LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. ÚLTIMO PASEO TRISTE
Pedro: Este es el
decimocuarto y último escritito que te mando de la serie “Lecturas para un
virus sin corona”. Es bastante triste su contenido, pero también ha sido muy
triste todo lo que hemos padecido y vivido (y seguimos viviendo) por culpa de
este maldito virus.
Con estos dos folios quiero
homenajear a nuestros compatriotas muertos por su causa, a todos aquellos que
lucharon denodadamente contra él y a los que lo sufrieron y padecieron directa
o indirectamente. Esto ha sido desolador y nos cambió la existencia, pero, por
contra, nos conmovimos y emocionamos al ver a tantos españoles que se
preocuparon únicamente por hacer el bien salvando al prójimo.
La terrible pandemia nos
hizo replantearnos nuestra forma de vivir y comprender que nada hay más importante
que la salud y la bondad. Deseo que salgamos de esta sombría experiencia
convertidos en mejores personas y que seamos capaces de generar entre todos una
vida mejor. Que recordemos y honremos a esos trozos de pan enterrados en la
peor de las soledades, la de la muerte.
Durante catorce semanas nos
hemos citado puntuales cada jueves desde el 19 de marzo hasta el 18 de junio de
2020. Muchas gracias a El Zorro Corredero, sabueso cadalseño simpar, porque con
sus fotos y sapiencia, ilustró primorosamente estos humildes escrititos.
Mi agradecimiento sincero a
aquellos lectores que han tenido la santa paciencia de perder su tiempo leyendo
estas torpes líneas. Asimismo, un reconocimiento especial a quienes, además, se
han molestado en animarnos con sus siempre bonitos, aunque exagerados,
comentarios que nos alentaban a continuar el siguiente jueves. La fidelidad es
la cumbre del amor… Intentaremos seguir los próximos con lo que la inspiración
nos depare, aunque cada vez me resulte más complicado y difícil…
LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. ÚLTIMO PASEO
TRISTE
Antes de emprender mi
último paseo es mi deseo que si alguna parte de mi cuerpo puede aliviar a
alguien que lo necesite que se aproveche en buena hora, porque será como
cultivar sobre un huerto vivo mi definitivo recuerdo a la sombra de lo que ya
no seré.
Anhelo descansar en
Cadalso, rodeado de ese embriagador aroma infantil que se me hizo inolvidable
durante toda mi vida y me descubrió que las cosas que no cuestan nada son las
de mayor belleza. De él salí emocionado y a él ansié volver, aunque fuera
derrotado como hoy, para unirme definitivamente mediante los vínculos del amor
indeleble y la amistad eterna que ya ni la muerte será capaz de separar. La amistad es el amor, pero sin sus alas,
dijo un romántico. Sin embargo, todo en mí fue imperfecto y a mi amor también
le faltaron las alas, quise mucho más de lo que supe expresar y demostrar. En
compensación creo que a quienes quise lo supieron por el encanto de nuestros
reencuentros, yo por mi parte creí saber quienes me quisieron por sus miradas
emocionadas. Pero estoy seguro que sin saberlo -ni vosotros ni yo- fuimos
muchos más en nuestro amor. Y ese amor desconocido siempre me pareció el más
hermoso de todos los amores, aquél que se da libre y sin esperar nada a cambio,
aquél que se entrega por el simple placer de querer, aquél que se ofrece con el
secreto convencimiento de que será inmortal mientras dure. Ese amor siempre me
sugirió una declaración desgarrada que se correspondiera con su hermosura.
Confío que al menos en mi
entierro todo sea humilde como me hubiera gustado haber sido en vida. Que nadie
trafique con los sentimientos de lo que hoy no soy. No lo permitáis. En puridad,
la muerte es un asunto de los que se quedan, no de los que se van. Mi cortejo
se encaminará por la calle que, en la más pobre de sus casas y en noche otoñal
de mucha agua, me vio nacer; es decir San Antón hacia arriba hasta el final
para tomar allí la última calle a la izquierda que conduce al cementerio y al
olvido. Durante el trayecto no quiero que me acompañe ningún signo ni acto
religioso, ni que me lleven a la iglesia, ni que toquen las campanas y ni tan
siquiera que coloquen sobre mí crucifijos; Él, como otros muchos hombres
buenos, murió, dejémosle tranquilo de una vez. No busco dañar la sensibilidad
de nadie, sólo aspiro a que respeten la mía. Es que simplemente pienso que mi
pequeña y poco cultivada mente nunca fue capaz de creer en lo que no sentía y
eso que hice en su momento esfuerzos por intentar comprenderlo, pero nada, a la
larga todo resultó infructuoso. Yo lo achaqué a que aquello que no me atrapaba
con la magia del entusiasmo acababa dejándome insensible, no sé si sería eso,
en todo caso poco importa ahora. Hubo tantas cosas incomprensibles en mi vida…
No quiero flores, ellas se mueren enseguida si se las arranca de la tierra y me
parece un sacrificio innecesario, dejémoslas en paz. Tampoco deseo que mi
cuerpo vaya en coche, estimo como más cómodos para mi inaplazable viaje los
cariñosos hombros de quien me quiso. Y mucho menos quiero velas con pabilos que
el viento inmisericorde decapite. En cambio, agradeceré que me acompañe la
Banda de Música de Cadalso, una vieja aspiración de mi padre no cumplida y que
desde su muerte me acompaña a mí. Espero que me lleven con armonía a los sones
evocadores del pasodoble "Suspiros
de España", de las emotivas piezas populares cadalseñas y del
conmovedor adagio para oboe de Benedetto Marcello. La
música me ayudó a vivir, justo es que esté conmigo al partir. Pido entereza a
todos los que me acompañen en ese postrer paseo, si alguien llora que lo haga
dignamente en silencio y bebiéndose las amargas lágrimas hacia adentro.
