás le quisieron por atreverse a hacerles la competencia. Ellos, tan monárquicos y emperifollados y él, tan humilde y medio-gitano. Ni siquiera en la presente temporada 2020, en la que se celebra el centenario de su muerte, lo recuerdan en el cartel anunciador de los festejos.


Su cuadrilla traslada su feretro


Al enterarse de su fallecimiento sus compañeros cofrades de La Esperanza Macarena, vistieron a su Virgen de luto. Colocaron en la imagen las “mariquillas” de oro que Joselito compró en una joyería de París y la corona también de oro para la que donó una importantísima cantidad. Este año seguro que la vuelven a vestir así en la procesión de la “madrugá” de la Semana Santa sevillana. A Joselito le siguen idolatrando en dicha Cofradía. Antes de cada Semana Santa, él, junto a su madre, a la que adoraba, solía recibirlos en su finca de Pino Montano. Al morir su madre, el Rey de los Toreros devino triste. “¡Si se muere mi madre!... ¡Qué va a ser de mí!... ¡Quién me va a querer!”


LA ESPERANZA MACARENADE LUTO POR JOSELITO. SEVILLA 31-05-1920


El escultor valenciano Mariano Benlliure, esculpió el mausoleo donde reposan sus restos en el cementerio sevillano de San Fernando (la réplica en arcilla del Museo de Bellas Artes de Valencia, me conmovió). En mármol cinceló la figura yacente de José, material eterno, pero muchísimo más difícil de labrar. El resto lo hizo en bronce, más moldeable, pero menos resistente al tiempo. La efigie del torero la plasmó melancólica. Y es que él se deprimía y era ciclotímico. Su interior, de espíritu débil, lo contraponía al exterior, aparentando fortaleza y cierta soberbia. Esa tesitura le llevó a librar una lucha constante entre su “yo interno” y su “yo externo”. El pobre Joselito no era un Dios, pero subsiste siendo el torero más grande.


MAUSOLEO DE JOSELITO, POR MARIANO BENLLIURE


El 15 de mayo, día anterior a su muerte en Talavera, toreó en Madrid junto a Belmonte entre un gran escándalo porque el público consideró chicos los toros. “¡Fuera!” “¡Que se vaya!”. Desde la barrera del tendido 2, una mujer le llamó “¡cobarde!” y del tendido 10 salió una voz: “¡Ojalá mañana en Talavera te mate un toro!”. Le arrojaron una almohadilla que le dio en un brazo. Aquello conmovió su alma, reclinó su cabeza en la mano sobre las tablas y quizá lloró de rabia. Al volver a su casa de la calle Arrieta, le dice a Paco Botas con voz muy triste: “¿Has visto cómo me trató el público?” Mueve la cabeza melancólico: “Esto se acaba”. Esa noche se desveló, llamó a sus amigos y se fueron de juerga. Se liaron un poco y volvió tarde y algo bebido. A las 7h. del 16-05-1920 se levantó y salió rumbo a Talavera. En Torrijos (Toledo), tomaron café y un individuo le empujó contra un velador. Resignado calló y lo consideró un tropiezo. Cuando llegó llovía y estaba algo más animado, le oyeron cantar… A las 19h05’ todo había acabado para él. Tiempo después, su amigo y rival Juan Belmonte, pidió a su chófer que le llevara al pueblo de Joselito, Gelves. Allí, frente a su estatua, bajó la ventanilla y musitó entre lágrimas: “¡Ah José, malaje! ¡En Talavera me ganaste la partida!” En 1960, Juan se pegó un tiro en la sien en su finca Gómez Cardeña. “Quiero morir vivo, como él…”



Gallito fue muy inteligente, buen administrador y torero de nacimiento. Siendo el benjamín, ejerció de cabeza de familia desde joven. Su padre y hermanos, todos toreros, derrocharon lo ganado sin medida. Se preocupó de ir seleccionando el toro adecuado para adaptarlo al toreo que venía. Proyectó y apoyó la construcción de las plazas Monumentales de Sevilla, Barcelona (la de mayor aforo de entonces) y Madrid. La de Las Ventas la diseñó junto a su amigo, el arquitecto José Espeliú. No la vio inaugurar porque el toro “Bailaor” acabó antes con su vida. Sabedor de que las plazas de toros se quedaban pequeñas (era la Edad de Oro del toreo que protagonizó junto a Juan Belmonte), no cejó en su empeño de construirlas. Belmonte siempre le apoyaba, “Lo que tú digas, José”. Quizá, de no morir él tan pronto, hoy la Monumental de Sevilla sería la plaza de referencia en la ciudad. La de Talavera de la Reina (Toledo), era pequeña. Le vieron morir cinco mil personas. Su cuadrilla, como siempre hacían, esperaban a verle aparecer ante la Puerta de Cuadrillas (¡Ahí está José!), para liarse el capote. Su gente: Camero, “Carriles” y “Farnesio”, picadores; Blanquet, “Cantimplas” y “El Cuco”, banderilleros; de puntillero llevaba a su hermano Fernando. Fue el primero en torear con ellos más de cien corridas por temporada.

