Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 13 de octubre de 2022

GRANERO DE SENTIMIENTOS. Por Miguel Moreno

GRANERO DE SENTIMIENTOS

Nos conocimos en nuestra empresa, Comercial Garza, a mediados de los setenta del pasado siglo. Al volver yo de Argel, finales de los ochenta, Manuel Reyes lanzó la idea de reunirnos a cenar los compañeros más íntimos todos los octubres. Y lo hicimos durante los últimos 30-35 años. Casi siempre leía un escritito que componía para la ocasión y, al final, guardaba la factura del restaurante firmada por todos. El puto cáncer se llevó primero a Fernandito Morante y unos pocos años después a Antonio Aguña. Yo me sumergí en una profunda pena (esa que me hace ser lo que soy sobre un espejo roto) y les dije que yo prefería que dejáramos esas citas para no avivar la tristeza de vivir. Con todo y con eso, volvimos a reunirnos pero ya nada fue igual, no podía serlo… La cosa languidece melancólicamente como lo vamos haciendo nosotros. Llegado este octubre vuelvo a recordarlos con este escritito adjunto que les leí una de aquellas noches en un restaurante frente al Congreso de los Diputados. Ya no estaba con nosotros Fernando y al poco se nos fue también Antonio. Reconozco que la muerte es lo más natural que nos pasa, pero yo sigo sin entenderla…

(A Tirso Canela, porque nunca le di las gracias por su confianza y comprensión…)

GRANERO DE SENTIMIENTOS

 Es conmovedor hablar de nosotros cuando ya hace tantos años que nos conocimos en Comercial Garza. Y es emotivo hasta las lágrimas el que, después de los múltiples avatares pasados por cada uno, sigamos reuniéndonos anualmente para rendir un tributo desgarrador a la amistad que nos profesamos y brindar, en compañía de los que ya no están, por lo que seguimos siendo y por lo más hermoso que guardamos. 

 


Si empiezo a nombrar por orden alfabético también hago honor al más veterano: Antonio AGUÑA, hombre singular hasta sus últimas consecuencias más nobles. De mirada conciliadora e inquietante según vinieran los vientos de frente. De expresión franca y contagiosa que parecía abrazarte cuando lo necesitabas… que era casi siempre. Maestro que nos impartía clases técnicas, militares, políticas, marineras y de gramática parda y que paciente nos enseñaba la asignatura más difícil de cuantas hay, la de la vida. Aunque de la vida noctívaga hay que reconocer que nos licenció con nota “cum laudem” por los garitos nacionales más reputados e, incluso, alguno hubo que, rendido y admirado de nuestros merecimientos, nos otorgó el doctorado “honoris causa”. Gracias Antonio, por tantas cosas tuyas que nos hicieron mejores e hijos predilectos de tu sentimiento. 

Con José CARRETERO íbamos de prisa a todas partes en aquel tiempo de transición incierta. Y cuando llegábamos a ninguna parte (que solía coincidir curiosamente con un bar que él parecía conocer muy bien), nos hacía concienciarnos de que debíamos ser solidarios con los más desfavorecidos. Nos llevó a decenas de manifestaciones, nos bebimos todo tipo de filosofías y aguas de fuego, nos habló de las excelencias de la izquierda con acento del ICAI, corrimos hasta la extenuación en Pamplona soplando por un tubo (literal), mientras las chicas nos dejaban plantados por los chavales más aparentes del lugar. Pepe siempre tenía un motivo que renovaba nuestro entusiasmo, nos animaba a seguir con sus frases de siempre expresadas con ánimo nuevo: “Ya ligaremos” -decía- “hay cosas más importantes que hacer”; yo no estaba de acuerdo y no comentaba nada por si me llamaba al orden. Las tardes de verano nos ponía “Satisfaction” de los Rolling en su piso de la Carretera de la Playa, y según se contoneaba imitando a Mick Jagger nos daba consignas para elevar la moral del proletariado. Desde entonces no hemos dejado de admirarle ni un solo día, porque ni un solo día él deja de transmitirnos su estimulo.

 


Recuerdo a Abelardo GÜIL –simpático, educado y amable- recluido en el pequeño habitáculo de la centralita de Cartaya, mientras su mente viajaba por lugares extensos y lejanos poblándose de culturas exóticas y desconocidas para nosotros. Sus ganas de vivir, su alegría desbordante, nos arrastraba tras sus utopías rebosantes de sensaciones placenteras. Abelardo conserva en su gesto actual la felicidad de entonces, como nosotros conservamos hoy en nuestro granero de sentimientos su lealtad inquebrantable. 

