UN MUNDO DE AMISTAD
Nuestra amistad es sosegada, silenciosa y
de una exigencia sensata pero intensa y elocuente cuando recurrimos a ella. En
el fondo así percibo yo la amistad. La idealizo, la sublimo, la dejo en su
lugar privilegiado sin manosearla en exceso para de esta forma evitar que el
uso innecesario acabe por vulgarizarla o vaciarla de contenido. Si es mimada en
el pensamiento genera felicidad al reencontrarte con ella. Esa alegría cuando
ves a los amigos queridos después de haber cultivado su amistad en el recuerdo
es maravillosa. La sonrisa sincera, el abrazo, la satisfacción recibida… se
resume en el deseo de contarles las cosas nuevas que te han sucedido en la
ausencia. Todo ello es como un empujón hacia la esperanza, hacia una felicidad común.
Con el paso del tiempo me doy cuenta que en
las cosas de la amistad lo que en apariencia es rutina cobra una dimensión
rutilante cuando se medita en soledad. Posiblemente la rutina alberga muchos
sabores bellos que la cotidianidad oculta impidiéndonos valorarlos
adecuadamente. Una frase, un obsequio, una mirada o una caricia pueden hacerse
eternas en nuestra memoria y proyectarse hacia el futuro para siempre. Su
recuerdo te sobresalta y provoca bienestar al rememorarlo. Las animadas tertulias,
las búsquedas incesantes de valores, los pequeños presentes ofrecidos a los
amigos en fechas señaladas, me hacen ver que hay sentimiento donde para los
demás sólo parece haber normalidad. Y es que cada trozo de amistad tiene su
belleza, pero no todos saben verla.
Con nuestra amistad brotó al unísono un
pequeño cofre que guardo a buen recaudo en mi corazón con afectos compartidos;
éstos son los encargados de paliar la pena,
la tristeza y las ausencias que el paso del tiempo me van dejando. En ocasiones
se me agota el entusiasmo y no tengo dónde recurrir para recuperarlo. Entonces
la amiga o el amigo fiel se hace presente para consolarme y ofrecerme todo su
cariño que atenúa en parte el natural desasosiego que me invade. Como dijeron
los poetas: Un amigo es una persona con
la que se puede pensar en voz alta, que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te
quiere, es aquél que cree en
uno aunque tu hayas dejado de creer en ti mismo. La amistad es el amor
pero sin sus alas y como tal hay que cuidarla.
Es tan profunda y exquisita que a menudo se siente herida por esa inseguridad
que dibuja un pliegue melancólico en nuestro corazón.
Mis
amigos son pensamiento y recuerdo. Ellos viven permanentemente en mi memoria
porque al final lo que importa no son los años vividos sino la vida que has
vivido en esos años. Si estas cosas no pasaran por nuestras almas… ¿Qué valdría
la vida? Vosotros sois el valor de mi vida.
Miguel MORENO
GONZÁLEZ
11 comentarios:
Muy bonito, Miguel. Esta expresión de la amistad es lo mejor que he leído en mucho tiempo. P.
Toda una maravilla de relato.
Diego
Como siempre buenas palabras y buenas fotos para acompañar.
Mariano
Yo siempre creo en ti Miguel. Serà que somos amigos.
Bonito texto sobre la verdadera amistad, un valor que tenemos que mantener vivo, porque muchas veces se pierde y se hace de forma interesada, esa amistad, en estos tiempos que la sociedad cambia y nos volvemos más individualistas, ocultando los grandes beneficios de una bonita y fuerte amistad.
Luis M.
Para mi, es uno de tus mejores relatos. Describes con gran belleza y sensibilidad la amistad. Tú también estàs en nuestro pensamiento y memoria, para siempre. Gracias Miguel.
Magnifica descripción de la amistad.
Pepe Vazquez
Que bonito!!!
Esperanza De La Cruz García
Muchas gracias por tan bonitas expresiones. Todos valoramos la amistad, porque todos tenemos amigos fieles hasta más allá de la muerte, como nosotros les seremos fieles a ellos. La amistad es el motor de nuestras vidas. Son las fotos que ilustran nuestra existencia. Como las instantáneas de Pedro dan vida a estos escrititos...
Estimado Miguel, la vida a tus escrititos se la das tú y tu excelente manera de ver el día a día de nuestra existencia, y de saber plasmarlo en los escrititos que cada jueves nos regalas, las fotos, simplemente un acompañamiento.
Un abrazo y felicidades.
Amigo Pedro, que bonita reflexión.
Vidal Fermosell Jimenez
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