CARTA NAVIDEÑA
Cadalso, Diciembre de 2012
Estimado Pedro:
Sólo unas letras para
recordarte que cuando éramos chavales el último día de clase antes de las
vacaciones de Navidad, los chicos nos pedíamos las señas para mandarnos
cristmas. Solíamos recibirlos en las fechas que van de Navidad a Nochevieja y
casi siempre coincidía con un día nevado (¡nevaba tanto en nuestra
adolescencia, que no le dábamos la importancia de ahora!); me puedes creer o no
que eres muy libre, pero aquel día yo era feliz sin saberlo.
Quiero decirte que
evocando lo anterior ideé lo de esta carta, tuve que rehacerla un poco ya que
estaba escrita de antes; pero bueno, me pareció bonito porque se conjugaban en
él dos cosas que me gustan: la Navidad y las cartas. Confieso que hacía muchísimos
años que no mandaba una felicitación de este tipo, quería huir de los cumplidos
sociales fríos e intrascendentes; con todo serán contadísimas las que envíe por
correo, sólo lo haré a unas pocas personas y a aquellas que son especiales para
mí como tú lo eres. Reconozco que una parte íntima de mí se siente a gusto en
estas Fechas, también le ocurría a mi padre, será que la melancolía toma el
relevo a la competición diaria por ser el mejor y yo ahí, ya sabes, me
encuentro en mi salsa. Es como si los ataques de realidad melancólica los
tuvieran los demás y por unos días se igualaran a los míos. Después los otros
irán a lo suyo y yo a lo mío, que si te soy sincero no sé muy bien lo que es
(para variar...)
Respecto a lo de mandar
cartas te diré que, como ya sabrás, los grandes adelantos tecnológicos van
acabando con esa maravillosa costumbre aunque, afortunadamente, también en eso,
estas Fiestas son diferentes y conservan esa tradición postal que tanto me
entusiasma. Recibir cartas que me hablaran de lo cotidiano de las personas (el
amor, la amistad, la alegría, la pena, el desencanto, la pérdida... ya sabes,
esas cosas); siempre me pareció insustituible, ellas quedan como testigos de la
vida vivida como queda una música, un libro o el recuerdo de un amor; son capaces
por sí solas de explicar los más bellos pedazos de nuestra existencia. La
última vez que recibí cartas como dios manda fué en Argel, cuando me llegaba
alguna de alguien que apreciaba me generaba ilusión para muchos días, me hacía
olvidar aquel mundo tan ajeno y me convocaba a otras fantasías, a otros gozos
que yo intuía estaban por llegarme. Ahora mismo son las únicas pruebas de que
aquello existió en mi vida, que fue real y no algo soñado o imaginado
únicamente ellas lo pueden atestiguar. ¿Qué otras pruebas tengo sino?, nada
conservo del lugar, no me apetecía. Y hasta resulta paradójico porque incluso
ni ellas fueron escritas allí. Nacían aquí, en mi tierra, en mi vida ausente
para reclamarme; sólo la dirección sirve como prueba irrefutable. Guardé las
más entrañables, las más elocuentes, las más cariñosas, las más trabajosas, las
más desgarradas, las más deseadas, las más insospechadas... las puse en una
pequeña bolsa de tela que se cierra con un cordel, una caricia, una nostalgia y
un poco de amor; las tengo en Cadalso (todo lo entrañable lo tengo allí y lo
poco que quede de mí en el futuro también deseo descanse junto a ello), están
en la habitación pequeña del sótano, en un mueble discreto y humilde barnizado
en oscuro. Temo leerlas porque me sumen en la derrota de esta vida. Sus
secuaces: el tiempo y los días, acaban venciendo a todo y todos sin siquiera
ser generosos con el derrotado. ¿Sabes?, en esos momentos de soledad maldigo en
voz alta la injusticia del paso del tiempo entre lágrimas y puños cerrados;
roto y descorazonado maldigo todo, como si fuera D. Quijote blandiendo su sable
contra los pellejos de vino. Sin embargo, quisiera tener la fuerza suficiente
para leer las misivas de mi padre, descubrir los mensajes cifrados y secretos
que estoy seguro él mandaba ocultos entre letras y que no supe encontrar y así,
de esta forma, resucitaría su mundo que aparecería precario, tierno y radiante
en sus cartas: Su vida abriéndose camino. Entonces él tenía menos edad que yo
tengo ahora -algo que me conmueve-, por eso creo que la complicidad de los años
me daría las claves de sus secretos.
Te pongo al corriente
de que tengo tardes que me entran unos deseos irrefrenables de escribir a
alguien que sepa interpretar, perdonar y emocionarse con mis cartas. Me convulsiono
interiormente y al poco me desengaño: Es una tontería, ¿a quién se las mando?
¿de qué le hablo? y ¿si no me entiende...? ¡Bah! y lo dejo todo quedando
desorientado y perplejo. Pero al no hacerlo literariamente lo compenso
haciéndolo mentalmente -son las que mejor me salen-, por las noches y escondido
en la cama comienzo a escribirlas imaginariamente y hablo en ellas de todo: de
lo que pienso, de lo que perdí, de lo que me ocurrió en esa jornada, de lo que
espero, de sensaciones nuevas que exploro, de inquietudes que necesito
compartir, de personas o paisajes fascinantes que descubro... ¡Yo que sé!, hay
tantas cosas para escribir y contestar (lo de contestar es precioso y hay que
tratarlo en tema aparte), que me pasaría las horas muertas sugestionado por su
encanto.
Bueno, disculpa; en
realidad me estoy haciendo un lío, la idea era escribir unas líneas
testimoniales en esta primera carta que te mando después de “cienes”
de años que nos conocemos. Por lo demás, da recuerdos a todos los que me conozcan
por ahí y vivid este año con un espíritu abierto a lo humano que es lo único
que está demostrado poseemos de valor. El resto no dejan de ser conjeturas más
o menos razonadas buscando convencernos a nosotros mismos de que no moriremos
del todo. Además, proclamo: ¿Para qué tantas religiones y dioses si al final de
lo que se trata es de amarnos unos a otros y eso, no me lo negarás, podemos
hacerlo solitos? Don Quijote siempre tiene razón: "-Sancho, hijo, ellos
que son Dioses que se quieran a lo Divino y nosotros como humanos que somos
querámonos a lo humano". ¡La leche! Ni que fuera de Cadalso...
Sin otro particular,
quedo ansioso por recibir nuevas tuyas que me pongan al corriente de como va tu
vida y la de tus seres más queridos. Recibe, entre tanto, un abrazo de los de
verdad.
Tu amigo,
2 comentarios:
Feliz año para todos.Paquitopirata
Feliz año a todos, cuanta razón tienes en lo que expones en esta carta. La magia de una carta no tiene parangón con ningun escrito en las tecnologías modernas, es algo intimo, alegre, oculto, suave, no se ..... es expecial.Al abrir el buzón todos los días siempre me entra una alegria incierta esperando tener carta de alguien, quien sea, pero en la mayoria de los casos es una decepción, solo cartas de los
bancos, comerciales, etc; seguiremos esperando ese dia especial.
Furtivo
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