Marcelo LARGO era nuestro protector y consejero cuando los hados no nos eran favorables. Sacaba pecho y bondad -en mayor proporción de la que nosotros necesitábamos- de su refugio y comprensión. Personalmente nunca olvido la seguridad que nos transmitía ni su admiración hacia la figura grande (como él decía) y buena (como digo yo) de mi padre. Hay aparentes pequeñas acciones de personas insignes que se nos hacen imprescindibles a lo largo de nuestra vida. De esas acciones Marcelo atesora miles.

 Aquí estamos esta noche: Abelardo, Aguña, Carretero, Largo, Manolito, “Miguel Ángel”, Velasco… Pero nos faltas tú, Fernandito MORANTE. Y es que volvió a vencernos otra vez el cruel destino dejándonos desamparados y con una pena más en el alma. Al llegar hemos mirado por los rincones y hemos descubierto el esqueleto de tus palabras y tus sonrisas diseminadas por esta noche que nos trae una mezcla de dolor por tu ausencia y de gozo por tu añoranza. Sabemos nosotros, tus amigos, que en algún lugar en las alturas han de existir restaurantes tiernos y eternos donde reunirnos anualmente contigo para ser felices. Mándanos la dirección de alguno que te parezca el más apropiado y acogedor para quedar todos los otoños. Te estaremos muy reconocidos.

 


Con Manuel REYES me he sentido querido y siempre he pensado que yo no le respondí con la misma moneda. Él me subía al cielo, yo le bajaba al infierno y al final acabábamos en el limbo. Su familia me apreciaba y la mía le apreciaba a él. Y nosotros aparentábamos no apreciarnos bien. Bueno, bien mirado no estuvo tan mal. Sr.REYES, resaltaba bordado en azul en el bolsillo de su bata blanca que él lucía con donaire y elegante desaliño cuando, el día 30 de cada mes, empezaba a pagar sus innumerables “sablazos” que, sin solución de continuidad y sin aparente turbación, tornaba a dar el inmediato día 2. Los compañeros respondían con satisfacción y hasta se sentían halagados de ser destinatarios de semejante demanda. Ahí empezamos a comprobar que tenía un corazón que no le cabía en el pecho. Viajábamos en su SIMCA achacoso por esas carreteras del corazón y de nuestra juventud indagando sobre amores, confesiones y desalientos. Finalizábamos en juergas interminables y, como en el tango querido, buscábamos un pecho fraterno
para morir abrazaos. Manuel sigue sumergiéndonos en recuerdos, sonrisas y afectos. Muchos afectos inolvidables que distribuye en silencio.

 


Nuestro campeón del esparcimiento, de la inteligencia, de la enseñanza, del jolgorio, de los sindicatos, de la oratoria… es por siempre: Vicente VELASCO. Y no digo más porque él nos lo dice antes, durante y después de nuestras existencias cotidianas. Es, junto con Morante, la persona con la que más veces hemos llorado a carcajada limpia. Y eso tiene una importancia vital en esta época en que hay una carencia preocupante, entre otras muchas, del sentido del humor. Pero no es de extrañar porque ya dijo Don Quijote que “el humor no asienta sobre ingenios torpes”. Vicente es el faraón del ingenio humorístico y reparte regocijo en igual medida que amistad entrañable y auténtica. Imitamos a los jóvenes de hoy chillándole: ¡Vicente: Queremos un ingenio tuyo! Le rogamos que no cambie para bien nuestro y de la porción más ocurrente de la humanidad. 


Acabo con una frase del francés Henri Lacordaire que resume el impulso que, cada año, nos une en noches como ésta en que parece que la obscuridad cae lenta y suave, como gotas de agua otoñales acariciando el rostro: “La amistad es el más perfecto de los sentimientos del hombre: Es el más libre, el más puro y el más profundo”. Muchas gracias, compañeros.

                      Miguel MORENO GONZÁLEZ

6 comentarios:

Jesús Lopez dijo...

Las buenas compañías y los buenos amigos nunca se olvidan siempre viven en nuestros recuerdos

Anónimo dijo...

Genial. Qué bonito.
V. Velasco

Anónimo dijo...

Cuando el paso del tiempo, siempre inexorable, va restando amigos, es el momento echar la vista al pasado y recordar el tiempo compartido con ellos, cuando la edad nos hacía ver futuros muy largos.
Un abrazo, D. Miguel. Luic C. Trijueque

Anónimo dijo...

Buenos días Pedro triste pero la vida es así

Aurora Ferrera Ruiz

Anónimo dijo...

Tu baúl de los recuerdos es inagotable y cada vez que lo abres sale de el un torrente de hermosas y entrañables frases para describir impecablemente sentimientos y sentidas emociones. Como siempre envidiable tu forma de escribir.. Pepe Vázquez

Anónimo dijo...

Estas tambien tienen solera

Carmen Frontelo Morales

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