Montón de Trigo. Sierra de Guadarrama.

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Raquetas, crampones, todo vale...Guadarrama maravillosa.

Hermana mayor y bajada por Canal central de Peñalara.

jueves, 30 de abril de 2020

LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. QUINTA AVENIDA


LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. QUINTA AVENIDA



     Es una foto crepuscular, de esas que nunca te dejan indiferente por lo amarillentas que aparecen ante tus ojos, aunque para mí, la verdad, las fotos siempre terminan por ser recuerdos anudados a mi imaginación. Creo que es James Dean paseando solo un atardecer lluvioso por la que supongo es la Quinta Avenida -¿o no?- Yo es que únicamente conozco Nueva York desde el Empire State Building, al que subí una nevada nochebuena que se va haciendo vieja –lo más parecido en Cadalso es la Peña Muñana, con sus vistas apacibles que recomiendo contemplar en primavera-. Será por eso que a veces tengo lapsus visuales (y de los otros), pido disculpas por mi atrevida ignorancia a aquéllos que conocen de verdad estas cosas. Ellos, bien saben, que James Dean, llegó a decir que si no triunfaba en el cine, se trasladaría a Méjico para hacerse torero. Este hombre ganó la inmortalidad con su desaparición, como Joselito. Por eso, se sintió atraído por el enigma de la muerte, del rito y de la soledad que habita en el toreo.


James camina con  una  gabardina –yo iría en Cadalso por la calle San Antón “a cuerpo”-; las solapas subidas y la moral baja –casi como estoy yo en mis desamparadas noches en casa “Utopía”-; un cigarrillo en los labios –yo nunca lo llevaría- y su cuerpo ligeramente encorvado –yo, además, iría con las manos agarradas detrás de la espalda-. Tras él, a su derecha, riela, en el asfalto brillante, la marquesina iluminada del cine Astor anunciando Veinte mil leguas de Viaje Submarino -que conste que me lo han traducido-. Dean parece un modelo con un desaliño indumentario elegante y con muchísima más clase y estilo -¡dónde va a parar!-, que éstos que están en boga actualmente exhibiendo su patética vulgaridad en la colección de otoño-invierno. ¡Ah, el otoño… con sus amores marchitos!


    
Su enigmática mirada se dirige hacia el Oeste –que según Garci es por donde sale el sol de las Estrellas del Celuloide-, lleva unos ojos que parecen abandonados al amor de una mujer con sabor a Don Pereignon, o a la amistad entre un hombre y una mujer que es algo demasiado hermoso o demasiado decente para ser real. En cualquier caso existen mujeres que te dejan malherido de por vida y ya no vuelves a reírte del todo… Su cara refleja los recuerdos del “LP” “Puente sobre Aguas Turbulentas” de Simon y Garfunkel; de películas en cinemascope  en  cines con  pantalla  grande y a todo color –como en los inviernos las echaban en el Cine Condestable cadalseño-; de calendarios con chicas semidesnudas mezcladas entre colores chillones que devorábamos a hurtadillas ansiosos en la última fila de la clase de religión; de chepudos televisores con pantallas redondeadas donde veíamos en blanco-y-negro: “El Prisionero”, “Agente Secreto” y hasta “Crónicas de un Pueblo”; de composiciones de Patxi Andión que nos descubría poemas desolados de Miguel Hernández según pateábamos el camino de la vida y del amor, sin embargo, digo yo, que tampoco nos hubiera venido mal un achuchón de vez en cuando; de revoluciones castristas que nada tenían que ver -¡qué pena!- con las revoluciones sexuales, que eran las buenas, que encarnaban como nadie Marilin Monroe; del Volkswagen Escarabajo de Los Yiyos, aparcado detrás de la calle del Calvario; de los SEAT 600 que surcaban la carretera de Rozas de Puerto Real de ida, pero nunca los veíamos de vuelta por más que los aguardáramos con nuestras miradas perdidas en la esperanza.



James Dean aparenta descubrirnos el misterio del instante, no hay un antes ni un después, sólo el momento eterno de la fotografía. La luz suave de la instantánea es como si se la hubiera inventado él mismo para que le acariciara mejor su nostalgia, como si las gotas de lluvia que mojan su cabellera tuvieran el sabor de la melancolía de cada Fin de Año, como si los corazones rotos siguieran latiendo después de muertos, como si en ese punto hubiera descubierto que se había enamorado y le estuviera enriqueciendo interiormente. Puede que ese tiempo especial suyo, que es como una escapada a la emoción, no coincida con ningún otro especial de muchos de quienes observan la foto en estos tiempos desolados de virus sin corona, serán los problemas del directo que dicen hoy. Quizá aquella tarde anduviera solitario y perdido, buscando la memoria de una época que le renacía feliz entre los remolinos que forman sobre la lluvia sus propias pisadas. Y es que hay cosas que sólo quedan bien en el recuerdo y si es mojado… ¡mucho mejor!



     Ahora que lo pienso fríamente me parece un hombre de los nuestros. Un perdedor incrustado en el mundo triunfador de ellos. Va a resultar que la foto es la realidad poética de un perdedor, que el agua de la calle es la nieve derretida de la última Navidad y que la acera es el Paseo Marítimo sin playa de Cadalso. Son cosas que pasan cuando una ofensiva de lucidez acaba por apenarte el corazón en la ciudad, mientras con la razón vuelas libre a la soledad. Como James Dean en la Quinta Avenida y yo en la calle San Antón en Cadalso… Al final la soledad –me temo- es la misma para todos.

                                  Miguel MORENO GONZÁLEZ

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Pedrito como te gusta San Anton

Dolores Saez Canoyra

Pedro Alfonso dijo...

Claro que me gusta San Antón, pero esta vez el escrito es de Miguel

Anónimo dijo...

una Imaginacion prodigiosa vamos que parece que lo estamos viendo

Antonia Frontelo Morales

Anónimo dijo...

Que bonito . Miguel una vez más nos transportas a tu historia cinematográfica.Te imagino por la calle San Antón, alto y bien parecido con tus solapas subidas. gracias por compartir

Maria Antonia Hernández

Anónimo dijo...

No me he perdido ninguno de tus escrititos, ni ninguna frase del hidalgo. El de tu madre entrañable, como la mayoría de los tuyos y el de Dean profundo. Saludos. Pepe

Anónimo dijo...

Personaje inquietante este James Dean, gracias po recordárnoslo.

Alicia Jiménez Mínguez

Anónimo dijo...

Siempre me pareció un hombre tímido y sensible.No conocia sus aficiones taurinas. Ahora me doy cuenta, Miguel, de que os parecéis.
Para cuándo un relato de Paul Newman? ��

Anónimo dijo...

¡James Dean Torero! ¡¡Jamás lo hubiera sabido!! ���������� Y tiene buen estilo en la foto. Qué pena que les den ahora por meterse con el toreo.
Peña

Anónimo dijo...

Pedrito yo creía que eras tu pero bueno Miguel nació en San Anton y le gusta porque se crió en el barrio igual que yo encima vivíamos enfrente

Dolores Saez Canoyra

Anónimo dijo...

¿ Y el de la media verónica ?.

Manuel Olarte Olarte

Anónimo dijo...

Joerrrrrr que bueno de verdad... algo había visto... pero no sé cuando...me ha venido a la memoria algo....��������...Y tú manita y cabeza escribiendo...ya...es la hostia...de Premio...
José A. Álvarez G. de Guzmán

Javier Perals dijo...

Me encanta como escribe Miguel, te embauca con sus palabras, te pone en situación, te lleva donde quiere y te hace amar lo que él ama. James Dean, Miguel Moreno, es lo mismo, es solo una excusa para atraparte en un cuento sin moraleja. Gracias Miguel.

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias a todos por vuestros cariñosos comentarios. Son mi único y el más preciado pago que recibo. Manuel Olarte: El de la media verónica es James Dean. Javier Perals: Tu comentario me emociona especialmente y aunque nunca hemos mantenido una conversación extensa, creo que lo más bonito que nos sucede es que nos apreciamos mutuamente "en la distancia". Eso para mí ya es admirable y, por supuesto, tu forma de expresarte conmovedora. Muy agradecido...
Miguel Moreno González

Anónimo dijo...

Un bonito relato, siempre miguel me gusta lo que escribes, nadie en esta vida es perdedor, todos traemos una historia personal, y hasta para el que creemos mas miserable, es el gran ganador, según las escrituras, ahí tienes como bandera después de dos mil años, a un crucificado, que te dice desde arriba ,bien aventurado el que llora......de que le sirve al hombre ganar el mundo, si al final pierde su alma... aquí no hay ganadores ni perdedores, aquí hay seres humanos, luchando por......
Al final es lo que hallamos hecho y llevemos en nuestra alma, un abrazo, Miguel, y otro a Pedro por hacernos más amenos nuestros momentos

Maria Rosario Caballero Lopez

Anónimo dijo...

¿Sabes porqué no veías el Seat 600 volver...? porque al menos el mío (siempre con 4 o 5 ocupantes), salíamos por Rozas a Sotillo a pasar la tarde y luego llevábamos a Antonio Salas "Tiri" a Cebolla (Toledo) que tenía la novia allí...
Todos los findes lo mismo...
Y por la mañana lo repetiamos para recogerle...
Qué tiempos... Chorlo, "Musulman", Marcelo, "Tiri" y yo...
Carlos A. González

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