Tu elixir mágico. A Paloma, por Miguel Moreno

 

(Para ella, que el próximo 22 de mayo cumple años: Paloma Mostacero Herrera)

 

TU ELIXIR MAGICO

 Un atardecer de septiembre de 1976 nos conocimos en La Muñana. Venías con tu corazón chorreando alegría. Tu sincera sonrisa me pareció un emocionante canto al optimismo. Presurosa te sobresaltó la ternura ahuyentando cualquier posible desolación. Hablamos incansables propinando a la adversidad infinitos hachazos ilusionados. Declinaste tus desengaños ayunos de odio, faltos de rencor, sin pizca de resentimiento ni desazón. Tu presente del indicativo es un poso conmovedor de afectos que conservas intactos para un futuro perfecto.

 

Desde niña paseas por este Cadalso deslumbrante que descubre lo mejor de tu alma, mientras repartes por los resquicios del día una esperanza renacida. No recuerdas mentiras gratuitas ni dolorosas. Lo mejor de ti lo alimentas bajo la profundidad de tus ojos y sobre la belleza conmovedora de tu bondad. Acabas toreando, lidiando feliz en el ruedo de la vida y  sobre ese redondel inmenso que es tu corazón. Repartes trofeos que son trozos de emociones como si de emotivos lances se tratara.

 

Tu horizonte ha sido siempre la discreción personificada en tu exquisita educación. Caminas feliz afrontando tu camino sin mirar hacia atrás para no perderte el porvenir de tus hijos, Miguel y Berta; ni el de tu nieto, Moisés. Cada persona que te cruzas de frente no tiene por menos que admirar la franqueza reflejada en tu expresión. En ella llevas cincelado a fuego el mapa de tus sentimientos. Los proteges en esa fortaleza tuya repleta de humanismo y sentido común (el menos común de los sentidos…)

 

He tenido la inmensa suerte de conocer a una mujer buena y diferente, especial e irrepetible. Alguien que, sin darte cuenta, se te va metiendo dentro, muy dentro; allí donde uno intuye que se fabrican los sentimientos y habitan quietos y enamorados. Es allí donde dicen que reside la felicidad y alumbra la obscuridad. Y uno continua viviendo ilusionado, flotando por momentos eternos, disfrutando de cientos de pequeños instantes, deleitándose con las gotas de un elixir mágico y amoroso que van llenando esta conciencia mía, siempre tan desconcertada y necesitada de comprensión.

 

Acaricias el cielo. Apenas llegas a rozarlo; casi, casi has llegado a sentir el roce de las estrellas en tus manos. Quizá uno, pretencioso y egoísta, aspira a alcanzar ese cielo utópico e inexistente que es el de la unión definitiva. Ya mi vieja amiga la melancolía se desliza disimuladamente hacia extraños parajes de encanto y tristeza. Y es que mi vida es un roscón de incertidumbre relleno de ilusión que hay que ir mordiendo poquito a poco, saboreándolo con delectación hasta encontrar el premio, ¡que lo tiene!: Mi mujer, Paloma.

                    

                  Miguel MORENO GONZÁLEZ