Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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viernes, 28 de mayo de 2021

El más pequeño... por Miguel Moreno.

EL MÁS PEQUEÑO


(Con este escritito cierro la trilogía de los dedicados a mis tres hermanos. Cada uno tiene el suyo y yo la satisfacción de habérselos dedicado. Éste se lo escribí a mi hermano José Luis al poco de morir nuestro padre y… lo guardé. Nunca lo hice público y desconozco la razón. Simplemente sería porque no existía razón alguna. Cuatro décadas después lo difundo como homenaje a aquel niño de nueve años, hoy ya un hombre que tiene hijos (mis sobrinos, Luna y Martín) de la edad que él contaba entonces. Se lo ofrezco por los recuerdos bonitos que conserva de mí y porque aquel niño sabía que le quería muchísimo… Aprovecho para agradecer públicamente al blog “Zorro Corredero” la enorme difusión que hace de la cultura e historia de Cadalso de los Vidrios (Madrid). Personalmente también le doy las gracias por su hospitalidad y deferencia hacia todos mis escrititos. Y gracias, así mismo, a los fieles y amables lectores del “Zorro” que con sus constructivos y cariñosos comentarios valoran el desinteresado esfuerzo de su administrador, el cual legará con la lectura de su blog un archivo trascendental de esta época a la posteridad cadalseña.)

Boda de mis padres.
 

     Nuestros padres llegaron con él a Cadalso un anochecer de noviembre. Nació en Madrid (el único de los cuatro) y arribaron en el coche de línea “El Gato”. Los abuelos, los tíos, yo (diecisiete años… !qué mayor!) les esperábamos en la puerta del bar Sevilla. Bajaron del autobús los primeros. Mi padre con chaqueta azul marino y camisa blanca, mi madre portaba en brazos al bebé muy abrigado -en noviembre, antes, hacía mucho frío-. Una toquilla blanca exterior ocultaba al niño actual y a lo que sería de adulto. La primera que se acercó a verle fue la tía Martina (mujer buenísima e hipersensible que quería mucho a los niños y a mí más que a los demás…) Con suma delicadeza le apartó la prenda y con su cara desbaratada por la ternura se volvió rauda hacia los demás exclamando: “¡Es una ricura!”. Y claro, fuimos a comprobarlo no fuera a ser verdad… Y los mayores confirmaron que sí, que era verdad, que era muy rico (un decir…) Fue la tía Gregoria quien comentó que le llamaran José Luis, porque era un nombre muy bonito que a ella le gustaba. Y se llamó José Luis y a todos les pareció bien mientras sonreían a su alrededor. 

     Recuerdo que discretamente mi padre se apartó del grupo. Aquel hombre, como Sansón fuerte y noble, de casi dos metros, brazos y manos enormes y rostro melancólico curtido por los vientos del campo que siempre soplaban de frente, lloraba emocionado a pesar de que “los hombres deben llorar hacia dentro, él aquella vez lo hizo también hacia fuera…” Nadie se percató, yo sí… Después, cada fin de año, al dar las campanadas y sonar el pasodoble “Suspiros de España” en Radio Madrid, volvería a conmoverse. Enseguida aparecieron Nati y Justito y le rogaron a nuestra madre: “Mama (sin acento), enséñanoslo.” Y puso al recién nacido a la altura de sus hermanos para mostrárselo. Y cuando le vieron se quedaron un poco desilusionados: “Si es muy chico…” Ellos, imagino, esperaban jugar con él a la mañana siguiente.

 
Los cuatro hermanos un día del Cristo de 2008.

     Hoy, hace un momento, hablé de ti con tío Justo y me vino a la mente el pensar sobre la necesidad que tienes de todos nosotros. Pasa una cosa, ¿sabes?, a veces uno piensa en lo mal que lo pasa y olvida que hay otros seres buenos e indefensos los cuales, desde su propia inocencia, no alcanzan a comprender nada de lo absurdo de todo esto y, encima, no tienen a nadie que les tienda una mano amiga para ayudarles a salir de su dolorosa perplejidad. 

                                                                Jose de 1ª Comunión

Tú a los nueve años te quedas sin padre y si difícil es para mí, ¿qué no será para ti? ¡Cuánto te quería y cómo le distraías y le animabas con tu constante alegría! Alguna tarde salías a pasear con él y vivías los momentos inolvidables por los que todos hemos pasado y que tan imprescindibles nos son a esa edad. Pero también te lo quitaron de súbito y aquella noche no te atreviste a verle y en el entierro –muy triste, temeroso y nervioso-, me diste a entender que preferías guardar el recuerdo del hombre lleno de vitalidad al del hombre destruido impunemente.

 

Jose ante la tumba de su padre.

     Perdóname pequeño, vivimos de una forma acelerada y absurda que nos lleva directos a la nada. Nos preocupamos del sueldo, el piso, las apariencias… Y te olvidamos sin hacer nada por inculcarte lo importante de este mundo para que sepas distinguirlo de lo banal y accesorio. Definitivamente destruimos los sentimientos rebajándolos al materialismo. Verás…, la última vez que le vi vivo fue en tu comunión. ¿Recuerdas lo felices que fuimos todos juntos? Tú correteabas dichoso bajo un sol luminoso detrás de aquel balón “Tango” y vestido con el traje impoluto del Real Madrid que te regalé. Los aledaños de nuestra casa de Las Sillas estaban llenos de gente que te quería, pero nadie se percató (salvo yo porque me lo dijiste bajito) cómo en un santiamén te cambiaste de comunión santificado a futbolista madridista.

