Los cielos de Cadalso en febrero

Viernes 8 de febrero, la tarde comienza a decaer, las nubes juegan en un cielo frío y se rompen camino de las tierras bajas de Toledo. El sol que apenas consigue mantener unos grados de calor intenta ocultarse detrás de la sierra de Lancharrasa, como descansando sobre esa inmensa nube que cubre su cumbre.

Jirones de lluvia se desprenden de las nubes que desplazadas por el enorme aire, van posicionándose sobre Cadalso para después desaparecer tierras abajo. El sol y las nubes parecen querer rodear a la tierra, atrapándonos a todos en esa atmósfera que nos proporciona el oxigeno que nos da la vida, pero que no notamos.

Construir una imagen maravillosa del cielo es tan fácil como dejarse llevar por los elementos que lo forman, todo está ahí y con una simple foto, habremos conseguido parar ese momento estelar para siempre, pero son tantos los instantes de belleza que el cielo nos regala, que nunca dejará de ser una imagen más de esos millones de instantes que cada día se iluminan en al cielo, en el cielo de Cadalso, en nuestro cielo.   

 

El sol ilumina horizontalmente los cielos casi velazqueños de esta ventosa y fría tarde de invierno. Allá en la lejanía, los Montes de Toledo sucumben a la oscuridad de la noche.

 

Nuestra Sierra, libre de esa almohada que ha servido hace unos momentos al estro rey  para dejarse caer con delicadeza, ilustra esta imagen con su silueta oscura, que contrasta con los colores que el sol proporciona a los cielos, a las nubes y a nuestro sentido de la vista. 

Armonía invernal cargada de encanto y hermosura para nuestros sentidos, delicadeza y atractivo juntos en este atardecer cadalseño lleno de esplendor y colorido. Son grandes nuestros atardeceres y son enormes nuestros sentimientos, así pues que más se puede pedir, solamente dar las gracias por recibir casi a diario estas pinceladas de belleza y perfección desde lo más natural de Cadalso, esta vez desde sus cielos.

Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso