Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 28 de mayo de 2020

LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA.LA AMISTAD ENTRE HOMBRE Y MUJER



LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA.LA AMISTAD ENTRE HOMBRE Y MUJER


     Su verdadero lugar de nacimiento fue aquél donde por primera vez miró esperanzado ese paisaje eterno sobre el que proyectaba su sombra efímera de hombre opaco que emite un ligero resplandor. Pasados los años y a pesar del complicado negocio humano, ella continuó siendo lo que siempre fue para él: Una amiga del corazón. Una mujer abrumada de virtudes y amores como rarezas hermosas, un aliento, un pensamiento al cual estaba unido el suyo. La intimidad de sus cuerpos que jamás existió, fue compensada largamente por el contacto de dos espíritus estrechamente fundidos. Pensó colaborar con su propia alma para construir -con aleación de respeto mutuo- una amistad de exigencia sensata. La amistad le satisfacía, allí encontraba todo, hasta lo eterno, y aún guardaba reservas para el invierno de su corazón.

     Un día comprobó que todos los hombres viven demasiado sometidos a largos periodos de embotamiento que se ven interrumpidos por sublevaciones tan brutales como inútiles, que se acaba insultando al prójimo por el simple hecho de desdeñar sus alegrías. Percibió conmovido como modificaba su opinión de continuo y como aquella historia le enriquecía pero también simplificaba su vida, al igual que se simplifican los lazos de la sangre cuando no los refuerza el afecto. Le pareció entonces que tener razón demasiado pronto, puede ser lo mismo que equivocarse. Pasó luego a convertirse en la meditación escrita de un nostálgico que da audiencia a sus recuerdos y le hizo a ella depositaria de su verdad que, como casi todas las verdades, pasó a ser escandalosa. Concluyó que esperaba poco de su propia verdad, por eso los momentos de felicidad, los progresos parciales, los esfuerzos de reanudación y continuidad le parecían prodigios.




     Llegado fue a la edad en que creyó que la vida es una derrota aceptada, arribó al tiempo en que cada lugar encantador nos recuerda otro aún más bello, recaló a la época en que la verdad desaparece ante el esplendor de lo sublime, alcanzó los años en que la pasión colmada abre paso a la inocencia. Llegó, al fin, a esos instantes en los que comprendió que el desamor entre amigos debe conservar el decoro. Una noche sintió caer sobre sus mejillas esas lágrimas deliciosas. Se alegró al imaginar que hasta el final sería querido humanamente por ese rostro que asía con ternura y… se le escapó. Apenas un aliento y desapareció ante sus ojos sorprendidos.

                                  
Miguel MORENO GONZÁLEZ


(Inspirado en Las Memorias de Adriano)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Pedro Alfonso muy bonita la Amistad

Agustín Capitán Sanchez

Anónimo dijo...

Existe entre ellos algo mejor que un deseo: Una complicidad.

Anónimo dijo...

Miguel: Me gusta la forma tan llena de matices y virtudes con la que explicas esa amistad. Yo también me pregunto si es ello es posible.
Cadalseño

Anónimo dijo...

Estupendo mensaje y buenas fotos. Un saludo

Inés

Anónimo dijo...

Aunque difícil, cuando se logra es una amistad sincera, eterna... Es como ese sentido, ese sentimiento, que tú pintas de color en tu relato.
Eugenia

Javier Perals dijo...

Extraordinario, o sublime. Miguel, después dices que te digo cosas bonitas, pero si eres tú el que las dices y nos dejas con un nudo en la garganta y con las lágrimas queriendo salir de los ojos.
Recuerdo dos amores así, uno en la infancia, o lo que es peor, en la adolescencia, luchando entre el deseo y el respeto prometido. Triunfó el respeto y la amistad. El otro amor en la madurez, pero tu no le llamas amor, le llamas amistad con sedosos matices y cuando estás con esa persona los matices se saborean en la boca como un buen vino. Embriagado de amor y matices.
Gracias por expresar algo que yo no sé cómo hacerlo. Un abrazo.
Javier.

Miguel Moreno González dijo...

Muchísimas gracias a todos. Vuestros comentarios son lo más bonito del escritito. Sólo por leerlos merece la pena el esfuerzo...

Anónimo dijo...

Una vez más el escrito de Miguel Moreno me llena intrínsecamente y me ayuda a reflexionar.Es para leerlo despacio y pensar en cada frase lo que intenta transmitirnos. Gracias Miguel.

Maria Antonia Hernández

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