Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 10 de noviembre de 2022

FRUTOS ROBADOS DE MI HUERTO por Miguel Moreno.

 FRUTOS ROBADOS DE MI HUERTO 

Cari y Esther, Agustinas Misioneras asesinadas en Argelia.

Llegabais los sábados sobre las seis de la tarde para asistir a misa de siete en la iglesia de la Embajada. Pasábamos esa hora hablando y bromeando con Rafael, siempre adornaba una sonrisa vuestros labios y aquellos momentos nos ayudaban a sobrellevar una estancia que nunca nos resultó agradable. La inercia de vuestra compañía cariñosa y la necesidad de diálogo que teníamos en aquel tiempo -¡éramos tan jóvenes con 22 y 25 años!-, hacían que Paloma y yo os acompañáramos a misa para seguir hablando antes y después de la liturgia. No creo en Dioses, pero siempre necesito tener fe en algo (¡otra contradicción!), y en aquellos momentos creía en vosotras. Denotabais un convencimiento pleno en todo lo realizado, irradiando una seguridad contagiosa que siempre admiré en los demás por carecer yo de ella. 

    Un viernes (domingo para ellos), nos invitasteis a comer coliflor rebozada. Era una mañana luminosa de otoño y bajamos junto a Rafael bordeando el puerto hasta vuestra casa en Bab-el-Oued -el "Barrio de los Españoles", lo llamaban, porque allí fueron a parar muchos republicanos perdedores de muchas guerras-. Las calles aparecían sucias e invadidas de gentes ociosas y desaliñadas, con grupos de niños descalzos que bajaban corriendo por una calle de La Casbah. Vuestro hogar estaba ordenado y pulcro como la patena y desde mi estancia en vuestra casa paso por alto todo lo demás y sólo me fijo en la pulcritud cuando entro en cualquier domicilio. 

Bab El Oued Argel Barrio de los españoles

    Aquella tarde charlamos de infinidad de cosas y, cuando bromeé sobre el hecho de que el Gerifalte de la iglesia estaría cómodamente en su piscina climatizada en Castengandolfo, obviasteis mi falta de tacto con una sonrisa. Hablamos de españoles indigentes pero honorables: Pérez Sirera, María Tejuelo, Donino Alcañiz… al igual que de los guerrilleros del Frente Polisario que atendíais en un hospital cercano… Y tantos y tantos otros que únicamente contaban con vuestra ayuda en Argel. Aquella tarde aprendí la lección de que mientras la mayoría hablamos haciéndonos los interesantes, vosotras actuabais en silencio.

Embajada de España en Argel

     Me vine de Argelia corriendo y no me despedí de casi nadie, sólo de sus calles que recorrí solitario durante las últimas tardes que pasé allí e incluso todos los recuerdos de aquellos seis años los escondí. Soy proclive a los recuerdos y, sin embargo, los de aquel periodo no me sedujeron nunca. En general, mi experiencia en el país fue positiva pero hubo situaciones aisladas que en mi mente pudieron con todo lo demás. Encima tengo raíces sedentarias que, con inusitada fuerza, me atan a mi tierra (Cadalso y Madrid). No fuimos allí por medallas sino a ganarnos rápido un trocito de futuro bajo el sol y…  volver. 

Basílica de Nuestra Señora de África. Argel

    En nombre de ese Dios subjetivo y vengador, que cíclicamente unos humanos invocan, mataron a Ester y Caridad. Se dirigían a oír la misa de domingo a Nôtre Dame d'Afrique. Recuerdo, ahora sí, que desde la loma donde está erigida la iglesia se observa una vista deslumbrante de la bahía de Argel, me parecía como un nacimiento navideño. Ese mismo paisaje yo lo contemplaba haciendo proyectos para cuando retornáramos a España, mientras mi hijo permanecía en su cochecito mirando las hojas doradas de las palmeras del parque de La Libertad. 

Invitación por nacimiento de mi hijo.

    Vi a vuestra compañera Lourdes en televisión -con el pelo más largo que hace unos años- explicar cómo sucedió. Conserva idénticas ilusiones, análoga seguridad, igual semblante feliz y la misma mirada que yo guardaba en mis recuerdos escondidos que emergieron por miles estorbándose unos a otros. La oí con su acento argelino hablar de amor con seguridad y acariciando las frases. Sólo yo sé lo que me invadió en ese instante, fue el compendio de cuando ellas, en el umbral de la iglesia de nuestra Embajada y entre sonrisas, sembraban en el huerto de nuestro incierto presente esperanza.

     Las gentes así siempre han sido mis Dioses. Alguien real a quien querer y en quien confiar, lejos de encíclicas y hégiras pero muy cerca del ejemplo valioso del amor. Y esta mañana, cuando me desperté y abrí la ventana para mirar mi huerto, aprecié desconsolado que me habían robado sus frutos. Y la verdad, ahora ya no sé qué hacer, ni qué decir, ni siquiera qué pensar de aquellos recuerdos escondidos que ahora se abren paso doloridos en mi corazón.

                                                                                                     

                           Miguel MORENO GONZÁLEZ


14 comentarios:

Pedro Alfonso dijo...

Precioso relato Miguel. Lástima que la belleza de aquellos años se entrelace con la muerte. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Muy bonitos recuerdos

Maribel Jimenez

Anónimo dijo...

Que bien cuentas tus recuerdos
Parece que estemos allí.
A. Acuña

Anónimo dijo...

Qué lindos recuerdos ❤️❤️❤️

Aurora Ferrera Ruiz

Anónimo dijo...

Muy interesante recuerdos como siempre Miguel

Chelo Villarin Recio

Anónimo dijo...

Enhorabuena por el relato me ha encantado 👍👍

Antonia Frontelo Morales

Anónimo dijo...

👏👏👏...Los recuerdos no siempre son tan bonitos como deberían, siempre viene algún recuerdo que te puede hacer algo de daño...daño disuelto, pero atrapado en tu mente y tu corazón. Un abrazo. José A. Álvarez G. de Guzmán

Anónimo dijo...

Hermoso relato desde el corazón. Auténticas heroínas en el silencio, apóstoles incansables en la indiferencia. Es tanta su grandeza que sólo el alabarles siento que es pecado.
Jero

Anónimo dijo...

Lo leí hace años.. Te quedó muy bonito..

Anónimo dijo...

Que vivencias más agradables nos cuentas y como esas personas que son humildes son las que menos necesitan y más alegres viven compartiendo su tiempo en ayudar a los demás, pena que luego todo acabe en tragedia, pero esas hermanitas son lo que, para mí, sería ser enviada y discípulo de Dios. Luis M. González

Anónimo dijo...

No les erigen estatuas ni gozan de la fama pero este tipo de personas son los auténticos héroes de nuestras existencias.
Un abrazo, Maestro. Luis C. Trijueque

Anónimo dijo...

Como siempre es un emocionante relato de vivencias en primera persona de lo que has vivido, de lo que sabes y de lo que puedes enseñar. Otra vez más, gracias por hacernos vivir tus sentimientos.
Pepe Vázquez

Anónimo dijo...

Como me han gustado tus vivencias

Lucia Lop

Miguel Moreno González dijo...

Muchas gracias. Murieron ayudando a quienes lo necesitaban y perdonaron a sus asesinos que les arrebataron lo único que poseían: la vida. En estas fechas, creo recordar, que se cumplen 30 años desde su asesinato, que fue muy macabro. Lo recordé y creí que se merecían que quedará memoria de ellas en "nuestro Zorro cadalseño", él tiene una gran sensibilidad para embellecer los escrititos.

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