LLAMADA DIVINA FRUSTRADA
El tiempo ha corrido un velo muy sutil en una bella historia de
amor que cada mañana, en el amanecer de la sierra cadalseña, se disimula con
otras que son loables, pero no tan emocionantes. El paso de los años y las
similitudes han forjado que cada mañana lo que parecía un simple matrimonio más
con tres hijos de esos que incordian, piden, se quejan, lloran y protestan,
escondiera detrás la esencia del sentimiento más noble con sus vicisitudes.
Sucedió hace un buen puñado de años, cuando todo era más difícil y enamorarse
parecía una adversidad. Y hoy, aquello parece un sueño lejano o el final de una
pesadilla. En todo caso deja detrás una historia noble e inigualable, de esas
que tanto me apetece contar.
Ella era una chica bien, con padres bien, de familia bien y que por la fuerza de la vida tendría que acabar siendo una dama bien. Pero el bien se confunde tantas veces con lo que puede no serlo, que creyó sentir una llamada divina que le reconvenía a enclaustrarse en un convento. La chica bien llevaba una trayectoria convenida y oficial que incluía a un novio formal que parecía quererla lo suficiente como para que un día se celebrara una boda por todo lo alto llena de gente bien. Pero ella agarró el teléfono de la llamada divina y decidió dejarlo todo. Se vistió los hábitos, hizo los votos, prometió fidelidad y desapareció del mapa. Dejó al aspirante a marido de chica bien con un canto en los dientes y lleno de lágrimas.
Cuatro años con sus días, noches, laudes y vísperas, dejaron
la cosa en espera. Él decidió maldecirse aguardando y ella, finalmente, decidió
admitir que aquello no estaba escrito en su destino y consintió las preguntas
de su alma. Como estas cuestiones nunca se responden fácilmente y abandonar el
asunto no era tarea inmediata, la cosa se dilató... Y él decidió jugarse el
todo por el todo y lanzar un órdago a quien hiciera falta. Al final tuvo premio
y pasado ese tiempo, un día ella regresó a lo que nunca debió relegar y se
encontró, gracias a la infinita paciencia de él, con la oportunidad de
redimirse de su confusión.
Una mañana el sentimiento pasado lo recordaban mientras paseaban camino de “El Chorrillo”. En aquel Cadalso de entonces todos sabían que la Historia de Amor más bella les tenía a ellos como protagonistas. Un amor tan grande, que fue capaz de superar la barrera divina y saltar buscando el futuro. Mientras compartían sonrisas y saludos a los vecinos, corría en el aire una esencia de orgullo y de felicidad. A veces, tenerlo más difícil adorna como ningún perfume el aroma del triunfo. En ocasiones, triunfa el Amor... Y por eso quienes nos sentimos tantas veces derrotados por él, seguimos cayendo, levantándonos y pregonando su existencia...
ANÓNIMO (adaptado por Miguel MORENO GONZÁLEZ) Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
8 comentarios:
Muy curioso pedro
Maria Antonia Hernández
Joer, que preciosidad de escritito... Sí, ha llegado algo tarde... pero ha llegado para quedarse en nuestros corazones.
José A. Álvarez G. De Guzmán
El amor humano venció al amor divino. Los mortales debemos pensar más en el primero que en el segundo..., aunque no siempre es así.
Gracias Miguel.
Preciosa historia y precioso escrito.
Por cierto, "el Chorrillo" que mencionas ¿es la fuente que hay bajando desde Rozas al cruce de Casillas? o tenéis el vuestro propio, que los cadalseños sois muy vuestros...
Pepe Vázquez
Desde luego que historias màs apasionantes tenéis en Cadalso!! Esta es preciosa, digna de ser tan bien contada. Es dificil la lucha entre la vocacioón y el amor, pero en ocasiones el amor vence. Serà porque es del bueno.
Gracias a todos. Cadalso no es ni más ni menos que la pequeña representación de la sociedad en general, aunque casi siempre tirando a lo bueno. Efectivamente, Pepe, Cadalso tiene su propio "Chorrillo", pero lo hicieron "desaparecer" en la renovación de la carretera de Rozas. Una pena, porque formaba parte de los cadalseños de la forma más bonita que puedas imaginar. Un abrazo a todos.
Qué bonito
Rosa María García
Buenos días Pedrito que dos monjitas más agradables eran
Dolores Saez Canoyra
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