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jueves, 26 de marzo de 2020

LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. A GUISA DE PRÓLOGO Y EL ORATE CUERDO COMO EPÍLOGO




(Para Rafael, Carlos y para todos los que esperan con esperanza…)
LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. A GUISA DE PRÓLOGO Y EL ORATE CUERDO COMO EPÍLOGO



            Creo que no existe mejor lectura para entretener nuestra forzada reclusión por el “virus sin corona”, que la del “Ingenioso Hidalgo Don Qvixote de la Mancha”. El Caballero de la Triste Figura era un personaje eminentemente optimista. Nunca dudó de su victoria en todas aquellas aventuras que acometió solo o junto a su fiel Sancho Panza. Hizo de la utopía y de su amor platónico el anhelo constante de su vida. En todo el libro no recuerdo que se contagiara de desánimo. Sin desmayo, estuvo por encima de él con ese entusiasmo del que todos deberíamos purificarnos en estas difíciles jornadas. Únicamente al sentirse morir, tuvo algo parecido al desaliento: “Señores, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño…”

Y hasta en esa frase hizo gala de su exquisita naturalidad ante la muerte. Jamás le volvió la cara a adversidad alguna. Luchó y fue valiente hasta el final. El Caballero de los Leones fue siempre el artífice de su propia ventura y supo hacerse a sí mismo. Recurramos al Ingenioso Hidalgo para tomar fuerzas que nos ayuden a salir de esta difícil encrucijada. Alonso Quijano se hubiera lanzado a una batalla solitaria y encarnizada contra este “virus descoronado” hasta derrotarle. Tomemos ejemplo de él. El virus quizá tenga corona, pero nosotros tenemos el ejemplo de nuestro héroe más universal: “¡Deteneos, mal nacida canalla (virus asesino), no le sigáis ni persigáis (al inocente); si no, conmigo sois en batalla!”

En 1994, mis compañeros Rafael Canellada Llavona y Carlos de la Peña Steglich, me editaron un sencillo librito que resume algunas de las frases que más me impactaron de Don Quijote y sus personajes. Este escritito quiero dedicárselo especialmente a ellos y a todos los que siguen luchando contra este “virus sin corona.”. ¡Va por ellos! Adjunto a continuación, con leves retoques, el prólogo y el epílogo del mencionado librito: Aforismos y Ocurrencias del Ingenioso Hidaldo Don Qvixote de la Mancha.

 

A GUISA DE PRÓLOGO:

            La primera vez que leí “El Quijote” fue en Argel. Me encontraba entonces solo y recuerdo su lectura en tardes lentas y apacibles, sentado en el viejo sillón del salón de “mi” casa colonial. Aquellas tardes encantadas las arrullo entre las predilectas de las vividas por mí. Allí, alejado de todo lo mío; Don Quijote, cediéndome un sitio en Rocinante, me enseñó a soñar con ello.

            El sortilegio de aquella época hizo que volviera a leerlo varias veces más en Cadalso y Madrid. La última fui anotando las frases que llamaban mi atención. Expresiones que, más de cuatro siglos después, siguen vivas filtrándose adormecidas hacia mi sensibilidad, como yo deseo se os filtren a vosotros.

            Hice copias de esos apuntes y a partir de ahí lo que asís entre vuestras manos se lo debemos a Rafael y Carlos. Ellos, con el resto de compañeros, hacen posible esto y mucho más...

            Todos saben de mi ánimo quebradizo y cuando toca aspereza la suavizan trocándola en sosiego. Yo se lo reconozco en silencio en mis escrititos que contienen lo poco bueno que poseo desperdigado en locuciones que ellos mismos me sugieren. Es mi particular homenaje que confieso aquí por primera vez buscando hacer lo mío de ellos.

Carlos, Rafael y Miguel.


            Gracias a todos y que lo disfrutéis. ¡Ah!, os pido un favor: colocarlo junto a los libros más queridos, por si se nos pega algo de ese cariño...

                                                                                                         Miguel Moreno González


EL ORATE CUERDO

Debió ser un hombre profundamente vitalista que pasó su vida solo, muy solo, aislado en un interior de nebulosas. Posiblemente no supo encaminar el cariño que atesoraba para sus semejantes de forma adecuada o, quizá, ellos no se lo aceptaron.

Ideó una historia para, mediante la letra, intentar transmitir a sus lectores esa bondad que llevaba consigo. Pensaría, digo yo, que uno se explica mejor escribiendo que hablando. Suele acontecer que los viajes con destino al corazón se hacen más cómodos sobre la letra que sobre la palabra.

Le imagino escribiendo sin cesar con una pluma de ave a la luz de una vela y acodado sobre una mesa pequeña de madera. Estaría en el portal de una casa fría del viejo Madrid (calle León. Barrio de Las Musas). Su rostro reflejaría la satisfacción interior que le procuraba el relato de una historia metida día a día en su cabeza y noche a noche en su espíritu. Falto de diccionario pero ahíto de imaginación.

            Creó entonces un hijo humilde, atiborrado de emociones varias y con inteligencia rayana en lo orate para mejor justificar sus deslices utópicos. Y lo lanzó a la aventura hermosa de la vida acompañado de un fiel escudero que perseguía subsanar sus miserias eternas obteniendo una posesión rodeada de espejos.



Su amo, mientras, luchaba por conquistar el derecho a soñar con una pasión imposible. Evitó lo esotérico, lo oculto, el miedo a todo lo que no se comprendiese con una caricia; mas, si no lo veía claro, se aferraba a los encantos que expelen las esencias del sentimiento, aquellas que nos empujan hacia la esperanza.

            Todo el libro se convirtió en una delicia de sabor inmarchitable. Un sublime e inmenso canto a la libertad, a la felicidad, a la comprensión, al amor... En definitiva, un canto a esa quimera que siempre está por llegarnos en forma de amistosa solidaridad.

            Cada vez que finalizo "El Quijote" me asalta algo insólito que descifrar no puedo. Es... ¿cómo diría yo..? Como un desamparo ilusionado. Sí. ¡Eso es! Y como no quiero sentirme desamparado en estos tiempos de “virus sin corona”, de nuevo recurro a él en busca de equipajes para el espíritu.
                                                                                             
                                                                                      Miguel Moreno González

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante Enhorabuena por la labor,👏👏👏👏👏

Aurora Ferrera Ruiz

Anónimo dijo...

Amigo Miguel ,seguiremos luchando como don Quijote.bonita reflexión

Maria Antonia Hernández

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tus escrititos, siempre terapéuticos y ¡ahora más que nunca!
María Rivero

Rafael dijo...

Miguel.. has hecho más en todos estos años por divulgar esa obra genial que ningún ministro del ramo. Tú tocayo Don Miguel te lo hubiera agradecido enormemente..
Un abrazo fuerte, compañero..

Anónimo dijo...

Lo he leído ocho veces (la primera vez a los 17 años) y siempre encuentro algo nuevo.

Miguel Revuelta de Guzman

Miguel Moreno González dijo...

Muchas gracias a todos. Y mucha salud. Al final es lo más importante que tenemos. Sin olvidarme del Ingenioso Hidalgo...
Un abrazo sincero a todos.

Anónimo dijo...

Miguel no dejes de subirte a lomos de Rocinante,y junto con tu admirado Don Quijote recuérdanos lo bella que es la vida, la libertad, el amor,la amistad,la esperanza y la justicia.

Anónimo dijo...

Magnífico tu escrito sobre el hidalgo que, siendo tan terrenal, vivía en sus sueños.
Luis Carlos

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