Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

Museo de Montaña Zorro Corredero
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miércoles, 23 de octubre de 2013

Miguel Gómez Gallego de Guzmán y la torre de la Catedral de Getafe


El día 9 de noviembre de 1926, en un vuelo de rutina, el Suboficial de Complemento Buenaventura Pérez Porro, destinado en el Grupo de Caza de Getafe (Madrid), tuvo la mala suerte de tropezar con la veleta de la torre de la parroquia (hoy Catedral) de la Magdalena de Getafe. El piloto perdió el control del aparato y fue a caer a la calle del Rayo, al otro lado de la vía del ferrocarril de Ciudad Real. Por el efecto del golpe, la cruz y la veleta quedaron torcidas y la bola se desprendió, cayendo en una casa de labor de la plaza de la Magdalena. Todo el pueblo acudió a socorrer al infortunado aviador, que sufrió gravísimas  heridas, perdiendo un ojo.


Miguel Gómez Gallego de Guzmán, natural de Cadalso, hijo de Justina y Miguel "El Cano"
        ( Foto cedida por Raquel García Gómez )

Los desperfectos fueron reparados, pero tan mal, que al poco tiempo la veleta y la cruz volvieron a inclinarse más de 45º, mostrando el chapitel un aspecto deplorable, hasta que en el mes de noviembre de 1945 el Cabo Montador Electricista Miguel Gómez Gallego de Guzmán, destinado en la Base Aérea de Getafe, harto de ver el lamentable estado en que se encontraba el chapitel decidió "hacer algo".

Habló con el párroco, Rafael Pazos, le expuso sus planes, pidió la llave de la torre y subió hasta la base del chapitel, salió al exterior por una pequeña ventana (V), le dio miedo al verse sin protección de ningún tipo y bajó corriendo, al día siguiente volvió a subir, y como "Ya me había comprometido con D. Rafael, me armé de valor y preparé la estrategia de la maniobra".

Como podemos ver en el alzado, se trata de una torre de tres cuerpos, en ladrillo y mampostería, de base cuadrada, cubiertos por un chapitel de pizarra. Los dos cuerpos inferiores estilo mudéjar del s. XIV, el tercero, donde están las campanas, fue reconstruido en el s. XVII, imitando al anterior y respetando su estilo mudéjar.

 

El chapitel consta de tres cuerpos: aguja (A), linterna (B) y pabellón (C). El pabellón es cuadrado, la linterna es un prisma octogonal con un balconcillo en su base y la aguja es una pirámide octogonal muy estilizada, cuyo remate lo forman una gran bola de cinc, una veleta y una cruz. A la base de la aguja, donde se encuentran las cuatro ventanas (V) se accede a través del entramado de madera que forma la estructura del chapitel, algunas maderas tuvo que recortarlas para poder pasar.

Para acceder al campanario hay una escalera mudéjar hasta el primer cuerpo y a continuación existía una escalera de madera que permitía el acceso al piso de las campanas. Actualmente, y gracias a la excelente restauración llevada a cabo por la Comunidad de Madrid, que finalizó en 1994, se ha cambiado la escalera de madera por una octogonal de caracol, con acceso a los diferentes niveles de la torre.

Miguel se fabricó una escalera de madera (E), de más de 6 m de longitud, que subió mediante cuerdas hasta la base del chapitel. Una vez allí lanzó una cuerda hasta la veleta, que tras varios intentos fallidos logró enganchar. Amarró la cuerda a la escalera y fue tirando hasta situarla tal como puede apreciarse en la foto. Para poder llegar al primer escalón de la escalera tuvo que abrir un hueco (H) entre la maraña de maderas que forman la estructura de la aguja, el hueco era tan pequeño que cuando había sacado medio cuerpo, se quedó atrapado por la cadera, por lo que tuvo que prescindir del pantalón, así que la primera salida hacia la cruz la hizo en calzoncillos. Una vez fuera fue amarrando la escalera al chapitel y se lanzó a la tarea.

 
                                           Miguel junto a la cruz.
 
