Recuerdos nevados de San Antón, un barrio de Cadalso
Valle del Tórtolas
Todo ha vuelto a ser como cuando
yo era chico. En San Antón se tiraban varios días nevando. Nos quedábamos sin
leña y sin más remedio mi padre "aparejaba" a "Juanita" y
salía a por leña como fuere. Mi abuela, mi madre y servidor le veíamos partir:
"Miguel, ten mucho cuidado.." le decía mi madre y se iba... Sobre las 14:30h volvía mi padre con
"Juanita" cargada de leña hasta arriba, sudaba la borrica y
contrastaba con la nieve que cubría la carga y a ella misma. Los cuatro nos poníamos
a colocar rápido la leña. Y antes de que te dieras cuenta mi abuela atizaba la
lumbre y ponía los pucheros sobre el fogón para que se hiciera la comida. Mi
padre llevaba a la burra a la cuadra de mi abuelo y enseguida nos comíamos el
cocido.
La Muñana no se ve.....
Yo, a veces, le acompañaba todo orgulloso y
satisfecho. Estaba convencido de que con él jamás nos pasaría nada, que
estábamos a salvo, que él todo lo podía porque todo lo dominaba y trabajaba sin
descanso. Transmitía mucha fuerza y seguridad. Era tan alto y tan fuerte que
nada ni nadie le doblegaria. Por eso me impresionó tanto su muerte. En el huerto, regando con su azadón. Los dos abrazados y el agua
que regaba los canteros mojaba sus albarcas. Desde entonces, ya no volví a
creer nunca en Dioses. Hacía en aquella época mucho frío, pero yo no recuerdo
que me influyera en exceso. Dormia con mi abuela y desde la cama, a través de
las tablas del tejado, se veían las tejas. Y había muchas goteras y no teníamos
nada... San Antón permanecía todo el invierno nevado y el hielo era muy
peligroso... La escuela la tenía al lado. El secreto consistía en bajar 50
metros pisando fuerte con las botas Katiuskas. Al volver a casa él me
preguntaba: "¿Que has dado hoy?" La regla de tres y, a veces, se la explicaba.
Y la nieve dejó de caer.....
Y él me escuchaba y luego se iba a tomar unas cañas al Casino de Quinito. Le
gustaba salir un rato todas las tardes. No tenía otra cosa... Un día fuimos a
desñetar con mi abuelo a la viña de Cuatro Vientos. Y como yo leía tantos
tebeos de Hazañas Bélicas me sabía la Segunda Guerra Mundial de carrerilla.
Justo al acabar nuestra guerra Incivil comenzó la Guerra Mundial, les decía. Y
me escuchaban. Y les explicaba quienes eran Hitler, Rommel, Churchill, Hiro Hito, Montgomery Stalin, Mussolini,
Truman, Goering. La líneas Maginot y Sigfrido, el África Korps, las SS, la
Batalla de las Ardenas, Stalingrado... "Es listo el niño", decía mi
abuelo. Y mi padre: "Ya veremos más adelante..." Comienza a llover. En poco el agua
deshará la nieve. A mis recuerdos nadie los desharán...
Texto: Miguel Moreno
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
10 comentarios:
Muy bonito y original Buenas tardes lluviosa
Aurora Ferrera Ruiz
Me encanta recordar la epoca cuando yo tenía 8 años con aquellas nevadas no podíamos salir de casa.Muy bonito Miguel ,mi padre como el tuyo también salía a por leña con su borrica blanca llamada ventiscas!!!. Muy curioso Miguel,gracias por compartir estos maravillosos recuerdos de antaño un abrazo
Maria Antonia Hernández
Es verdad María Antonia me ha gustado mucho la Historia
Aurora Ferrera Ruiz
Asi era la vida que hemos tenido y parece que va ha volver
Antonia Frontelo Morales
Yo recuerdo siendo niña calló una Nevada que los muchachos de San Anton hicieron una bola desde la casa de la Dominga Antes de la Ricarda la bajaron todo San Anton hasta la plaza y allí la dejaron esa noche se heló y duró la bola más de un mes en la plaza
Dolores Saez Canoyra
Eran otros tiempos nevaba mucho y llovía mucho algunas veces se llevaba lloviendo un mes seguido
Dolores Saez Canoyra
Miguel a contado la realidad de como era la vida antes me a gustado mucho todo lo que as contado Miguel
Dolores Saez Canoyra
Q bonito Miguel..... Un abrazo
Montse Hergueta
Gracias. Eran otros tiempos. Si acaso, con infinitamente mucha más solidaridad, cariño y cercanía. Pero ahora, en estos momentos duros, también la tenemos. San Antón es solo el ejemplo de lo que digo.Muy agradecido y abrazos sinceros.
Buenas tardes,
Una vez más , Miguel, agradecerte por esa sensibilidad que emana de todos tus escrititos. .....y por supuesto este no podía ser menos. En estos días nada sencillos, especialmente para aquellos cuyos seres queridos se han visto afectados por este “virus sin corona” es súper agradable leer ( y releer hasta la saciedad, en mi caso) todos tus escritos. Todos sin excepción destilan sensibilidad, cariño, reconocimiento.....y sobre todo, sentido común, ese que tanto se echa en falta.....
Gracias, muchas gracias por ayudarnos, a tu manera, a sobrellevar estos días, preludio de otros infinitamente más reconfortantes y que están a la vuelta de la esquina.
Un saludo,
Javier
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