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Tubo del Gusano. Pico del Lobo. Sierra de Ayllón.

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jueves, 14 de mayo de 2020

LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. UN PUEBLO COMO EL MÍO…por Miguel Moreno


LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. UN PUEBLO COMO EL MÍO…



     Es un pueblo pequeño suspendido en la ladera de la sierra, arraigado a las oquedades de su historia y su pasado, breve en su espacio y en su presente, delimitado su futuro por el bosque de castaños que lo rodea. Parece un juguete. Sus calles y plazoletas dan la sensación de que podrían construirse por uno mismo jugando a juegos infantiles. Los quicios de las puertas de madera son diferentes unos a otros. Las calles son estrechas, empinadas y limpias. Conservan nombres de ciudades (¡qué paradoja!), la de Valladolid es como un suspiro y ya estás en la de Ávila. Otras hacen mención a su geografía como la del Altozano, donde niños felices corretean tras un balón fofo, algunas hay con nombres y  apellidos que  supongo  pertenecen a su  gente  ilustre -¿entenderán ellos como gente ilustre la misma que nosotros?-.

     Las personas que andan por la calle son amables y solícitas, hay otras que miran desde su casa descorriendo los visillos de sus ventanas y dejan entrever su aliento pegado al cristal y unas escaleras de madera que suben al piso superior desde el portal. Imagino a sus moradores en invierno, soplando el viento y cayendo agua o nieve, encerrados en sus casas y en su soledad. Esas noches les serán propicias para elucubrar e imaginar sobre otros mundos y lugares que de cuando en vez observan en la televisión, por ella saben que no todo es como allí. ¿Qué pensarán de la ciudad y sus gentes, sus desquiciamientos y sus competiciones diarias para ser el mejor?



     Recorro el pueblecito: En la calle del Olivar brota una fuente de piedra, de su caño de hierro mana agua continuamente, un letrero dice que es agua potable y fresca. Sentadas a su regazo están dos mocitas, meditan seguramente en su Príncipe Azul enamorado. Tienen las ilusiones intactas, su futuro les pertenece y le pueblan de sueños maravillosos. El Príncipe, yo lo sé, las besará una atardecida en el castañar y antes habrán dibujado un corazón sobre la corteza de un grueso árbol con una flecha partiéndole en dos que hará saltar tres gotitas de sangre y grabarán amorosamente, al fin, sus iniciales. Es el viejo ritual del amor que alcanza en los pueblos su verdadera dimensión y razón de ser. Siempre es igual de bonito y emocionante. No falla.




     La iglesia es como a Dios, si existiera, le gustaría que fuese: Pequeña, sobria, sin lujos innecesarios y ofensivos. El párroco dejó en la puerta un mensaje anhelante y puede que angustiado: "Espero vuestra compañía durante estas Fiestas de Semana Santa". La calle Alta es angosta y empinada, guarda restos de una pared de piedras, guijarros parecidos a los que usábamos en nuestra adolescencia en las canteas de mi pueblo -tenían lugar junto al cementerio-, entre los barrios de San Antón (pobre, desarraigado, vitalista, luchador, trabajador); y el de La Plazolilla (menesteroso, anárquico, desvalido, combativo, afanoso). Nuestro gran jefe, "Chaleco", desafiaba al suyo, "Planas", en encarnizado y mortal duelo. Todos los guerreros contemplábamos absortos el final del combate entre agudos alaridos y coléricos gritos. Aún restan cicatrices de pedradas, testigos elocuentes de aquellos episodios…




     El camposanto es cuadriculado. Se entra por un caminito delimitado por dos muros de piedra. Dentro guarda personajes anónimos que un día soñaron con rendir el mundo a sus pies. Todo aquello lo vigilan cuatro cipreses que seguramente no creen en Dios y que cuando sopla el cierzo se cimbrean como juncos. La Casa Consistorial es humilde, no sé si eficaz, abre en días alternos y el tejado alberga una antena, cuatro altavoces, que sustituyen al pregonero de antaño, y una veleta casquivana y altanera que juega a indicar la dirección del viento. En la plaza Mayor -un decir- hay construida una marquesina que debe albergar a algún conjunto musical por sus fiestas de verano. De la plaza sale una callecita limpia y estrecha, al final de ella, suspendido de una pared, un cartel inquietante recuerda que allí precisamente acaba el pueblo y el virus sin corona, como transmitiendo que si se sigue adelante nadie se responsabilizará de tu suerte.

     La calle José ALFONSO RODRIGUEZ cuenta con una carnicería y una pescadería que reciben sus productos semanalmente. La carnicería adorna una de sus paredes con un cartel taurino que anuncia una corrida de toros primaveral en el cercano pueblo de Cadalso de los Vidrios (Madrid). A derecha mano la pequeña calle dedicada a un famoso general cobija una "Fábrica de Castañas", uno no sabe si este negocio será muy productivo pero al menos tiene a su favor la originalidad, que no es poco para los tiempos que corren. En la calle Málaga está la escuela, situada en lugar bien visible cuelga la foto de los reyes. Ellos, seguro, ni siquiera sabrán de la existencia de este lugar. En el encerado quedan fijos los restos de la última clase: operaciones simples, un dibujo primaveral y la frase de siempre, la frase eterna por antonomasia de los párvulos, la que de alguna manera resume y marca nuestra infancia pedagógica: "Mi mamá me mima…"



