Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 8 de junio de 2023

Rafael Canellada Llavona, por Miguel Moreno.

 RAFAEL CANELLADA LLAVONA

            Pienso que partir es un poco morir y no compensan las despedidas porque te desgarran por dentro. Tu tocayo, Rafael de Paula, también lo sabía y por eso cuando nos acompañó a Paloma y a servidor a la estación de tren de Jerez no entró. -"Miguel -me dijo- vamos a tomar un café ahí enfrente. Yo es que nunca entro en las estaciones. Me dan mucha pena las despedidas". Y entonces me invadió una tristeza extraña que no podía quitarme de encima. Nunca lo olvidaré.

            Rafael: Me has transmitido infinidad de cosas buenas, le diste una humilde posibilidad a lo mío, me descubriste mundos bellos que yo desconocía como el de la música clásica. Sólo por eso ya mereció la pena conocerte. Recuerdo muchos días solos en el despacho de Viana oyendo Sinfo Radio. Lo primero que hacías nada más llegar era enchufar la radio que guardabas debajo de la mesa. Y a lo mejor hacía frío o calor, había guerra o paz, mucho o poco trabajo, alegría o melancolía... Pero lo primero era lo primero: ¡la música!

            Ciertas mañanas te veía mirar por la ventana y te quedabas absorto un buen rato observando las acacias del jardín que, mira por dónde, un buen día una de ellas, ¡craakkk!, se desgarró. Al poco llegaron los bomberos de Imperial con hachas, cascos, sirenas y demás parafernalia bombera. Nadie respetó nuestro silencio y yo no tuve necesidad de coger rápido el infatigable teléfono para que no te molestara. Todo eran ruidos y gritos. ¿Qué importaba aquel día el agudo timbre de ese aparato infernal de Conservaduría?

            Solidario siempre, si me veías garabatear procurabas que los decibelios no se dispararan. Un día me dijiste que te habías animado a escribir leyéndome. Aquello me llenó de satisfacción hasta el tétano. Y me contabas leyendas ya escritas de Mitologías, supongo que para inspirarnos. La que parecía gustarte más era la de la Diosa Cibeles. Siempre pensé que sabías un huevo -y parte del otro-  de arte, de cualquiera, de todos... Eres muy observador y sabes localizar la armonía que nos rodea. Ese arte emocionante que sólo personas como tú saben descubrir. Y es que saber mirar es saber amar.

            Y rememoro ahora como me contaste la muerte en accidente de tráfico de Tino Casal viniendo de tu Asturias. A los dos nos encantaba la versión que hizo de "Eloise", de Barry Ryan, una canción de amor fatal; como casi todos los amores.  Coincidió aquella mañana lluviosa con mi cumpleaños y me regalaste un libro que compraste en Espasa, Lo Pequeño es Hermoso. Desde entonces casi todo lo hermoso es pequeño para mí.

            Creo que tenemos una visión nostálgica de esta vida épica a la par que trágica. El final es una derrota que aceptamos a regañadientes. Siempre nos quedamos solos y desamparados y casi sin ganas de hacer nada. Ni siquiera oír o mirar. Yo elegí una habitación con un gran ventanal en mi casa cadalseña. Cuando no pueda moverme -me dije- al menos me animaré contemplando el cielo azul celeste -que es único en Cadalso- o escuchando el canto del ruiseñor. Pero ya no estoy tan seguro de que lo vaya a soportar. Es mejor morir sin saberlo, como mi padre. Don Quijote le dijo a Sancho una noche en Las Lagunas de Ruidera, bajo la luz de la luna y junto a la lumbre, que Julio César aseguraba que la mejor muerte es la "impensada". Sancho miraba al hidalgo desbaratado por la ternura.

            Acabo, me cuesta empezar a escribir pero luego al comenzar le voy sacando el gustillo y pueden darme las uvas. Pero bueno, ahora que tienes más tiempo puedes entretenerte versionando estas pequeñeces con tu hermosa guitarra. Y tranquilo por las sillas de H. Bogart, como a mí me gustaba llamarlas, las tendré siempre conmigo –si me dejan- hasta que me vaya. En ellas se sentaba Luis cuando nos recitaba a los dos “El cantar de Mío Cid”. Qué cosas nos pasaban… Una emoción muy grande haberte conocido, Rafael. ¡Muy Grande!  Muchas Gracias.

                                                                                   Miguel Moreno González


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Compañero.. gracias otra vez por albergar tan buenos recuerdos de mi persona.. Pasas, elegantemente, por alto mi parte menos presentable, cosa siempre muy de agradecer.. Entre tus aportaciones a mi débil acervo cultural están temas tan esenciales para mí como el descubrimiento a fondo del oráculo de oráculos que es El Quijote, así como la afición a verter mis ideas y sentimientos menos racionales en una cuartilla.. De todas formas me alegra mucho haber quedado de esa guisa en tu memoria..
Me encantará que siga la paz y armonía en tu bonita famila. Por la mía todo está discretamente en orden. Un abrazo fuerte.
Rafael Canellada

Anónimo dijo...

Los recuerdos son para siempre, porque la vida pasa y se lleva parte de nuestra historia, pero nunca se llevará nuestros recuerdos.
¡¡Feliz Jueves!! 😉
Luis M. González

Anónimo dijo...

Que cara de melancolía

Maria Antonia Hernández

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