Peñalara

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Peñalara por Dos Hermanas.

Tubo del Gusano. Pico del Lobo. Sierra de Ayllón.

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lunes, 18 de febrero de 2019

XVI Racimo de Oro Cadalso de los Vidrios 2018. Por Miguel Moreno


ENTREGA DE LOS XIX TROFEOS TAURINOS 2018
(XVI RACIMO DE ORO DE CADALSO DE LOS VIDRIOS).


ROMÁNTICOS, ANIMALES Y ANIMALISTAS


(Hace 33 años ya que gracias a Paquillo y a Rufino, Radio Cadalso fue pionera en la comarca retransmitiendo festejos taurinos en los años 80. Sus miradas, cuando partieron, parecían decirnos: “Adiós compañeros, hermanos, amigos. Despedirnos de los toros, del sol y de los pinares.” Balta recuerda estas cosas las tardes de los sábados en su programa de Clásicos al Atardecer)




España cambia, unas veces para bien y otras para lo contrario. En ocasiones esa transformación coincide con nuestras ideas o intereses y otras no tanto. Estoy de acuerdo con los principios de algunos movimientos sociales actuales, aunque posteriormente toman derroteros que no son, en mi opinión, los adecuados. Puede ocurrir que acaben amparando intereses espurios de grupos de presión, de partidos o de privilegiados… Ello ocasiona que cada vez tenga más incertidumbres y menos seguridades. Pero me sigo sintiendo muy torero y muy español.


Sobre el tema tan en boga del trato a los animales: Yo viví de pequeño junto a ellos en Cadalso de forma natural. Tan natural era que el borrico, el gato, la mula, el perro… habitaban en tu propia casa y en el corral lo hacían los conejos, las gallinas, el guarro y el carnero, al que yo toreaba cuando volvía mi abuelo con él del campo… Aquello fijaba una relación de cuidado, dependencia, cariño y respeto. Sabíamos que nos eran útiles y necesarios; por tanto, no podías ir contra tus propios intereses maltratándolos o no atendiendo sus necesidades más perentorias: comida, limpieza, sanidad… Nos ayudaban, y en agradecimiento nosotros les protegíamos. No he visto acariciarlos con tanta ternura como lo hacían, y lo siguen haciendo a los pocos que quedan, los cadalseños.

                      Miguel y su perro Mingo


Estoy hablando de otra época. Una época en la que el toro era el rey de estos lares, una época en la que, repito, los animales irracionales convivían con nosotros, los animales racionales. Una jerarquía establecida sin leyes ni normas. Nacida de la necesidad de concebir una simbiosis que beneficiara a ambos. Todo giraba en su derredor. Incluso muchas fiestas locales tienen su origen en las ferias de ganados que se celebraban entonces. De ahí procede, y no de otro argot, el nombrar a la sucesión de varios festejos taurinos como Feria. Mis dos abuelas Luisas me relataban al calor de la lumbre, que sus contemporáneos empleaban los cuatro días de las Fiestas Patronales (no tenían vacaciones), en actividades lúdicas relacionadas con los animales: toros, mulillas, caballos, vaquillas…, después de estar los otros 361 días restantes del año en compañía de los mismos. Y es que mi infancia cadalseña fue un cuento conmovedor de amor, toros y toreros.


¿Cómo explicar esto a quienes jamás llegarán al grado de identificación que nosotros tuvimos con aquellos bichos y que encima nos insultan impunes? Seguramente en su disco duro mental llevan grabado un programa cerrado a cualquier actualización comprensiva. Situaciones así se dan cuando éstas -y otras defensas- se hacen sin profundizar en la cuestión a defender y dejándose llevar, a mayores, por la moda, los medios de comunicación, el odio o cualquier ocurrencia que anteponen al sentido común, que es el menos común de los sentidos… Esta gente declara con ligereza y malicia que quieren ver a los toros vivos y libres y a los toreros muertos. Si esto se acaba, ¿de qué vivirán y qué libertad conservarán los morlacos famélicos que esperarán en campos yermos su definitiva desaparición? ¿Y ellos… de qué forma acallarán ellos sus conciencias por haber deseado la muerte de personas inocentes, niños incluidos? No todo vale… Me temo que la maldad y la ignorancia son muy atrevidas. Más que la educación y el diálogo. Mis abuelas sentenciarían: Todos somos animales. Eso sí, unos más que otros.

La vida tiene sus matices. Incluso lo sublime coexiste con lo vulgar: ¿Cómo si no, casaría el arte excelso y sobrecogedor de Rafael de Paula con aquella melancólica inseguridad suya? Tenía Rafael, como los elegidos, el don de llevar razón aún estando equivocado. Sin embargo, nadie posee la verdad absoluta. El tiempo, la meditación, la tolerancia… edifican nuestra identidad. Abren nuevos horizontes que te hacen evolucionar y ver la realidad de diferente forma a como la percibías antes. Siempre, lógico, que esa evolución sea producto de la reflexión y no del falso interés… Si no te gustan los toros no vayas. Yo tampoco iré a votarte. ¡Dejarnos con nuestros sentimientos! Los abolicionistas no creen que el verdadero aficionado defienda la integridad del toro. Pero lo hacen pese a los intereses de los "antis", de algunos taurinos profesionales faltos de seriedad y de la cohorte de políticos demagogos e incultos en esta y otras materias. Desconocen nuestras raíces y las diferencias que tenemos con quienes tanto daño causan al toreo. El problema es que el peligro, además de fuera, también está dentro.  

Miguel, en el centro, junto a los dos triunfadores.