 
"Cuando llegué a lo alto de la escalera, la bola de ochenta centímetros de diámetro me tapaba por completo la cruz. Di un salto en el aire, con idea de agarrarme a la base, por encima de la bola, logrando asirme con fuerza, pero la bola se deshizo con el peso de mi cuerpo y me encontré colgado de mis manos, balanceado por el aire a cincuenta y cinco metros de altura".

A partir de entonces fue tomando confianza y poco a poco reparando todos los desperfectos, valiéndose de numerosos artilugios fabricados por él para enderezar y reforzar la cruz. Para ello tuvo que subir más de treinta veces, siempre trabajó solo y a cuerpo descubierto, teniendo en cuenta que sólo trabajaba por la tarde, en los ratos libres que le permitían sus obligaciones militares. Abandonó la obra durante dos meses porque fue llamado a realizar el curso de Vuelo sin motor.

Para la reparación de la cornisa fueron necesarios 14 kgs. de chapas de plomo que costaron 68,40 pesetas, el herrero Cipriano Díaz le fabricó varias piezas por las que cobró 50 pesetas y el fontanero Alfonso Martínez le confeccionó la bola de cinc por la que cobró 159 pesetas. El problema más importante fue conseguir la chapa de cinc, Miguel se enteró que lo fabricaban en la "Real Compañía Asturiana de Minas" se fue a ver a su Presidente, con uniforme de Cabo de Aviación, y tras exponerle el proyecto éste mandó pedir dos chapas de 2 m2 de cinc con las cuales cargó Miguel, en los distintos medios de transporte hasta Getafe.

Para que quedara constancia, el párroco mandó poner la siguiente inscripción en la esfera: "Collocavit spheram Michael Gomez Gallego de Guzman subvesillis actionis Catholicae certans, adscriptusque hispano Exercitui Aeris, magna virtute, diligenti animo. A Nativitate Christi Salvatoris annus MCMXLVI, regente ecclesiam dei catholicam Pio XII. Patriam Hispanam providente manu Francisco Franco". Puede haber errores en la trascripción latina, sacada de una foto de la época.

Una vez finalizada su obra, en agosto de 1946, fue fotografiado subido en la bola dando la impresión de ser un "giraldillo" que forma parte del conjunto cruz-veleta.

 

 
Miguel Gómez nació en Cadalso de los Vidrios el 25 de marzo de 1920, había ingresado en Infantería en agosto de 1938, durante la Guerra Civil, en noviembre del año siguiente ingresó en la Escuela de Especialistas de Málaga con el 4º curso. Participó en la campaña de Rusia con la División Azul, en la de Ifni-Sahara, realizó varios cursos en los Estados Unidos y permaneció destinado durante casi toda su carrera en el 35 Ala de Transporte (Getafe) hasta su jubilación como Capitán Montador Electricista.

Hasta su fallecimiento residió en Getafe, a pocos metros de la catedral, desde su domicilio contemplaba diariamente su obra y rememoraba su locura de juventud. En junio de 1999 tuve una entrevista con él y me acompañó a subir a la torre de la catedral donde me relató "in situ" su trabajo, restándole importancia al riesgo corrido. Dijo que lo hizo por saldar una deuda que el Ejercito del Aire tenía con la Catedral y por sus profundos sentimientos religiosos.

Autor: José Parejo Linares, Gurripato de la 19ª Promoción de la Escuela de Especialistas.
Bibliografía:
de la Peña, Manuel .- "Medio siglo de Aviación en Getafe".
Sánchez González, José y Martín.- "Iglesia Catedral Santa María Magdalena".
Periódico local "Acción Getafense" nº 176 de 11 de marzo de 1987.
 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sorprendente historia,cargada de valor,trabajo y constancia.Gracias Pedro.Paquitopirata.

Anónimo dijo...

Una bobita historia la de este gran cadalseño.


mariano

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

ROMANCE DEL CORUCHO HEROICO

Hubo un soldado corucho
en el Barranco del Lobo,
en día de luto y llanto
por soldados españoles.

Integrado en las Brigadas
Mixtas de los Cazadores,
y unido a su Regimiento
fue movilizado al Rif.

