Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 12 de marzo de 2020

CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO: EL REY TRISTE DE LOS TOREROS. Por Miguel Moreno



CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO: EL REY TRISTE DE LOS TOREROS

Joselito


A José no le gustó el morlaco y le dijo a su hermano Fernando: “Hala pa dentro, que éste no es pa ti. “¡Ojo con este pájaro, que es muy traicionero!” Sus banderilleros: “El Cuco”, “Cantimplas” y Blanquet, no pudieron sacarle de las tablas. Supo entonces que lo hacía él o nadie. Tiró del bicho y por dos veces retornó a tablas. A la tercera ya le sujetó y sonrió con cara de triunfo. Manda a todos que se tapen: “¡Dejármelo, que ya es mío!” Sonriendo se echó para atrás para liar bien la muleta. ¿Fue un fallo o un exceso de confianza? El toro que era burriciego, al entrar en su área de visión se le echó encima. Visto y no visto. Ni cuenta se dio Joselito. “Bailaor” lo entrampilló por el muslo y lo lanzó al cielo. En el aire lo volvió a recoger con tanta saña y precisión que le metió el pitón en el vientre hasta la cepa.



Cuando lo recogieron del suelo y se vio con los intestinos fuera, exclamó: “¡¡¡Avisad a Mascarell!!!” Llegando a la enfermería José dobló la cabeza inerme, cerró los ojos y ya no habló más. Su agonía duró media hora justa. Su hermano Fernando, le quitó la cadena que llevaba al cuello con las medallas de la Esperanza Macarena y del Jesús del Gran Poder y una foto de su madre, la “señá” Gabriela. Su mozo de espadas, Paco Botas, llorando, pidió al picador “Zurito Chico”, de la cuadrilla de Sánchez Mejías, que alzara la cabeza de “Gallito”. Trenzó y tensó la coleta y rogó al picador de José, “Farnesio”, que la cortara con una tijera del instrumental de la enfermería. Porque nació torero, Joselito portaba coleta natural desde niño. Su cuñado Ignacio Sánchez Mejías la besó, se acercó a la cama, se apoyó en la almohada y acarició su frente diciendo: “Pobre José, pobrecito… ¡Donde has venido a caer!” En silencio comenzó a llorar.

SU CUÑADO, IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS, LLORA LA MUERTE DE JOSELITO EN TALAVERA EL 16-05-1920


Lo trasladaron a su casa de Madrid en la calle Arrieta 14, 1º, junto a la Plaza de Oriente. De allí salió su ataúd en un coche fúnebre del Ayuntamiento tirado por caballos negros adornados con penachos blancos, amarillos y negros, hacia la estación de Atocha. Luego, abrazada su cuadrilla al féretro de su maestro, se lo llevaron a Sevilla. La aristocracia sevillana y maestrante quiso impedir que los funerales se oficiaran en la Catedral. Era un medio-gitano y nunca le perdonaron que mandara construir la Plaza Monumental de Sevilla y, de esta forma, los precios fueran más baratos que en La Maestranza. Se cuenta, incluso, que una mano negra dinamitó parte de ella. Aún hoy, pasados cien años, continúan sin perdonarle (yo a ellos tampoco, cuestión de coherencia Joselitista y Paulista). Jamás le quisieron por atreverse a hacerles la competencia. Ellos, tan monárquicos y emperifollados y él, tan humilde y medio-gitano. Ni siquiera en la presente temporada 2020, en la que se celebra el centenario de su muerte, lo recuerdan en el cartel anunciador de los festejos.


Su cuadrilla traslada su feretro


Al enterarse de su fallecimiento sus compañeros cofrades de La Esperanza Macarena, vistieron a su Virgen de luto. Colocaron en la imagen las “mariquillas” de oro que Joselito compró en una joyería de París y la corona también de oro para la que donó una importantísima cantidad. Este año seguro que la vuelven a vestir así en la procesión de la “madrugá” de la Semana Santa sevillana. A Joselito le siguen idolatrando en dicha Cofradía. Antes de cada Semana Santa, él, junto a su madre, a la que adoraba, solía recibirlos en su finca de Pino Montano. Al morir su madre, el Rey de los Toreros devino triste. “¡Si se muere mi madre!... ¡Qué va a ser de mí!... ¡Quién me va a querer!”