Joselito y Belmonte


La familia burguesa sevillana del mítico ganadero Felipe Pablo-Romero hizo infeliz para siempre a su hija Guadalupe y, por ende, a Joselito, enamorado de ella. Le impusieron a José que dejara de torear y se fuesen a vivir al extranjero si la quería como esposa. Lo aceptó y se lo dijo a su amigo Felipe Sassone: “Felipe, cuando acabe esta temporada, me caso con Guadalupe…” No pudo ser. Con 25 años un toro cornicorto, chico y burriciego de la Vda. De Ortega, lo mató en una plaza de pueblo mesetario. Su enamorada siempre llevó flores a su tumba mientras vivió. Meses antes de morir en 1983, dispuso en su testamento: «Confío y mando a mis herederos que nunca falte un ramo de rosas rojas en la tumba de Joselito, mi amor».
José Gómez Ortega, “Joselito El Gallo”, nació en Gelves (Sevilla) el 08-05-1895, ese año también nació el cinematógrafo. Hijo del torero sevillano Fernando Gómez y de la bailaora y cantaora gaditana Gabriela Ortega, tuvieron seis hijos: tres hombres toreros y otras tantas mujeres casadas con toreros. Murió corneado por un toro el 16-05-1920. Desde entonces todos los 16 de mayo se guarda un minuto de silencio en la plaza de toros de Madrid. Es el minuto más desgarrador que vivo a lo largo del año. Siempre lo rompe una voz que sale del tendido 9: “¡Viva Joselito!” Cien años ya, maestro. ¡Cien años! ¡¡¡Y sigue siendo usted El Rey Triste de los Toreros!!!

Cartel de Talavera. Joselito El Gallo. Monumental de Sevilla.


      Miguel MORENO GONZÁLEZ


Fuentes principales consultadas: Libro de José-Vicente Sinisterra Gago: Joselito. El torero triste. Estudio sobre su personalidad. Libro de Gregorio Corrochano: ¿Qué es torear? Internet: Blog de Manuel Hernández. La Fiesta Prohibida.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días de toros no se nada lo siento

Aurora Frrera

Anónimo dijo...

Bonito escrito Miguel

Angel Calvo Villarin

Anónimo dijo...

Soy antitaurina
Pero lo veo bonito

Esperanza De La Cruz García

Anónimo dijo...

Buenos aficionados tememos en Cadalso 👍👍

Antonia Frontelo Morales

Anónimo dijo...

Grandioso tu escrito haciéndonos sentir a los legos lo que tan bien transmites.
Un abrazo. Luis C. Trijueque

Anónimo dijo...

Creo haber leído la parte del religioso, pero la semblanza posterior buenísima, como siempre. Da gusto leerla.
Pepe Vázquez

Anónimo dijo...

Muy agradecido por vuestros entrañables comentarios. Hago mención especial al de Esperanza de la Cruz García, por lo que tiene de comprensivo, tolerante y generoso. Esperanza ha ido más allá de lo que suelen ir los "antis" y nos demuestra que por encima de las creencias está el respeto, el sentimiento y las emociones...
Dato curioso: Joselito "El Gallo" no solía torear en plazas de pueblos pequeños. En la más pequeña plaza que toreó a lo largo de su carrera como matador fue en San Martín de Valdeiglesias (Madrid), a escasos 10 kms de Cadalso de los Vidrios (Madrid). Contaba entonces San Martin con unos 4000 habitantes. La corrida se celebró el 4 de octubre de 1917. Fue un mano a mano con Angelete y los toros pertenecieron a la ganadería de Esteban Hernández. Aquel mismo año lidio también en otro pueblo de Cuenca, San Clemente, algo mayor que San Martin con unas 5000 almas. Los entrañables "pinches" se alegrarán...

Anónimo dijo...

Este cura era un tipo fuera de serie. Me recuerda a otro que dijo algo tal que así:
Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?

Anónimo dijo...

Tienes,admirado Migueĺón,ĺa sensibilidad,a flor de piel...y la transmites a quienes cerca tienes y nos haces percibir los sentimientos que tu percibes tanto de hipocresía como de bondad en relación con las exequias de Joselito.
Gracias por permitirme compartirĺo
Diego S. Bustamante

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