Peñalara

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Peñalara por Dos Hermanas.

Tubo del Gusano. Pico del Lobo. Sierra de Ayllón.

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jueves, 27 de agosto de 2020

REENCONTRARSE CON EL ARTE. Por Miguel Moreno




(Brindo por los toreros y los ganaderos que comen de su sangre. Hoy, por la incomprensión de muchos, lo están pasando muy mal…)


REENCONTRARSE CON EL ARTE



     Nos pasamos toda la vida intentando encontrarnos con nuestro estado anímico más óptimo. Un día, a una hora y en un lugar nos visita la inspiración y somos felices con nosotros mismos haciendo algo que nos satisface. Desde ese preciso instante nuestra vida se mece sobre el deseo de reencontrarnos con esa sensación imperecedera pero caprichosa en sus apariciones.

Incluso hay momentos en los que aun sintiéndonos bien, notamos que nos falta ese clímax que nos hace acariciar las nubes con las yemas de los dedos. Esta emoción es poco frecuente y nos hace vivir pendientes de alcanzarla, pero escapa a nuestro deseo, nos pertenece y forma parte de nosotros aunque no la podemos manejar a nuestro antojo… Aparece y desaparece espontáneamente y las épocas de ausencia son resacas dolorosas que finalizan con su próxima visita.




     Reencontrarse en el toreo se llama arte. Convive con el diestro de espíritu sensible, es un don de los hados. Una impronta difícil de analizar que unge al torero como artista nimbado -no como trabajador- y le hace torear por satisfacción personal. Busca sentir y transmitir sentimientos mediante su faena onírica. Faena perfecta primero imaginada y después soñada en veladas solitarias. Cuando cristaliza en la plaza nos hace levitar de placer a los espectadores sobresaltando lo más hermoso que poseemos: la emoción.

Esa obra para el torero artista nunca será pura, pero le creará dependencia y la buscará obstinado, incansable y a la vez ilusionado como un chiquillo. Buceará en ella escudriñando la manera de sintonizar su pálpito y el del toro con el del espectador para sorprenderle en su fibra más sensible. Aspira a intercambiar pases por emociones, la fuerza bruta del toro por las caricias del hombre.




El espada quiere provocar un pulso, un latido en un inmenso corazón común. Una vez que se percibe esa sensación ya jamás se olvida. Su recuerdo se aposenta en el alma y nos arrastra con ilusión al reclamo de su fascinante estela para aplacar esa hermosa necesidad íntima. Es la utopía, una quimera que por breves momentos se hace realidad alcanzando una magia inolvidable.

     Rafael de Paula no toreaba mal porque no sabía, no pretendía justificarse o “cumplir”, ni tan siquiera agradar y esto le hacía soportar auténticos calvarios en el ruedo. Sustentaba toda su obra en la inspiración, se abandonaba y dejaba que ella latiera con el pulso de sus muñecas; si ésta no aparecía no había toreo, pero tampoco mentira… No sabía “taparse” o disimular. Todo aquél que fuese a ver a Rafael de Paula debía saber y asumir que se encontraría con el éxtasis o la apatía, lo sublime o la indolencia.



Son las cosas del genio y su arte que él define como reencuentro. Se nace con ello, no se aprende ni se estudia, tampoco se adquiere con el oficio. El artista vive, siente y ama con arte. Es una postura ante la vida que le hace sentirse útil gracias a él. El arte del toreo al ser visual es fugaz, sólo se capta perfectamente mediante la abstracción. Es un viaje continuo y maravilloso a un destino llamado BELLEZA…


                                Miguel MORENO GONZÁLEZ

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Bravo, Maestro.
Luis C. Trijueque

Anónimo dijo...

Amigo Miguel hay artes en la vida que se pueden apreciar en el aire en una mirada en el baileo en el compás y el temple del maestro Rafael de Paula.que bonito relato y que sentimiento le pones como buen amante del toreo que eres gracias por compartirlo

Maria Antonia Hernández

Anónimo dijo...

Es cierto, con arte se nace. No se aprende a tenerla, sino a desarrollarla. Tú también la tienes y la demuestras al escribir textos que transmiten tanto sentimiento.

Anónimo dijo...

Muy buen escrito, como siempre.

Mariano.

Miguel Moreno González dijo...

Gracias por vuestros amables comentarios. Espero que el toreo salga adelante (como toda España) después de esta dura prueba.

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

En Linares ocurrió:
Lo de la mortal cogida,
allí el califa expiró
y dio leyenda a su vida.

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