LA ESPERANZA MACARENADE LUTO POR JOSELITO. SEVILLA 31-05-1920


El escultor valenciano Mariano Benlliure, esculpió el mausoleo donde reposan sus restos en el cementerio sevillano de San Fernando (la réplica en arcilla del Museo de Bellas Artes de Valencia, me conmovió). En mármol cinceló la figura yacente de José, material eterno, pero muchísimo más difícil de labrar. El resto lo hizo en bronce, más moldeable, pero menos resistente al tiempo. La efigie del torero la plasmó melancólica. Y es que él se deprimía y era ciclotímico. Su interior, de espíritu débil, lo contraponía al exterior, aparentando fortaleza y cierta soberbia. Esa tesitura le llevó a librar una lucha constante entre su “yo interno” y su “yo externo”. El pobre Joselito no era un Dios, pero subsiste siendo el torero más grande.


MAUSOLEO DE JOSELITO, POR MARIANO BENLLIURE


El 15 de mayo, día anterior a su muerte en Talavera, toreó en Madrid junto a Belmonte entre un gran escándalo porque el público consideró chicos los toros. “¡Fuera!” “¡Que se vaya!”. Desde la barrera del tendido 2, una mujer le llamó “¡cobarde!” y del tendido 10 salió una voz: “¡Ojalá mañana en Talavera te mate un toro!”. Le arrojaron una almohadilla que le dio en un brazo. Aquello conmovió su alma, reclinó su cabeza en la mano sobre las tablas y quizá lloró de rabia. Al volver a su casa de la calle Arrieta, le dice a Paco Botas con voz muy triste: “¿Has visto cómo me trató el público?” Mueve la cabeza melancólico: “Esto se acaba”. Esa noche se desveló, llamó a sus amigos y se fueron de juerga. Se liaron un poco y volvió tarde y algo bebido. A las 7h. del 16-05-1920 se levantó y salió rumbo a Talavera. En Torrijos (Toledo), tomaron café y un individuo le empujó contra un velador. Resignado calló y lo consideró un tropiezo. Cuando llegó llovía y estaba algo más animado, le oyeron cantar… A las 19h05’ todo había acabado para él. Tiempo después, su amigo y rival Juan Belmonte, pidió a su chófer que le llevara al pueblo de Joselito, Gelves. Allí, frente a su estatua, bajó la ventanilla y musitó entre lágrimas: “¡Ah José, malaje! ¡En Talavera me ganaste la partida!” En 1960, Juan se pegó un tiro en la sien en su finca Gómez Cardeña. “Quiero morir vivo, como él…”



Gallito fue muy inteligente, buen administrador y torero de nacimiento. Siendo el benjamín, ejerció de cabeza de familia desde joven. Su padre y hermanos, todos toreros, derrocharon lo ganado sin medida. Se preocupó de ir seleccionando el toro adecuado para adaptarlo al toreo que venía. Proyectó y apoyó la construcción de las plazas Monumentales de Sevilla, Barcelona (la de mayor aforo de entonces) y Madrid. La de Las Ventas la diseñó junto a su amigo, el arquitecto José Espeliú. No la vio inaugurar porque el toro “Bailaor” acabó antes con su vida. Sabedor de que las plazas de toros se quedaban pequeñas (era la Edad de Oro del toreo que protagonizó junto a Juan Belmonte), no cejó en su empeño de construirlas. Belmonte siempre le apoyaba, “Lo que tú digas, José”. Quizá, de no morir él tan pronto, hoy la Monumental de Sevilla sería la plaza de referencia en la ciudad. La de Talavera de la Reina (Toledo), era pequeña. Le vieron morir cinco mil personas. Su cuadrilla, como siempre hacían, esperaban a verle aparecer ante la Puerta de Cuadrillas (¡Ahí está José!), para liarse el capote. Su gente: Camero, “Carriles” y “Farnesio”, picadores; Blanquet, “Cantimplas” y “El Cuco”, banderilleros; de puntillero llevaba a su hermano Fernando. Fue el primero en torear con ellos más de cien corridas por temporada.

