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jueves, 22 de junio de 2023

PRÓLOGO II. Por José Luis de ACUÑA REIG

 PRÓLOGO II


            Adjunto el segundo prólogo manuscrito por mi admirado amigo José Luis de Acuña Reig. Encabeza mi Segundo Tomo que titulé: Cuando pasen muchos años (El Zumo de la Vida II). Contiene 134 escrititos distribuidos en 248 páginas. La amistad con José Luis creo que nos brotó a ambos por revelación, como ese toreo emocionante e inesperado que se hace presente, se asienta, convulsiona todo tu ser, y ya nunca lo olvidas. Desde entonces labramos nuestra amistad de forma sensata, cariñosa y sin exigencias; porque éstas, en la amistad verdadera, nunca les suelen ser propicias. Un saludo, una conversación, una sonrisa, una confidencia después de unas copas… alimentan el pensamiento imperecedero y entrañable hasta el venidero reencuentro que acontecerá -de nuevo- sencillo, sincero y alegre.  

(Miguel Moreno González) 

PRÓLOGO

Hay escritores de todo tipo y pelaje. Unos buenos, otros menos; unos prolíficos, otros menos; unos conocidos, otros menos; unos originales, otros menos; unos amenos, otros menos; unos independientes, otros menos; unos pobres, otros menos; unos geniales, otros más…

La gente, por lo común, lee a los conocidos. Bueno, me refiero a esa rara gente que lee algo más que prensa rosa o del balón, claro está. Y por lo general, los conocidos suelen ser los más prolíficos y los más amenos, pero no necesariamente los más originales, ni los más geniales, ni los más independientes (y, casualmente, ninguno es pobre).

Fuera de esa habitación abarrotada de libros (y de comercio, llamémoslo cultural) el universo de la literatura está plagado de multitud de habitáculos en los que vuelcan a letras sus pensamientos muchísimos autores desconocidos para el gran y pequeño público (no digo anónimos, porque al menos todos tienen nombre). Lo verdaderamente relevante de todos ellos es que ninguno es igual al otro, como a veces sí sucede entre los famosos. Y tan raro fenómeno creo yo que se debe única y exclusivamente a que estos escritores precisamente no buscan ganarse la vida con los derechos de autor, sino que el verdadero interés que les impulsa a escribir es el de su satisfacción personal. No se colija de tal tesis que estos escritores única y exclusivamente se solazan luego con su propia lectura (si bien los hay que, por enfermizo pudor, no han permitido a nadie ver el producto de su mente), pues creo que todos se dan por pagados si encuentran al menos una persona a la que sus escritos le aporten algo interesante en su vida, aunque al resto de sus lectores les resulte indiferente, en el mejor de los casos.

Todo este circunloquio no tiene otra pretensión que introducir al lector (no sé si ocioso o no) en el íntimo y fascinante mundo de los escritos de Miguel, una rara avis. Es de temer que todos cuantos paseen sus ojos por estas letras conozcan igual o mejor que yo al autor, pero yo no me quedo con las ganas de decir algo sobre su persona. Ante todo, su primera cualidad (virtud para quien esto escribe) es la imposibilidad de confundirlo con nadie. Con ello estoy diciendo, lisa y llanamente, que es peculiar, que no forma parte de ese enjambre de tipos uniformados (mejor, encorsetados) de pensamiento y actitudes. Y eso es algo que precisamente no es bien visto en general, y menos si el personaje es cercano, pues curiosamente la gente acepta que alguien lejano piense y haga de forma diferente.

Continuando, ya sin ningún orden, con los rasgos que trazan su personalidad, pongamos que hablo de corazón abierto, mano tendida, propensión al diálogo, sensibilidad, viaje a la infancia, cariño familiar, intimismo e interiorismo, melancolía, romanticismo y amor idolatrado por Cadalso, el hogar de su alma. La mezcla de todas estas notas compone una partitura armónica y coherente, que no es del gusto ni es entendida desde luego por todo el mundo.

