UN REGALO DE LOS REYES MAGOS DE 2020, por Miguel Moreno

UN REGALO DE LOS REYES MAGOS DE 2020

Berta y Moisés nos han dicho que esperan un bebé. Ella sentada nos sonreía, él de pié feliz la miraba. No ha nacido y ya le quieren. Deseamos que todo vaya bien y nos haga muy dichosos, les dijimos. Paloma enseguida aprovechó para impartir a nuestra hija los primeros consejos que facilitarán la llegada del nonato. Si es niño, le llamarán como al padre, Moisés. Si nace niña, Teresa la nombrarán recordando a la abuela materna de Berta.

Rodando sobre la bici por las carreteras heladas de nuestra zona, imaginé y me ilusioné con la llegada del nuevo retoño a la familia. Le regalaré, no importa el sexo (aunque hable aquí en masculino por afinidad), una bicicleta y le enseñaré a montar sujetándole del sillín por detrás. Le llevaré a los toros, como hizo encantado mi abuelo conmigo, mientras le voy contando historias de arte, valor y técnica taurinas y humanas. Unas serán reales, otras inventadas, como los cuentos que me contaban de niño.

Le compraré una plaza de toros de juguete, con toreros impecablemente vestidos y toros que descenderán de un camión que llevará grabado en la visera de la cabina: “Toros de Lidia”. Yo no pude tenerla porque entonces no las fabricaban y las sustituía con piedras, naipes o fichas de dominó. Me desquitaré enseñándole a jugar y a lo mejor se enfadará conmigo porque todo lo quiero acaparar. O quizá sólo se ponga en cuclillas satisfecho, jugueteando y mirándome de soslayo oculto entre torerillos, fantasías y golosinas.

Le guardaré mis libros, mis discos, la música de Clásicos al Atardecer de Radio Cadalso, los cochecitos y los dibujos de su tío Miguel, las mil páginas de mis escrititos melancólicos y millones de arrumacos sonrientes. ¡¡¡Todo para él!!! Le aconsejaré sobre la importancia de forjarse auténtico, previsor y buena persona. Que nadie le pise y que sepa defender su dignidad pero que respete la de los demás si es de verdad. Le hablaré de lo valiosos que son los frutos del sudor, de la tierra, de la cultura, del esfuerzo honrado y… el volver a empezar.

Una noche garabatearé un escritito en forma de nana para que sus padres, inclinándose sobre su cuna, se la canten durante esas madrugadas llenas de caricias y susurros. Su llanto sobresaltará la noche y no se podrá acallar el sonido del viento, ni el azote del agua sobre el tejado, o el vaivén de su cuerpecito en la cuna agitando sus brazos sensibles buscando recuerdos nuevos, mientras sus piernas abrirán caminos ignorados mostrándole por dónde ir.

La bisabuela Asun le confeccionará su primera camisa de La Muñana, azul clarito y blanco, sentirá así uno de los más hermosos sentimientos de Cadalso. Le contaré la historia de la Pionera de aquella Revolución de Felicidad y de Alegría. Y la de nuestro pueblo y la de España entera también se la contaré enseñándole a quererlas. Lo adornaré exagerándolo mucho, porque lo bello es, en esencia, una sublime desmesura y más si de infantes se trata.

Isabel y Moisés, sus abuelos paternos, cerrarán sus ojos, le acercarán sus oídos y escucharán esa conmovedora música que brotará de su interior. Al tiempo que sus tías Diana, Sandra y Sara le sonreirán viendo brillar el pan que trae debajo del brazo y su prima Alma le arrullará con ternura. Es el milagro de una existencia nueva que nos enseñará a querernos mejor. ¡Bienvenido a la vida!

Miguel MORENO GONZÁLEZ