Joselito y Belmonte


La familia burguesa sevillana del mítico ganadero Felipe Pablo-Romero hizo infeliz para siempre a su hija Guadalupe y, por ende, a Joselito, enamorado de ella. Le impusieron a José que dejara de torear y se fuesen a vivir al extranjero si la quería como esposa. Lo aceptó y se lo dijo a su amigo Felipe Sassone: “Felipe, cuando acabe esta temporada, me caso con Guadalupe…” No pudo ser. Con 25 años un toro cornicorto, chico y burriciego de la Vda. De Ortega, lo mató en una plaza de pueblo mesetario. Su enamorada siempre llevó flores a su tumba mientras vivió. Meses antes de morir en 1983, dispuso en su testamento: «Confío y mando a mis herederos que nunca falte un ramo de rosas rojas en la tumba de Joselito, mi amor».
José Gómez Ortega, “Joselito El Gallo”, nació en Gelves (Sevilla) el 08-05-1895, ese año también nació el cinematógrafo. Hijo del torero sevillano Fernando Gómez y de la bailaora y cantaora gaditana Gabriela Ortega, tuvieron seis hijos: tres hombres toreros y otras tantas mujeres casadas con toreros. Murió corneado por un toro el 16-05-1920. Desde entonces todos los 16 de mayo se guarda un minuto de silencio en la plaza de toros de Madrid. Es el minuto más desgarrador que vivo a lo largo del año. Siempre lo rompe una voz que sale del tendido 9: “¡Viva Joselito!” Cien años ya, maestro. ¡Cien años! ¡¡¡Y sigue siendo usted El Rey Triste de los Toreros!!!

Cartel de Talavera. Joselito El Gallo. Monumental de Sevilla.


      Miguel MORENO GONZÁLEZ


Fuentes principales consultadas: Libro de José-Vicente Sinisterra Gago: Joselito. El torero triste. Estudio sobre su personalidad. Libro de Gregorio Corrochano: ¿Qué es torear? Internet: Blog de Manuel Hernández. La Fiesta Prohibida.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Una buena figura del toreo sí señor👏👏👏

Marisol Blanco Gomez

Anónimo dijo...

Muy buen resumen histórico y humano de este gran torero. Merece la pena leerlo por su amenidad, expresión y promoción real de los toros.
Cadalseño

Anónimo dijo...

Preciosa historia y muy bien contada. Me has descubierto a un torero del que solo sabia su nombre, su muerte y nada más. Gracias por mostrarnos el toreo y a su Rey con tanto amor y pasión.
Luisa

Anónimo dijo...

Cierto no me acordaba de este aniversario. Nació en Gelves en 1895 y falleció en Talavera en 1920.

Juan de los Bosques

Anónimo dijo...

Mi abuela muchas veces mientras hacía algunas tareas recitaba el siguiente verso
"en Madrid murió Granero
en Sevilla Valerito
y en Talavera de la Reina
mató un toro a Joselito"

Juan de los Bosques

Anónimo dijo...

Miguel, gracias por contarnos quien fue Joselito. Tuvo que ser un hombre excepcional. (Si le pones bigote, os parecéis...)
Susana

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

TOROS Y TOREROS
Juan, a ti solo te falta morir en la plaza.
-Todo se andará, don Ramón, todo se andará.
(Diálogo entre el genial Valle-Inclán y el genial Belmonte)

Iberia es tierra de toros
desde los tiempos remotos,
con turbión y terremotos
y la invasión de los moros.

Árabes con sus corceles,
caballos de finas patas,
ya daban sus serenatas
a damas en redondeles.

Los caballeros cristianos
se auxiliaban de peones,
y hacían evoluciones
sin las riendas en las manos.

Torero fue el Rey Planeta
y Juan de Villamediana
el de vida cortesana
poeta de vida inquieta.

