Los vidrios de Cadalso. El transporte ( II )
Los arrieros o trajinantes que transportaban el vidrio de
Cadalso eran normalmente jornaleros del campo y eventualmente pequeños
propietarios que gracias a la venta del vidrio obtenían unos buenos ingresos,
muy necesarios por otra parte ya que la agricultura les proporcionaba pocos
ingresos por la baja productividad.
En la última época de la vida de los hornos de Cadalso,
hablamos de finales del XIX a primeros del XX, se utilizó una camioneta para el
transporte del vidrio. Los propietarios de este moderno medio de transporte era
la familia Sáez que poseía un almacén de vidrios el Postigo de San Martín 3,
lugar desde el que se distribuía las piezas a los diversos establecimientos
dedicados a la venta.
Mucho antes, en 1592, un arriero llamado Bartolomé Galán se
encargaba de llevar piezas de vidrio de Cadalso hasta el Monasterio de El
Escorial, entre las piezas se encontraban unos alambiques de vidrio para
contener y guardar las aguas que se sacan para su Majestad en este Monasterio, majestad que no era otro que el rey Felipe II.
Pero el gran mercado para la venta de vidrio de Cadalso
siempre fue Madrid, lugar donde muchas veces los arrieros cadalseños
encontraron serias dificultades para llevar a cabo sus ventas. El privilegio
exclusivo de la venta de objetos de vidrio a los ciudadanos de Madrid
pertenecía al Gremio de Mercaderes de
Vidrios y Vidriado. Debido a este privilegio los vendedores de vidrios de
Cadalso tenían prohibida la venta, a excepción de los días de feria, que si
podían hacerlo cerca de las ermitas de San Isidro y del Ángel, lugares donde se
instalaban estas ferias. En la misma situación que los vendedores de Cadalso se
encontraban los alfareros de Alcorcón y Alcalá de Henares.
A pesar de esta prohibición los arrieros-vendedores de
vidrios de Cadalso nunca abandonaron este lucroso mercado de Madrid, y eso que
en muchas ocasiones fueron tratados violentamente por los mercaderes del gremio
y a veces confiscadas sus mercancías, teniendo que volver a Cadalso con los
bolsillos vacíos.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
5 comentarios:
José Luis Villatoro
Vaya composición guapa............ Me imagino que, esa antigüedad, se fabricó en la fábrica de vidrios de Cadalso.....
Acertada imaginación.
Que pena perder las fábricas de vidrio. Hoy sería Cadalso un lugar de visita obligado para el turismo que llenaría las arcas de muchos.
Por qué Cadalso siempre se deja perder casi todo?
Solo tú haces sentir la vida en Cadalso de aquellos años con tanto sentimiento.
Me imagino a los cadalseños con sus mulas y el ajetreo de la fábrica.
Inés
Son unos quinqués muy bonitos, lástima que tuvieran tantas dificultades para pode venderlos en aquellos años.
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