Unos románticos incomprendidos e idealistas. Eso somos los pocos aficionados que quedamos. Solemos reunirnos en torno a actos como el de hoy para entregar los Trofeos Taurinos Racimo de Oro de Cadalso de los Vidrios y rendir público homenaje a los galardonados: Fernando Flores, triunfador absoluto e indiscutible del Racimo de Oro 2018, y Ángel Muñoz Becerra, propietario de la ganadería "Guadajira", que lidió el Día del Cristo el mejor novillo de nuestra Feria, “Marítimo”. Ellos saben que la Tauromaquia se sustenta sobre los pilares de la autenticidad, que nos trasmite ánimos para seguir avanzando; de la lidia, que crea dominio y belleza artística y de la bravura, que aviva nuestro entusiasmo. Ángel y Fernando encarnan estos supremos valores. A los falsos amigos del toro les será difícil acabar con él si contamos con ganaderos y toreros con su raza y honestidad. Sus nobles creencias se cimientan en mantener viva la grandeza del toreo. Ese toreo que nos susurra emocionado al corazón.

                  
 Miguel MORENO GONZÁLEZ
             Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

9 comentarios:

Miguel Moreno González dijo...

¡Qué foto con Mingo! Fue una tarde soleada de un día del Bollo en los Pinos de los Lavaderos, allí donde ahora se encuentra el colegio de Cadalso. El sol caminaba lento hacia la sierra de Lancharrasa. El fotógrafo de Las Rozas de Puerto Real les dijo a los padres que colocaran allí a Mingo y al niño... El sol les daba de frente y por eso los dos aparecen con los ojos cerrados. Juntos los dos, inseparables. Muy juntos siempre. Y es que recuerdo que se querían una barbaridad. El niño alarga suavemente la mano derecha acariciando los tomillos (¡qué cantidad de tomillos y pinos!); su mano izquierda se introduce en el bolsillo de sus pantaloncitos, a lo mejor estaría sonando en su mano algunas humildes monedas que le habían dado los mayores; el jersey no tiene ni botones ni cremallera, sólo dos cordones rematados en unas bolas de lana que cerraban la abertura de la prenda; cubre su cabeza una gorra que tapa sus orejas, antes hacía mucho frío; su expresión, ya entonces, era melancólica.
El perro... Mingo sabe que está viviendo un momento muy especial y posa feliz, muy feliz y satisfecho. ¿He dicho ya que se querían mucho los dos? Luego se estuvieron comiendo el bollo sentados sobre una manta que habían extendido sus padres. El perro únicamente se movía si el niño le decía: "Come Mingo, come". Y el perro comía los restos del bollo y alguna que otra cosilla que llevaron para acompañar la tarde. Era muy dócil y miraba al niño como con pena y mucho amor. Su padre llevaba un poco de vino en una bota en la que se leía: "Las tres ZZZ. Pamplona. España". El niño, la madre y el perro portaban dos cantimploras llenas de agua. Una era para el moquillo. Eran felices los cuatro. Pero no le daban importancia. Era lo más natural del mundo.
Una tarde Mingo, ya mayor, bajó andando penosamente hasta el huerto de La Peluquera sin despedirse de nadie. Se tumbó junto al brocal del pozo con el que regaba el abuelo el huerto, se quedó dormido y no se despertó más. En realidad, se quedó muerto. Un día el niño, extrañado porque el perro no volvía, les preguntó a sus padres por él. "Se quedó dormido hace unos días en el huerto", le contestaron. "A los animales no hay que molestarlos cuando duermen, porque duermen tanto que a veces se van al cielo sin enterarse de que están allí." Años después el niño, ya muchacho, se enteró de la penosa realidad. El muchacho cogió esta foto y se la guardó. Desde aquel día siempre la lleva consigo.

Anónimo dijo...

Qué razón tienes, Maestro, al decir que algunos, cada vez más, adoptan posiciones extremas, cerradas al razonamiento, partiendo de la más absoluta ignorancia del tema en el que se muestran tan inflexibles. Y así nos va. Un abrazo.
L.C.Trijueque

Pedro Alfonso dijo...

Una historia llena de sentimientos, pero que historia y foto de aquella época no está llena de sentimientos? Todo entonces se vivía con amor, cariño y sensibilidad por lo cercano, es tú historia pero podría ser la de cualquier infante de aquellos años. Muchas gracias Miguel, por estar siempre ahí y por traer a nuestra memoria momento tan llenos de ternura como el que nos acabas de relatar. Un abrazo fuerte.

Anónimo dijo...

Amigo Miguel: Cada vez que escribes, me conmueves, lo que dices sobre los toros y el toreo, sobre la sociedad en la que vivimos y nos toca, hasta cierto punto, soportar, sobre el campo y los animales que "habitaban" en nuestras casas y que veíamos normal... Solamente los que vivimos aquello, podemos entenderlo. En realidad aquel tiempo tan especial, de escasez, no era de privación, porque nuestros padres nos daban lo que había. Cada día que pasa, te aseguro, que me acuerdo más. ¿Qué podemos hacer?
Remigio, desde San Martín

Anónimo dijo...

Lo de los toros, grande; lo de Mingo, enternecedor.
Pepe Vázquez

Matapollos dijo...

Muy bueno el escrito de la entrega de los premios taurinos. Enhorabuena Miguel siempre con tu toque lleno de sentimiento y verdad

Matapollos dijo...

Y lo de mingo queda muy claro quién es el mejor amigo del hombre

Anónimo dijo...

Con gente como tú el mundo sería más agradable y la vida más llevadera. Gracias por ser la definición viva de una de tus -y mis palabras- favoritas "Bonhomía".
Luis Alberto A.

Anónimo dijo...

Merece la pena leerlo porque transmite y haber asistido a este evento tan bien organizado.
Cadalseño.

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