Junto a lo que quede de mí
que depositen las banderas de España y de Cadalso, mi camisa blanquiazul de la
Peña Muñana (con ese azul celeste septembrino de mi cielo cadalseño) y que dejen El Quijote en un rincón resguardado de la humedad para que no se
estropee. Como epitafio que coloquen: "La
vida es la capacidad que tiene cada cual de generar un afecto, fuera de ello
está el vacío". Antes de marcharse mis acompañantes, que alguien -por
favor- lea cariñosamente este escritito como si todos estuviéramos en una
entrañable reunión de madrugada tomando unas cervezas frías. Luego que me dejen
tranquilo que estará bien así. De recordarme que lo hagan en el cambio de
estaciones pero con alegría, es más bonito y reconfortante. Una vez más se
habrá cumplido inexorable el ciclo de la vida y ese puñado de días repetidos y
sucesivos que creí la componían, ya no los disfrutará más mi melancólico
espíritu, pero sí seguirán alegrando a mis gentes y a mi pueblo que es lo que
me importa. Todo esto es tan triste que no merece la pena alargarlo. Gracias
por vuestra compañía desde este corazón roto al que se le olvidó seguir latiendo.
Miguel MORENO GONZÁLEZ
14 comentarios:
¡Gracias Pedro por las publicaciones de los jueves, y gracias a tí Miguel , tocayo, por tu poesía!. Si bien es cierto que esta última es triste, no es menos cierto que para mí ha sido la más bonita y en ningún momento ha sido tiempo perdido el leerte. No has podido expresar mejor lo que yo siento y deseo también para mi despedida: no actos religiosos, sí música (la mía será Hey Jude de Beatles) y D. Quijote.
Miguel Revuelta de Guzman
Muchas gracias Miguel por este y por tus anteriores escritos. A mi personalmente no me parece triste, me parece hermoso, y la hermosura es a veces tan delicada como esas flores que se marchitarán en poco tiempo tras arrancarlas de la tierra. Cuando empecé a escribir mis microrrelatos pensé que podía llegarme la muerte y creo que fue el 23 de marzo cuando escribí una carta de despedida similar a la tuya, no tan hermosa, porque veía la tristeza de los demás al no despedirse de sus difuntos. No me he atrevido a publicarla. Tal vez ahora, después de leer la tuya, me atreva. Comparto creencias contigo, y no creencias, y tampoco quiero crucifijos ni oficios religiosos, aunque en mi profundo respeto a todas las personas y sus creencias, no puedo ni quiero impedir que los demás me dediquen una poesía, una oración o un brindis. Sigues aquí, con nosotros, y me alegro mucho, pero quiero brindar por ese supuesto Miguel fallecido: "Miguel, filósofo y poeta, humano siempre y cadalseño hasta las trancas, humilde y agradecido nos dejas la alegría de haberte conocido. Que la tierra te sea leve".
Belleza de escrito.. Me recuerda a un cadalseño tan amado.. Pablito Crespo.. Siempre añorando su Cadalso y amigos del alma.
Felicidades!. Marga.. De México.
Bonito y emotivo relato, aunque muy melancólico, hay muchas veces en la vida que pensamos como nos gustaría que fuese el día de mañana, a cada edad esos pensamientos, deseos, van cambiando y a medida que avanzamos en edad van madurando hasta llegar un momento que nos imaginemos como será y deseamos que sea ese último paseo, como tú bien describes el tuyo, pero la vida nos depara muchas cosas y el mañana siempre es incierto, pero hoy más que nunca, con la situación vivida hemos aprendido a valorar esas pequeñas cosas del momento actual, un gesto, una palabra, una mirada que nos hacen sentir esa felicidad que todos necesitamos y tanto añorabamos, porque la felicidad que vivíamos estaba distorsionada, así que a disfrutar del momento. FELIZ DÍA. Luis M. González
Madre mía que bien escrito, con la jubilación tienes que plantearte escribir en serio un libro. Eres un fenómeno. Besos
Pepa Garrido
Yo creo que este escrito está un poco adelantado en el tiempo pues tu proyecto de vida, si no hay algún contratiempo es de noventa y tantos años. Guárdalo muchos años que creo que es muy bueno.
José Carretero
Este escritito me ha dejado un nudo en la garganta. Espero que tus deseos se cumplan pero despues de muchos Cristos juntos.
Antonio Acuña
����������...muy bonito y tierno... Si señor.
José A. Álvarez G. De Guzmán
Buenos días Miguel.
Muchas gracias por tus escrititos de este maldito virus sin corona.
Un fuerte abrazo para toda tu familia.
Carlos de la Peña
No soporto tus cosas,Miguelón: las disfruto!!!������
Diego M. Bustamante
Gracias por vuestros cariñosos comentarios. El de Javier genuinamente original y sentidos todos los demás. Quedo muy agradecido por tan bonitos detalles.
Gracias a ti, estimado Miguel, por el regalo en forma de escritito que nos entregas cada jueves. En todos ellos nos transmites buenos y grandes sentimientos y nos ayudan, al menos en mi caso, a ser cada día más humildes y a la vez alegres, incluso en los momentos adversos dada las penosas circunstancias por las que estamos pasando, porque nada hay más grande y necesario que todo aquello que nos rodea. Un abrazo.
La muerte es ub asunto de los que se quedan, no de los que se van. Siempre me haces reflexionar con tus escritos. Gracias por tanto.
Su cortejo funebre lo aplaudo. Le felicito por sus muchas ideas geniales y acciones valientes.
Julia
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