Los pontífices de Roma
lanzan rayos y anatemas,
y en el infierno las quemas
a quien a broma los toma.

Y surgieron los Romero
en la vieja y bella Ronda,
del toreo mito y fonda
del muletazo primero.

Pedro Romero en la estima,
en su lidiar tan cimero,
en su tiempo fue el primero
en la escalada a la cima.

Dio lidia a cinco mil toros
sin sufrir nunca un rasguño,
y fue moneda y fue cuño
de los triunfos más sonoros.

Costillares en Sevilla
verónica y vuelapié,
treta y maravilla fue,
que en bronces grabado brilla.

Con Cúchares y Pepe-Hillo
dando brillantez y lustre,
haciéndola más ilustre,
y lustrándola de brillo.

Chiclana y Francisco Montes:
¡Loor para el gran Paquiro!,
su arte permanente admiro
sobre viejos horizontes.

Organizó las cuadrillas,
y con su arte inmarcesible
hizo todo lo posible
por que no fueran gavillas...

Curro Guillén, fue de Utrera,
torero de raíz honda,
muerto en la plaza de Ronda
la de tradición torera.

De Chiclana el Chiclanero
el paisano de Paquiro,
que no se daba un respiro
queriendo ser el primero.

Cayetano Sanz, Madrid,
honra y prez de nuestra villa,
muriendo en Villamantilla
ya apartado de la lid.

Con toreros legendarios,
desfilando por la historia:
Abrid paso en mi memoria
parando los calendarios.

Evocad a Lagartijo
compitiendo con Frascuelo,
en el anillo del cielo,
aplaudiéndoles Dios-Hijo.

El Gallo va con Guerrita,
a caballo de dos siglos,
apartad de mis vestiglos
que el toreo nos concita.

Reverte y el Espartero,
van con Rodolfo Gaona,
de México una corona
y el cetro de un gran torero.

Floreciendo una Edad de Oro,
como en la literatura
que en la España sin ventura
sacudió al mundo del toro.

Con Belmonte y Joselito
dos imponentes colosos,
de nuevo llenos los cosos
con el arte al infinito.

Remontándose en la esfera
con la afición desbordada,
la multitud trastornada
hasta el día en Talavera.

Luego estraperlo y posguerra,
y el arte de Manolete,
que su muleta somete
a la afición de la tierra.

Herencia es de nuestra raza
los toros y los toreros,
callaos los agoreros
guardaos vuestra amenaza.

Buenos toros y carteles
sin darnos gatos por liebres,
y no habrá fugas ni quiebres
llenando los redondeles.


JOSÉ GÓMEZ ORTEGA
"Si un toro ha matado a Gallito a todos nos sucederá lo mismo".
(comentarios de los toreros.)

Su existencia fue consagrada por y para ello
como leña del monte, nacida para el fuego,
o el agua deslizante, que mana para el riego
y hacer del toreo la luz solar del destello.

Rindió a su arte, un culto, conjugación de lo bello,
con su hondura juvenil de un entregado entrego
con aficionados en un parpadeo ciego
soñando si tanta sapiencia era un atropello.

Todos los toros bravos o mansos le servían
aplomados, y cuantos fieros acometían,
y siendo un as entre los grandes banderilleros;

Comparado a Romero y a Paquiro y Guerrita
nos cuentan las crónicas y sus logros escrita
que en su era fue proclamado el rey de los toreros.














Miguel Moreno González dijo...

Gracias sinceras a todos. Sois muy amables y cariñosos.

Anónimo dijo...

De antología, Miguelón, tu escritito con ocasión del centenario de la muerte de Joselito.
Ya te comenté en alguná ocasión que tienes la virtud de acercar al mundo del toro a quienes como yo nunca fuimos contrarios sino profundamente indiferentes.
En mi caso,que en una sola ocasión asistí a una corrida,has conseguido despertar la curiosidad por un mundo que adivino profundo y mágico.
Te lo agradezco de todo corazón no sin cierta envidia por saberte poseedor de sentimientos muy hondos que no puedo sino medio adivinar.
Diego S. Bustamante

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