En memoria de José Antonio Carrasco

JOSÉ ANTONIO CARRASCO GARCÍA

                Caminaba decidido, con determinación, impulsándose con su pierna débil al infinito. Bastaba mirar su expresión para averiguar que estabas ante un hombre de una pieza y de verdad. Un hombre auténtico, luchador, bueno y cabal; forjado en la lucha y la superación cotidiana que repartía cariño y humildad con el corazón que albergaba en su mirada. Perseguía convencido la utopía de esa belleza que sólo los humanos como él descubren y saben apreciar. Nada le era inalcanzable porque su decisión vencía cualquier dificultad.

                Amaba la Naturaleza. Su fecunda imaginación le hacía volar cuando avistaba con sus prismáticos el majestuoso planear del águila. Y le seguía corriendo, tirando de su pierna como si tirara de la mano de sus hijas, Yesica y Estela, que parecían despegar, remontándose a su encuentro sideral. Yo le veía elevarse con los brazos abiertos junto a los pájaros mientras les enseñaba arabescos, cabriolas y cantos que José Antonio imitaba silbando. Era como un sobrecogedor espectáculo de vuelo, luz y sonido que acariciaba el espacio universal.

                Formaba con su mujer, Mari Mar, una pareja que parecía un amor solo, cuando en realidad eran muchos más que él se entretenía en conjugar al atardecer con el verbo amar. Daba gusto verlos pasear por las aceras de Cadalso flotando etéreos y puros, como fragmentos de estrellas. Y cada paso que daban era una caricia al suelo de su pueblo. Un milagro andante y fugaz que brotaba de ellos y que convertía a nuestro pueblo en especial.

                Muñanero convencido desde niño, se ha ido cuando su querida Peña Muñana vela sentimientos que sacará a danzar por las calles de Cadalso en las Fiestas. Le recuerdo jovencito y juncal, a los dos o tres años de fundarse La Muñana, detrás de nuestro Presidente, su admirado José “Chorlo”, en la puerta de la Plaza de Toros. Un chaval era que a toda costa quería estar con nosotros. Su madre tenía miedo de que se cayera y se lastimara y no se decidía a dejarle que nos acompañara. “Chorlo” le quería, además eran vecinos y tranquilizó a la madre: -Vete tranquila que yo me encargo de él. La convenció. Y Carrasco subió en un santiamén al tendido loco de alegría para coger el sitio desde el que él suponía disfrutaría mejor de todo. Años después nos hicieron una foto a tres muñaneros veteranos con él: La pancarta detrás, el futuro por llegar y la felicidad delante. Porque si algo bonito hace La Muñana es crear felicidad. Y ahí nos quedamos con él, inmortales en la eternidad de la foto.

                Ya está abrazando a su querido Jose y a los demás muñaneros en La Muñana Celestial. Allí también serán Pioneros de una Revolución de Alegría. Se divertirán divirtiendo y Carrasco les ofrecerá limoná en su jarro de cerámica, aquéllos de nuestra época dorada que era la suya. Todos  juntos aviados con la primera camisa muñanera. Esa que tanto se parece al cielo cadalseño de septiembre gracias a ese azul tan clarito que nos invita a soñar. Y volarán muy alto con las aves, como a Carrasco le gustaba, buscando siempre el mejor lugar.


+10.09.2018

                                                                                                                              Miguel MORENO GONZÁLEZ