De rifeños solivianto
aconteció por entonces,
y él con otros destacado
a pacificar tensiones.

Atacado por rifeños
junto al Monte Gurugú,
cruzaron estribaciones
perdidos yendo hacia el sur.

Noche plagada de angustia
sin luna y muertos de sed,
contingente de españoles
de nuevo mundo a través.

En la noche interminable
rasgada por los disparos,
tan lejos de Cenicientos
nuestro corucho soldado.

Cuando quiso el nuevo día
mostrarse y dejarse ver,
los soldados españoles
de nuevo en el redondel.

Sin saber qué defendían
si a la patria en su grandeza,
o era a las minas del Rif
del conde de Romanones.

Dominadas las alturas
por los francotiradores,
insostenible se hacía
su situación por entonces.

El nutrido tiroteo
partía de una colina,
y el desalojar de moros
se asignó a su compañía.

Los soldados españoles
reptaron por la pendiente,
y llegando a la planicie
al arma blanca asaltaron.

Gumías y bayonetas
mortales se entrelazaron,
y tras el cruento combate
los moros desalojados.

Y aquel soldado corucho
se ocultó con su macuto
de las miradas ajenas
en un hoyo entre lo abrupto.

De él sacó una botella
del "hada verde"o absenta,
que le sumió en un letargo
o más bien en borrachera.

Mas por las cosas del mando
que en el ejército impera,
so ordenó la retirada
de la posición aquella.

Quedó solo aquel bendito
con beatitud durmiendo,
sin que entre sus compañeros
nadie de menos le hiciera.

Nuevamente los rifeños
se asentaron sobre ella,
sin que sobre aquel durmiente
apercibimiento hicieran.

Después el mando español
cambió y dio una contraorden,
y reconquistar la cota
al precio de lo que fuera.

Comenzado el tiroteo
fue despertado el corucho,
con moros por todos lados
hirviendo en un avispero.

Él se atrincheró a su vez
y disparaba a mansalva,
sobre la tropa rifeña
que ante el diablo se hallaba.

Cogidos entre dos fuegos
los sorprendidos rifeños,
tiraron armas al suelo
y a discreción se rindieron.

Informado el coronel
de la hazaña del corucho,
incluyó en la orden del día
ser condecorado al punto.

Y el soldado temeroso
de al final ser descubierto,
se sinceró al coronel
descubriéndole el asunto.

El coronel mandó firmes
y le miró gravemente,
girando a su alrededor
con un caminar solemne.

"Escúcheme bien soldado:
nos demanda la patria héroes,
ya sen justas o injustas
en cuantas guerras emprende.

Símbolo es usted y ejemplo
de todos sus compañeros,
y yo prendo en su guerrera
esta cruz que ganó su hecho.

No repita nada de esto
que me acaba de contar,
¡o yo con mi propia mano
cercenaré sus cojones...!

Luzca su cruz en el pecho
y osténtela con orgullo,
y si pervive a la guerra
la muestra por Cenicientos.

Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho








Saturnino Caraballo Díaz dijo...

ROMANCE DEL REY MORO DE GRANADA
DONDE CORUCHOS SE HALLABAN

Cuando al fin capituló
y abandonó su Granada,
se le demudó la faz
y dijeron que lloraba.

Mas no fue por cobardía,
pues su valor era fama
cantada por los poetas
y por el Darro llevada.

Fue por las fuentes y flores,
por las almenas doradas,
por el Patio los Leones
y por la perdida Alhambra.

Cruentos y crueles combates
por la ciudad asediada,
y ante sus muros, coruchos,
allí combatiendo estaban.

Siendo el Rey don Juan segundo
del reino ilustre de España,
y don Álvaro de Luna
su valido y su vanguardia.

De Castilla el Condestable
en batalla de Higueruela,
donde triunfante salió
con él coruchos llevaba.

Dueño y señor de estas tierras,
le rendían vasallaje,
y soldados de la gleba
de estos predios reclutaban.

El tiempo se fue alargando,
cayó el valido en desgracia
y su cabeza rodó
por vallisoletana hacha.

Luego Isabel de Castilla,
de España la soberana,
junto a Fernando su esposo,
asedio puso a Granada.

Y de nuevo los coruchos
de infantes sentaban plaza,
y en el cerco con las picas
se batían en la Alhambra.

A don Gonzalo de Córdoba
le vieron sobre una jaca
del harén de Boabdil
que a las tropas arengaba.

Allí al Cardenal Cisneros
le vieron con cubos de agua,
con sus frailes y sus legos
que a los moros bautizaban.

Allí Isabel y Fernando
hacer su entrada triunfantes,
y el volteo de campanas
por la España unificada.

Y vieron a Boabdil
junto a Aixa la sultana,
volviendo la vista atrás,
enjugándose una lágrima.

Esto vieron los coruchos
y se vieron a ellos mismos
haciendo historia aquel día
en la toma de Granada.

Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

ROMANCE DEL CORUCHO LEGENDARIO

Un corucho combatiente
en la perla de la Antilla,
rogó a nuestro San Esteban
tornar a la patria chica.

Nuestro Patrón le escuchó
permitiendo regresara,
libre de fiebres palúdicas
y en guerra su corazón.

Su fiel novia le esperó
y concertaron la boda,
y fue terminado aquello
por el hado de la historia.

En el Huertecillo un baile
se dio por carnestolendas,
y él bailaba con su novia
ajeno a la concurrencia.

Se hallaba allí un jactancioso
originador de broncas,
que continuo molestaba
con empujones y sornas.

Él le advirtió seriamente
que si aquello proseguía
la tarde sería trágica
con perdida de una vida.

Fatalmente así ocurrió
el suceso lamentable,
con el pueblo en conmoción
por el hecho espeluznante.

Él se trajo en su mochila
desde la lejana Cuba
un mortífero machete,
compañero de penurias.

Con él se enfrentó a mambises,
cruzó pantanosas junglas
de azúcar hizo la zafra
y vivió climas hostiles.

Siempre lo llevaba encima
sin hacer nunca excepción,
y le dio tal puñalada
que allí tendido quedó.

Guardia Civil y juzgado
intervino en el asunto,
y en premura diligente
juzgaron y condenaron.

Después en cuerda de presos
condujeron a Algeciras
y en barco destartalado
al Hacho ceutí llevado.

Los años fueron pasando
difuminando el suceso,
pero intervino el destino
o Divina Providencia.

Con tres soldados coruchos,
servidores en Marruecos
con los caballos de Alcántara,
añorando a Cenicientos.

Llegado un quince de agosto
sentados en un café,
de población africana
rememoraban su pueblo.

Día importante y festivo
allí el de la Virgen de África,
se acordaban igualmente
de su Patrona del Roble.

Evocaban Cenicientos,
su día de fiesta grande,
la corrida de la tarde,
sus novias y sus recuerdos.

Atento un moro notable,
gerifalte del desierto,
su dialogar les oía
sin recato y sin respeto.

Espetándoles de pronto
dando muestras de alegría:
"¡Soldados", y se acercó.
"¿De que parte sois vosotros?".

"¡De España, de Cenicientos!".
Su emoción fue indescriptible
llorando a lágrima viva
la añoranza de su pueblo.

El inesperado encuentro
hizo mella en los soldados,
que de niños contemplaron
al hombre aquel ensogado.

Les fue narrando su vida
sin omitir los detalles
de su pena y su condena
y del penal la evasiva.

Su trabajo en el desierto
como rudo camellero,
sudor, fatigas y el hambre,
y soledad y destierro.

Después un golpe de suerte
le dio poder y riqueza,
dueño de grande rebaños,
camellos, cabras y ovejas.

Un palacio y grandes casas
esparcidas por doquier,
cuatro esposas y un harén
de concubinas princesas.

Habló de sus muchos hijos
y conversión a otra fe,
predicada por Mahoma
en su nueva trayectoria.

Luego se alejó despacio
entre dunas y entre arena,
un corucho legendario,
del que aquí os dejo su historia.

Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho

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