   


     Mi desconsuelo surge con estas preguntas: ¿Quién te sacará al huerto en moto?, ¿quién te explicará cómo brota el fruto de la cepa?, ¿quién te preguntará sobre el regalo que te hará Migue en su próximo viaje?, ¿quién te dirá que tu padre con quienes se sentía realmente identificado era con los humildes, como los del Rayo Vallecano; y los luchadores que apostaban por ganar, como el torero Jaime Ostos, valiente en la plaza con el toro y en la calle con la palabra, que decía lo que la mayoría  callaban? ¿quién te ayudará a superar los malos momentos en los que tus amigos hablen de sus padres y tú inclines la cabeza entristecido?, ¿quién te enseñará a echar de comer a los pajarillos abandonados…?

 

Jose con Paloma y la abuela Luisa. 1988

Jose en la boda de su ahijada Berta.

     Perdóname otra vez, es lo que te decía antes: Somos egoístas hasta para manifestar nuestro dolor y yo no quisiera parecerte así. Quiero verte contento siempre como en el día de mi boda. ¿Te acuerdas que viniste en el coche con nosotros y cuando viste a padre en el restaurante (que, por cierto, él fue en metro), le contaste alborozado y feliz que habías ido en el coche de los novios? Consuélate y medita que el destino te reservará alegrías futuras que buscarán compensarte, aunque ya sólo sea mínimamente, del dolor que su ausencia te dejó.

Jose con los amigos.

                               Miguel MORENO GONZÁLEZ 


18 comentarios:

Jesús Lopez dijo...

Migue cada día te superas un escrito lleno de amor y cariño hacia tú hermano y familia
A prendiste bien de abuela a mantener unida a la familia y a quererse

Rafael dijo...

Un mocetón discreto, currante y emprendedor.. buena gente. Es el recuerdo que tengo de Jose. Un abrazo para él..

Anónimo dijo...

������������....muy bonito y emocionante Miguel. Tu querido hermano José Luis es una gran persona. Se merece éste escrito y mucho más. Un abrazo.
José A. Álvarez G. de Guzmán

Anónimo dijo...

que historia de dolor y alegría ere una persona especial para todos los demás es tu historia que la lean. la vida como es la vida ❤️❤️❤️ un abrazo fuerte Pedro ❤️

Aurora Ferrera Ruiz

Anónimo dijo...

Que bonita historia me a encantado gracias por compartir

Pilar Diaz Recamal

Anónimo dijo...

Muy bonito Miguel

Juani Lopez Conde

Anónimo dijo...

Buena gente y trabajadora

Mariano

Anónimo dijo...

Que bonita historia!!! Y que fotos más antiguas José seguro que fue el juguetito de todos en la foto de la comunión se parece a tu madre es verdad que era muy rico .parece que estoy viviendo el momento de la llegada a cadalso del gato típica de pueblo que la mitad de las veces veníamos mareados por el humo del cigarrillo de alguno. Me encanta ver a tu abuela vale la tía Vale para mi gracias por compartir esta historia con nosotros y somos los lectores los que tenemos que darte las gracias por tus maravillosos escritos y por su puesto a pedro por publicarlos

Maria Antonia Hernández

Anónimo dijo...

Desde que he leído las historias que Miguel le dedica a sus hermanos, yo quiero más a los míos. Gracias por sacar lo mejor de nosotros.
Cadalseña

Anónimo dijo...

Qué hermoso recuerdo❤❤❤

Maria Teresa Caballero Lopez

Anónimo dijo...

Tu hermano José es un afortunado teniendo un hermano mayor capaz de hacer un ejercicio de empatía tan acertado y emocionante como el que haces tú. Gracias y un abrazo.
Luis C. Trijueque

Anónimo dijo...

Pues no sé qué decir, es tan hermoso lo que transmites,,, Sin palabras.
Pepe Vázquez

Miguel Moreno González dijo...

Decía Don Quijote:"Que de la abundancia del corazón habla la lengua." En este caso la letra de vuestros hermosos comentarios. Muchas gracias y que nunca os falte la abundancia de vuestro corazón para ayudarnos a los demás..

Anónimo dijo...

Muy bonito tu relato

Soledad Alvarez Canoyra

Anónimo dijo...

Muy bonita historia 😸

Lucia Lop

Felix y Raquel dijo...

Tu amor infinito a tu familia rezuma bondad y traspasa la pantalla. Sois grandes hermanos Moreno, hijos de unos padres buenos, honrados y trabajadores.
Un fuerte abrazo

Miguel Moreno González dijo...

Félix y Raquel: Gracias, muchas gracias. Raquel eres muy buena y especial para mi.Es pura magia.No nos conocemos y sin embargo nos admiramos. Lo tuyo si es digno de admiración.

Paloma dijo...

Muchas gracias por estos relatos de humanidad...tan necesaria.

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