Estrellas y Borrascas
Todo un clásico de literatura de montaña, más en la época que fue escrito por Gaston Rebuffat, alpinista y guía de montaña en Chamonix. En mis manos cayó en diciembre de 1982, y desde entonces no recuerdo cuántas veces lo he leído, la última estos días de confinamiento.
Un amigo, muy unido a Cadalso incluso en la distancia me decía que este libro y otros de la época son auténticas joyas que nos ayudaron a conocer y amar a la montaña. En sus páginas aparecen las primeras caras norte de los Alpes, los primeros 8000 y lo mejor de todo es que a pesar de los años transcurridos, de las muchas veces que se han repetido estas vías y tantas cumbres de 8000, hoy siguen siendo hazañas de montaña que nos inundan y atrapan como si acabaran de ocurrir, y siguen siendo fundamentales en la historia del alpinismo.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso.
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Si al tener una pasión
que nos hace sus adeptos
es siempre buena razón
adosada al corazón
para expandir sus conceptos.
Por la Europa abandonados
mermado nuestro prestigio,
por Sánchez ninguneados
nos hallamos abocados
a un hispánico litigio.
LA LISTA DE LOS REYES GODOS
Entre angustias y sudores
y calvario de los ojos,
padecimos sinsabores
por culpa de promotores
imperiales con antojos.
Con España hecha un erial
entre la hambruna masiva,
trajeron al pegujal
y escuelas del andurrial
a godos en comitiva.
Se empeñaron los jerarcas
con empeño denodado,
supiéramos de monarcas
que aún calzaban albarcas
y a la Hispania gobernado.
La lista estaba formada
por treinta y tres visigóticos,
y era así tan alargada
y tan densa y tan poblada
por reinar reyes caóticos.
Se morían de repente
o de pronto asesinados,
y otra coronada frente
ante aquel cuerpo presente
allí mismo nominados.
Candidatos eran varios
los aspirantes al trono,
y en aquellos escenarios
de títulos nobiliarios
disputaban con encono.
En círculo nos ponían
a coruchos escolares,
y salmodiar nos hacían
mientras espaldas crujían
a los godos seculares.
La lista la encabezaba
Ataúlfo, era el primero,
Sigérico al que heredaba
Walia y luego lo alcanzaba
Teodorico el guerrero.
Le sucedió Turismundo
y Teodorio después,
Alarico más jocundo
y nosotros ni un segundo
de recitar sin traspiés.
Después con el cisma arriano
Gesaelico cismático,
y Amalarico algo vano,
que fue un buen rey ciudadano
que se acomodó pragmático.
Theudis, luego Teusidelo,
Agila y Atanagildo,
Liuva que miraba al suelo
y Leovigildo al cielo
por culpa de Hermenegildo.
Llegó Recaredo y Siuva,
Witérico y Gundemaro,
que dicen que el mosto de uva
lo trasegaba cual cuba
de tonel hispano avaro.
Nombres hay repetitivos
de ordinal correspondiente,
sobrevivían los vivos
si no acababan cautivos
del nuevo rey y de su gente.
Suíntila con Sisenando,
Thintila y sucedió Tulga,
Khindasvinto fue reinando
con Recesvinto esperando
como un can cuando se espulga.
Wanba delegó en Ervigio,
Egica reinó con Witiza,
¡cuánto rey cuánto litigio!,
sin llevar el gorro frigio
hartos de godos en liza.
Rodrigo fue el colofón
de tanto godo en el trono,
¡qué castigo qué tostón!,
salmodiando relación
con voz meliflua en el tono.
CUANDO CORUCHOS SEMBRABAN
Cuando coruchos sembraban
entre cantos pegujal,
decían del andurrial
al par que la tierra araban.
Todos ellos comentaban:
"Aquí quiero cultivar
para en la siega segar
a las tontas algarrobas,
que parecen bolo y bobas,
pero me dan un piojar".
ANTIGUOS DICHOS DE LOS CORUCHOS
Siendo yo niño decían
en Cenicientos los viejos:
"No miraos en espejos
de azogues que oscurecían".
Lerdos aquí deslucían
la Buvera y sus roquedos,
enredados en enredos
sin saber cinchar la cincha,
eran burro que relincha
y la cinchaban a pedos.
Revestidos de paciencia
y con cándida expresión,
preguntamos a la ciencia
si en su chinesca conciencia
esto es sueño o maldición.
Iglesias todo lo impone
a un Sánchez desarbolado,
y Echenique lo dispone
lo compone y descompone
y la España al empedrado.
Ídolos con pies de barro
son estos iluminados,
y van enfangando al carro
con las chinas del chinarro
de corazones helados.
Gracias Saturnino por sembrar la montaña de poesía.
Un saludo.
Un abrazo Pedro, "virtual claro".., por si acaso.
Los días de vino y rosas
a su término han llegado,
pues valor tienen las cosas
de posesiones valiosas
del sudor de lo ganado.
CANTO A LA VIDA
La vida es lo más hermoso
que Dios nos dio a los humanos,
abriéndonos sus ventanos
al campo fértil, grandioso
y al amor, fuego gozoso.
La vida es un recorrido
sin valer meta trazada,
y a veces la encrucijada
lleva a variar el sentido
al hombre más decidido.
Hay un punto de partida
que nos desiguala a todos,
el que nace entre acomodos
parte de mejor salida
para adentrarse en la vida.
Después viene el maratón
que las fuerzas centuplica,
y en el que todo se implica
esfuerzo y aplicación
trabajo y dedicación.
De nada vale quejarse
de nacer en la pobreza,
el alma tiene grandeza
de caer y levantarse
erguirse y no lamentarse.
Vivimos en Occidente,
tierra de oportunidades,
justicia y de libertades
donde estudia nuestra gente
libres y gratuitamente.
Hay ecos de la mala suerte
pululando a nuestro lado,
quejoso y siempre frustrado
que su incapacidad vierte
hacia al mundo hasta la muerte.
Son los que nunca hacen nada
sentados en la terraza,
en el bar de cualquier plaza.
Gentes de mano cruzada
y de lengua desatada.
Aborrecen el talento
que intuyen en el vecino,
no conciben que al destino
se le somete al momento
en que le coges el viento.
El viento que da el trabajo,
el esfuerzo sostenido,
el estudio esclarecido,
el comenzar desde abajo
y amar a lo que te atrajo.
Y es que a pesar de la herida
que nos infligen los males,
avatares terrenales
se soportan a medida
que es dura y bella la vida.
CON LAS GUINDAS DE AQUEL GUINDO
Con las guindas de aquel guindo
maduradas y en sazón
yo te hacía un corazón
con una flecha muy lindo;
y delimito y deslindo
que con el tiempo pasado
con mis manos he labrado
de rubíes los pendientes
con besos evanescentes
que en tus labios se han posado.
LINDERO ES MI CORAZÓN
Lindero es mi corazón
en la viña con el tuyo,
y una bodega construyo
a sus uvas ya en sazón.
Un vino en fermentación
ya me penetra y anega,
y me emborracha y me ciega
y me inunda y se derrama,
con el fuego de la llama
que se apaga en tu bodega.
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