Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 18 de enero de 2024

CHUSA Y SU RECUERDO por Miguel Moreno

 CHUSA Y SU RECUERDO 


Chusa: Cómo pasamos por la vida… Cuando éramos jovencitos parecía que los días y los meses no avanzaban. Teníamos tanta prisa por llegar a tener esos años en los que –ingenuos- pensábamos que todo nos sería más fácil, que ahora uno tiene la sensación de todo lo contrario: que se nos va el tiempo -y con él la vida- sin tener ocasión de realizar todo aquello a lo que aspirábamos.
 

Te conocí al poco tiempo de volver de Argelia, en 1986. Es curioso, pero sintonizamos sin ningún problema, con lo raros que somos los dos… Profundizamos más en nuestro conocimiento cuando llegaste a Régimen Interior. De los que allí estábamos casi nadie te conocía y (ya no importa que te lo diga) les decía que yo sí sabía de ti y que eras buena persona, que no íbamos a tener problemas contigo. Bueno, la verdad es que hemos tenido de todo, tantos años dan para quererse y lo contrario; pero al final, si prevalecen los buenos sentimientos, el cariño triunfa por encima de cualquier otra consideración. 

Has sido buena conmigo y te lo agradezco. He intentado responderte con la mejor de mis intenciones, alguna vez habré fallado, tanto personal como laboralmente, pero, repito, que al final triunfan los afectos sinceros. Tú siempre has sido sincera para bien y para mal  y eso es de agradecer en esta sociedad en la que prima más la hipocresía que la honestidad. Si uno echa la vista atrás se da cuenta de la cantidad de momentos gratos que, a pesar del trabajo, hemos pasado. ¿Recuerdas la limpieza del almacén de la calle Bolsa? ¿Y la inundación del sótano del Edificio Antiguo ocurrida un domingo por la noche? ¿Y cuando hicimos el inventario del Palacio de la Trinidad? ¿Y la porquería que tragamos en el almacén de muebles de Zarza en Torrejón? ¿Y nuestro cambio de Viana a Imperial 1, y al rato de Imperial al patio de Colón y de este patio a la calle  Alcalá; y de Alcalá de nuevo a los despachos 132 primero y más tarde al 231 del Edificio Moderno? 

También vivimos nuestras tardes taurinas que estuvieron llenas de momentos divertidos, o aquellos escrititos que te enviaba y que me devolvías con tus sinceras –y emocionadas- felicitaciones para algunos de ellos. Luego llegaron los malos ratos que pasaste con tus problemas físicos, cuando me decías: “No dejes de llamarme por teléfono, Miguel, que lo estoy pasando muy mal”. Nuestras conversaciones sobre “tu” León y “mi” Cadalso, el libro que me regalaste sobre la epidemia del cólera… Y tantas y tantas cosas.

Ahora, con la distancia de todo lo pasado, pienso que me has apreciado, que me has defendido, que me has comprendido… Y aunque, seguro, me has considerado algo raro, también sabías que necesitaba de tu comprensión. Y como tú siempre has defendido a los más necesitados, a los “tarados”, a los perdedores, a los caídos en desgracia… Pues te resultaba fácil estar a mi lado… 

Tampoco te he dado muchos problemas, quitando al principio que te pedía “aumentos”; después, como mis hijos se fueron haciendo autosuficientes, poco te molesté. Llegué a la conclusión de que soy feliz como estoy, ¿para qué más? Poseo mis humildes inquietudes y una mujer e hijos maravillosos, disfruto con mi bici, mi Cadalso, los toros, me gusta escribir, leer, la música clásica, el cine, la historia… Entonces -me dije- voy a dedicarme a pasear por mi interior y descubrir estas cosas que abrigan mis emociones y alivian, un poco, no mucho, mi placentera y sempiterna melancolía. 

Me gustaba mucho hablar contigo; tienes una vasta cultura y sabías explicar las cosas muy bien para transmitir tus conocimientos, además de contar con una buena “mano izquierda” que te hacía salir adelante ante situaciones complicadas. ¡Bien por Chusa! 

¿Y qué más te voy a decir? Pues lo típico y lo tópico: Que gracias, que seas muy feliz, que conserves siempre tu noble entusiasmo y tu sentido de la amistad, que sigas con ese sentimiento que tantas emociones provoca y que continúes acariciando a la gente necesitada. Y ya paro, porque “partir es un poco morir y no compensa la despedida”. Por eso me quedo con tu recuerdo cariñoso a prueba de olvidos. 

                                Miguel MORENO GONZÁLEZ

 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno siempre se acuerda de todo lo bueno y de las personas que has querido y has apreciado
De lo malo es mejor no acordarse aunque no se olviden

Jesús López Moreno

Anónimo dijo...

Buenas tardes, Maestro. Un gran recuerdo de alguien tan entrañable, al menos para algunos, de nuestra querida amiga Chusa.
Un abrazo.
Luis C. Trijueque

Anónimo dijo...

👏👏👏👏... Preciosa explicación sobre una grandísima persona, porque es lo que tú cuentas y se ve que es cierto. Enhorabuena amigo. Me ha gustado mucho. 💕💕💕💕
José A. Álvarez G. de Guzmán

Anónimo dijo...

Cómo siempre un placer leer tus escritos, y en este caso aún más por el conocimiento personal de la persona a quien lo diriges, por vivencias comunes y por ser Chusa mi valedora escogiendome como su sucesor en la Oficialía Adjunta.
Además del placer un orgullo por ver qué ilustras tu joya literaria con mi imagen. Un abrazo.
Pepe Vázquez

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