     Yo nací en un pueblo como éste y todo el amor que supo crear en mí desde niño se me quedó dentro para siempre. Quiero también morir en él, despacito, como queriendo aspirar hasta el último instante su aroma. Luego que me alcen en hombros mis gentes, como a los toreros amargamente triunfadores, que me suban por el mismo camino que yo subí abrazando a mi padre y a mis amigos queridos muertos, creo yo, demasiado pronto. Que me sumerjan templando, como templan los diestros artistas, en la tierra que me vio nacer, si es posible junto a mi padre, mirando hacia el valle y a lo mejor entonces podré decirle cuánto le quiero. En vida no se lo dije nunca, por esas cosas que uno jamás sabe explicarse. Si los que asistieran a mi entierro llorasen que lo hagan en silencio, hacia adentro, bebiéndose las lágrimas. Flores ninguna, si acaso recuerdos de las cosas y personas que siempre me apasionaron. Luego que me dejen tranquilo, que ya estará bien. Agradeceré que me recuerden con el cambio de estaciones pero con alegría, es más bonito y reconfortante. Sólo eso y mi pueblo…

                                           
                            Miguel MORENO GONZÁLEZ   
                             Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre unas buenas palabras acompañadas de grandes fotos. Gracias a los dos

Mariano

Anónimo dijo...

Es lo menos que puede pedir una persona morir dignamente y ser acompañado por sus seres queridos y amigos

Aniceto Herranz Lizana

Anónimo dijo...

Seguro que allí no llega el coronavirus y si llegara seguro que te recuperas rápido

Magdalena Martín Moreno

Anónimo dijo...

Lo mínimo que podemos desear a mi en estos días me aterra morir y que no se me dé el duelo que hemos dado toda la vida a los nuestros

Pilar Calvo Villarín

Anónimo dijo...

Pedro muy bonito lo escrito y totalmente de acuerdo contigo asi que yo tambien quiero lo mismo ..❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️

Loren Alfonso Jeronimo

Anónimo dijo...

Miguel Moreno ,no podías describir mejor que lo has hecho el amor por tu pueblo. Precioso relato que hace que uno se sienta más Cadalseño aún.

Maria Antonia Hernández

Anónimo dijo...

Bueno algo me entere y algo no comprendi 😎😎

Antonia Frontelo Morales

Anónimo dijo...

Bonito y muy emotivo relato para este jueves ��.
Luis M. González

Anónimo dijo...

Mis hijos y nietos son muy amantes del esqui y, como tienen una casa en Benasque va mucho a Cerler

Maria Eugenia Blazquez

Anónimo dijo...

Algo especial tiene ese pueblo. Me gustaría descubrirlo, porque hay mucho arte en él. Magnífico relato Miguel, derrochas amor a tu pueblo,a tu gente, a tu pasado,tu presente y tu futuro. Y en todas y cada una de las etapas a tu padre.

Anónimo dijo...

Hablas del campo del casco urbano ,de sus gentes , todo un repaso precioso.gracias por compartir

Maria Antonia Hernández

Anónimo dijo...

A mi amado y difunto esposo, le encantaría poder leer todos esos mensajes que envías. Era Cadalseño y a nuestros hijos y nietos, nos hizo a amar al pueblo ya que tenía el corazón siempre ahi aunque estuviera a miles de kilómetros de distancia y, ahora en su última vivienda está ahí y, yo iré con él cuando Dios lo disponga.

Maria Eugenia Blazquez

Anónimo dijo...

Que pueblo tan bonito

Oscar Perlado

Miguel Moreno González dijo...

Gracias por vuestra generosidad al leerlo y opinar tan cariñosamente.
Tenemos que seguir...

Anónimo dijo...

En menos de dos años hemos acompañado a enterrar tres primos hermanos y dos hemanos y YO no he caido porque no era mi hora porque meritos para quitarme no les han faltado esta historia es triste pero les aseguro que es la pura realidad pero bueno la realidad es que los 5 han recibido cristiana sepultura no como esto que estamos viendo triste mucho mas que triste para todas estas familias y quizas mucho mas trite para los que nos han dejado de la forma que lo han tenido que hacer sin poder despedirse de ningun familiar y sin casi nadie poder acompñarles nunca nadie podia esperar esta despedida DIOS LES ACOJA A TODOS EN SU REINO SE LO MERECEN TODOS

Angel Haro

Anónimo dijo...

Es lo menos se puede pedir, feliz viernes festivo en Madrid

Esperanza De La Cruz García

Anónimo dijo...

Bonito relato pienso lo mismo que me pongan mirando al el valle

Rosa Merchan

Anónimo dijo...

Como siempre Miguel has sabido ahondar en mi corazón siempre nostálgico y agradecido a nuestros ancestros y a este pueblo que queremos tanto, yo se que quieres a tu madre y ella me habla maravillas de sus hijos, pero ahora que no se pueden ver a los hijos por que nos a pillado separados, te diría que cuando la veas le des esos besos que siempre nos guardamos, y muchas gracias a Pedro y a ti , por hacer que nuestro corazón quiera y recuerde tantas cosas vividas, un abrazo a los dos....

Miguel Moreno González dijo...

Muchísimas gracias, María del Rosario.Tus bonitas y sentidas palabras, me han llegado muy dentro. Sé muy feliz...

Anónimo dijo...

Miguel me has llegado con tu relato muy a dentro como sabes describir nuestra tierra y nuestros sentimientos, me has echo derramar una lagrimita de orgullo Cadalseño❤️❤️💋💋

Eulalia Alvarez Navarro

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