Tales rasgos definen, como no podía ser de otra forma, su literatura, de relato breve, surgido las más de las veces de una sensación espontánea, que se proyecta dentro de él a través de la observación casi infantil de todo aquello que sus sentidos descubren. El paso de esa emoción por el ineludible tamiz del pensamiento hace uniforme no sólo su estilo literario, sino la propia estructura del relato.

La temática también queda dibujada por esos rasgos personales característicos de Miguel y por sus aficiones, que en una persona tan entregada casi me atrevo a llamar obsesiones: los toros, la música clásica, la lectura, el cine, la bicicleta y los buenos sentimientos humanos. Para perfilar más alguna de estas aficiones, me atrevo a nombrar a la ética y al arte en el toreo, a Cervantes (del que estoy seguro que sería amigo si hubiera sido contemporáneo), a Garci y a la Humildad. A mi modo de ver, desde el punto de vista literario, su narrativa mantiene siempre un tono intimista, sentimental, salvo cuando escribe de toros, esa afición que a ratos le apasiona pero que muchas veces también le hastía y defrauda, precisamente por estar enamorado del hechizo de la (mal llamada) fiesta nacional.


En Miguel, la necesidad de escribir sale de dentro, como sucede a cualquiera que no está sometido al yugo apremiante de la obligación impuesta. Y una vez rematado cada relato, su anhelo es ofrecérselo a todo aquél que quiera leerlo, y ya lo lanza al espacio cibernético, ya se echa él mismo a la calle para repartirlo físicamente, con los ejemplares enfundados en un sobre que trata de disimular. Y esa escena es propia de un romanticismo que no es de este mundo.

En fin, seré vulgarmente cómodo recurriendo al viejo cuento de terminar un prólogo aduciendo que no es mi deseo cansar al lector y retrasar el encuentro con los relatos de Miguel, y así concluyo esta misión que Miguel me ofreció y que yo gustosamente he tratado de cumplir, aunque con excesiva e injustificable demora.

 

                                                        José Luis de ACUÑA REIG

 

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días Pedro muy interesante

Aurora Ferrera Ruiz

Anónimo dijo...

👏👏👏👏... Otro artista, mi quinto... joerrrrrr, otra maravilla, como los escritos que tú haces Miguel. Sois, tal para cual...ole ole y olé.... Viva la madre que os parió....😘😘😘🌹🌹🌹🌹..Os merecéis flores y muchos aplausos...un fuerte abrazo para los dos. Viva la soltura "lingüística"... campeones..!!!!
José A. Álvarez G. de Guzmán

Anónimo dijo...

Bonito prólogo de una gran persona hacia tí y todo lo que tus escritos transmiten 👏👏👏.
Luis M. González

Anónimo dijo...

Muy bueno campeón eres una makina ok

Pablo Montes

Anónimo dijo...

Magnífico prólogo de dos excelentes cadalseños que son buen ejemplo de los mayores valores cadalseños.

Jorge García Escudero.

Anónimo dijo...

Parece que también te conoce bien, o al menos esa es mi apreciación. Tampoco se le da mal a tu segundo prologuista eso de escribir.
Pepe Vázquez

Anónimo dijo...

He sufrido estos días viendo cómo se me acumulaban tus escritos sin encontrar un momento para leerlos. Por fín, he dispuesto del tiempo y sosiego suficientes para disfrutar de ellos.
Me han sorprendido gratamente los prólogos que te dedicaron tus amigos. En ellos reflejan un buen conocimiento de tu persona además de un gran dominio de la pluma y, sobre todo, el gran y merecido aprecio que te tienen.
Como siempre, ha sido un placer leer tus textos con el aderezo de los prólogos que enriquecen mi aprendizaje.
Y, es que, siempre tengo presente aquello que escribió Baltasar Gracián en El arte de la prudencia: "Convierte siempre el trato amigable con gente que sean escuela de erudición, y cuya conversación sea enseñanza culta. Haz de tus amigos maestros, aprovechando el gusto de conversar para el útil aprendizaje".
Un abrazo, Maestro.
Luis C. Trijueque

Anónimo dijo...

Gracias José Luis por el escrito y su contenido. Angel Canillo

Anónimo dijo...

Qué bien escribe este señor.. Un placer haberle conocido.
Rafael

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