Mulhacén Sierra Nevada.

Mulhacén Sierra Nevada.
Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

Museo de Montaña Zorro Corredero
Museo de Montaña Zorro Corredero

lunes, 26 de noviembre de 2018

El rincón de la Corredera de Cadalso y ser de pueblo.


Ser de pueblo



En la soledad de la Corredera se podía percibir los saludos, abrazos y besos que durante siglos aquí han acontecido, todos soñaron con una historia aquí contada, historias que incrementaron los sueños y el amor por su pueblo. La sombras de la Corredera son a veces ligeramente vagas, otras muy intensas, pero todas se mueven, nunca están quietas, y siempre albergan la sabiduría y el recuerdo que los actuales necesitamos pera seguir queriendo a este pueblo. Se dice que en este apacible, trasnochador y alegre espacio se encuentran muchos momentos de nuestras vidas, de las de todos, los de antes y los de ahora, algunos malos, pero la mayoría llenos de orgullo y felicidad.

Ensimismado con la vista desde el rincón, pasaron los minutos, creí ver lo que no había, sentir, lo que tampoco ocurría, pero cuando regrese a la noche del lugar, sentí que me sentía y que era esto lo que me estaba queriendo decir que quiero a mi pueblo, lo siento y lo admiro, se puede ser más feliz, seguramente, pero a mi con este momento me basta. Prueba a buscar tu rincón, porque lugares como este están llenos de lo mismo para muchos de vosotros, que como yo también os sentís orgullosos de ser de pueblo. 

Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso


6 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me gustaba la Plazolilla de Abajo cuando no tenia coches, sentarse allí era una gozada.


Mariano

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

Una media inteligencia
y un ardiente corazón,
el denuedo y el tesón
y afán de superación,
son los ejes de mi ciencia.

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

LA NOCHE SE HA CERRADO

La noche se ha cerrado
y el quehacer dormido,
y cerrado el candado
y escucho tu latido.

Me tranquiliza, amada,
tu respirar tranquilo
y tu quietud pausada,
que yo la enhebro e hilo.

Y ver con qué sosiego
las flores de tu frente
germinan con el riego
del agua de mi fuente.

Y ver que los rubores
hermosean tu cara,
y son madrugadores
y nada nos separa.

Y mientras tanto velo
tu reposado sueño,
lo amarro y lo encarcelo
y de él me siento dueño.

Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho

Anónimo dijo...

Precioso lo que escribes, Pedro. Me ha encantado. Gracias.

Anónimo dijo...

Siempre me sorprendes con tus historias.

Antonio C.

Pedro Alfonso dijo...

Gracias a vosotros por estar ahí y seguir al ZC.

Un saludo

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