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jueves, 16 de abril de 2020

LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. LA CARA AMARGA DEL AMOR. Por Miguel Moreno



LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. LA CARA AMARGA DEL AMOR




      La mañana amaneció primaveral pero con ese calor que presagia el inminente verano. Rodrigo se refrescó y miró en el espejo donde examinó los estragos que el tiempo iba ocasionando en su rostro. En ese instante le sorprendió la idea de que Noemi sintiera atracción por él. Ella era simpática, guapa, culta y muy agradable al trato y él, por el contrario, era lo que puede decirse un conflicto permanente. Se ilusionó pensando que algo positivo tendría cuando ella decía quererle.

     Aquel día estaba optimista gracias a la llamada que la noche anterior le hizo Noemi. No obstante, hubo frases que no entendió muy bien. Ella estaba algo nerviosa y le citó para hablarle esa misma tarde. Él no consideró que esa llamada llevara aparejada mensaje negativo alguno.

Cuando apareció, la sola contemplación de su cara le confirmó que la noticia sería desagradable. Instintivamente puso en marcha un mecanismo de defensa mil veces meditado para afrontar situaciones adversas. Ella fue lacónica a la vez que rotunda cuando le comunicó su decisión de acabar con aquella relación. Rodrigo sintió que un sudor angustioso recorría todo su cuerpo empapándole de decepción; de nada sirvió su cacareado mecanismo de auxilio que le dejaba indefenso ante ese demoledor e inesperado ataque.



Observó esparcidos por el suelo infinidad de trocitos relucientes de amor rotos como si de un espejo se tratara. Su expresión también se rompió mirando lo que imaginaba como restos de una batalla de amor intensa y gloriosa que Rodrigo, una vez más, había perdido. El perdedor, razonó, recibe siempre los filamentos agudos e hirientes de amargura que van a clavarse, cuentan, en el corazón y le deja a uno desmadejado y, fundamentalmente, con cara de gilipollas.

Rodrigo pensó en susurros que el dolor se convertía en ese preciso momento en el máximo protagonista de su historia de amor y reconocía que querer a veces también es llorar. El amor edificado sobre los residuos dolientes de otro amor es el más ingrato, el más desleal de todos los amores, concluyó.




Al marcharse, ella dejó una estela de besos con olor a jazmines que él supo rebrotarían en esas noches nostálgicas que hacen del amor una caricia inolvidable. Siguió aquel rastro con mirada melancólica animándose a sí mismo y reflexionando que los finales nunca existen. Son inicios pintados con distinto color. 
   
Miguel MORENO GONZÁLEZ

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho que a pesar del sufrimiento de Rodrigo, reflexionara que aquella mala experiencia no era el final sino el inicio de màs vivencias.

Anónimo dijo...

Que historia más bonita de amor y desamor,bien podría ser cantada en la copla Española

Maria Antonia Hernández

Anónimo dijo...

Gracias Miguel

Maria Antonia Hernández

Anónimo dijo...

Sl qué es verdad Guapísima ♥♥😘

Aurora Ferrera Ruiz

Anónimo dijo...

Gracias Miguel una historia de Amor y Desamor

Eulalia Alvarez Navarro

Miguel Moreno González dijo...

Gracias por vuestros cariñosos comentarios.

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