La luminaria del barrio cadalseño de San Antón
El día de San Antonio Abad se celebra desde siempre con hogueras o luminarias, era en el pasado un claro rito de protección de enfermedades. En Cadalso de los Vidrios esa noche se llenaba de luminarias que ardían en cada barrio y sobre las que saltaban las personas.
Hoy en día han desaparecido muchas de estas luminarias de
los barrios más populares de Cadalso, como podrían ser el de la Plazililla o la
Corredera, pero todavía se pueden ver arder la noche de San Antón en algunos
rincones de Cadalso, siendo la más popular la del barrio que lleva el nombre
del santo, o lo que es lo mismo, el barrio de San Antón.
Y hacia este popular y apreciado barrio me dirijo hoy 17 de
enero por segunda vez, ya son cerca de las ocho de la tarde, la lluvia sigue
cayendo con relativa fuerza y la noche oscura y fría casi oculta las casas de
San Antón.
Hace frío en esta parte alta de Cadalso, la gente todavía no
ha llegado y los vecinos que aquí se encuentran preparan una pequeña lumbre
junto a la pira de la gran luminaria para con las ascuas o ascuarril como se denomina en Cadalso a las brasas, realizar más tarde la merienda-cena a base de chuletas, morcillas, chorizos,
panceta y alitas de pollo, todo será ingerido por los presentes que regaran
sus gargantas con buen vino cadalseño de garnacha, y donde tampoco faltará la
naranja y la coca cola para los más pequeños.
El tiempo ha pasado y ya es la hora de prender la gran pira
de leña que han acumulado durante el día, ahora son las diez de la noche, ha
dejado de llover y hace bastante frío, pero los ánimos se levantan cuando Juan
en enciende las retamas secas que comienzan a arder en segundos y que en uno9s
pocos minutos habrán prendido el resto de leña.
El motivo por el que siempre se ha saltado sobre estas
luminarias, era la creencia de que al saltar sobre el fuego se protegía a los
saltadores de enfermedades y dolores, sirviendo además para purificarse.
También era tradición recoger las cenizas para esparcirlas por el campo y así
fertilizarlos. En Cadalso esto último no recuerdo que se haya hecho, pero si
recoger las brasas para los braseros, misión ésta que realizaban las mujeres
del barrio que se acercaban a la lumbre para con el recogedor llenar sus
antiguos braseros. En esta ocasión sólo una mujer se acerco a llenar de brasas
su brasero, fue la Dominga, pero también es cierto que tenía la hoguera a solo
unos metros de su casa.
Otra vieja costumbre es la de echar al fuego los trastos
viejos, esta vez le tocó sufrir el calor de las llamas a dos viejos y
destartalado sofás que fueron a la hoguera y se consumieron rápidamente. Este
rito de deshacerse de los trastos viejos está extendido por toda España y es
que siempre se ha creído que las llamas están destinadas a destruir todo lo
negativo.
Mientras la luminaria comienza a arder pienso en el santo y
en los cables que se encuentran al lado del fuego, los cables si se salvan es
gracias a que seguro intercede el santo, porque de verdad que están al lado,
tan cerca que alguien comenta, me vais a dejar sin internet, todos ríen y las llamas siguen elevándose y
soltando tantas chispas, que la oliva que está al lado parece un árbol de
Navidad con sus lucecitas, menos mal que todo está muy mojado.
Lo del santo es otra historia, San Antón o San Antonio Abad
que al final es el mismo, y en cuyo honor se celebran estás fiestas de
luminarias, no está presente en ningún momento y nadie se acuerda de él. Este
santo nacido en Egipto a mediados del siglo III, de ayer es la fecha, siempre
fue un santo venerado por la iglesia oriental, pero en el siglo X un caballero,
parece ser vienés, robo sus restos, entonces se decía trasladó, a Europa y
pronto se extendió su fama de curador de enfermedades que como entonces había
unas pocas, pues imaginaros el éxito. Más tarde San Antón acabó como patrón de
los animales, todo esto gracias a un cerdo al cual curó y que desde el momento
de la sanación no dejó de seguirle a todas partes como agradecimiento, tampoco
creo que el cerdo le estuviera siguiendo mucho tiempo, seguramente hasta San
Martín, no me refiero a nuestro vecino pueblo sino al santo.
La lluvia caída durante casi todo el día y la que está
cayendo desde hace unos minutos, esta favoreciendo para que la leña aguante las
llamas, cosa que sólo va servir para que la fiesta dure un poco más. El frío
aprieta y la gente comienza a arrimarse al fuego, es el momento en el que
algunos lanzan al aire los sofás que esperaban ser purificados por el fuego,
menuda purificación, y estos caen irremediablemente en las altivas llamas que los devoran en
minutos, a estos el agua les ha servido de poco.
Y entre gritos, alegría
y vino de nuestra garnacha acompañado de un chorizo de matanza que ha
traído Chiquete, la noche y la luminaria se van consumiendo, como también lo
hace la pequeña lumbre que servirá para asar la pitanza, cosa de la que se
encarga Juan, David, Chita y como no Miguel que desde el comienzo no ha dejado
de atizar tanto la lumbre pequeña como la gran luminaria, y todo sin probar un
trago de vino, que se lo tiene prohibido el médico y para eso está su mujer
Dominga y su hija pendientes de que lo cumpla, cosa que le cuesta.
Las madrugada va acercándose, el fuego sigue en lo más alto,
y a la charcutería asada va dando paso los cubatas, pero para mi es hora de
despedirse y de abandonar este amado barrio de San Antón, seguramente el barrio
más querido por los que aquí viven o han vivido alguna vez, cosa que siempre me
han demostrado y he notado en sus actos, en sus recuerdos y en su día a día.
Enhorabuena a todos los vecinos de San Antón por este día de
luminaria y un recuerdo para todos los sanantoneros y sanantoneras que viven
fuera de Cadalso.
Un abrazo a todos.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
4 comentarios:
Precioso reportaje de mi barrió de San Anton, que pena no poder estar en estas ocasiones .
Un saludo a todos.
Esto si que mola
Gracias, pero los verdaderos artífices de este reportaje son los vecinos de San Antón.
Un saludo.
¡Madre mía! Qué rápido va todo. Aún recuerdo cuando de niño iba a calentarme a esas luminarias de la mano de mi abuela materna. Muy cerquita de la lumbre, con la mirada perdida en el ascuarrir y toda una vida por vivir... Es hermoso mantener siempre la fidelidad a un origen, a unos principios, a un barrio (San Antón) y a un pueblo (Cadalso). Quien no es fiel a sus principios pierde su identidad, pierde su origen, pierde su dignidad...
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