Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 18 de marzo de 2021

EL EMBRUJO DE LA NOCHE por Miguel Moreno

 EL EMBRUJO DE LA NOCHE


     A veces esperaba yo las claras del amanecer para marcharme y encontrar la brisa de la aurora. Pasaba las noches impregnándome de sensaciones variopintas, alimentando un espíritu de rebeldía que en la noche encontraba su idóneo acomodo. Surgía la aventura entre luces rojas, lugares obscuros, alcohol etílico, gente enigmática, frases lúcidas o mujeres que creía ayudar cuando la realidad era muy otra. En aquellos instantes siempre me invadía una especie de euforia. Era un bohemio noctívago que imaginaba lances fascinantes que superaría con el día sin mayores inconvenientes.

      La noche me mostraba valentías ocultas, revoluciones pendientes, amores crepusculares y utópicos, distopías que advertían sobre el peligro de las ideologías, sueños que me ayudaban a levantarme por la mañana, relatos bellos inconclusos, confesiones sin concesiones al adorno, cariños adormecidos que rebrotaban, proyectos de amistades sinceras, lágrimas que se abrazaban desfilando sobre mejillas alegres…

      La noche era pura magia. Bastaba el canto nocturno de un ave, el correr del agua por la cuneta, el silabeo del viento, la nieve que nos incomunicaba en una barra de bar, una mirada al cielo estrellado, el sobresalto que producía una melodía… Y ya estaba yo recluido en una melancolía radiante y optimista -¡que las hay!-, acometiendo desafíos inalcanzables que nunca me parecieron imposibles.

      Aquellas noches creo que amé a pocas mujeres, muchas ternuras se me quedaron huérfanas, flotando como volutas de cariño que no hallaron acomodo y sirvieron, todo lo más, para abrirse camino entre lechos de nubes. Abundantes susurros no encontraron destinos de confianza, demasiadas caricias no alcanzaron a sobresaltar una piel sensible, infinitos besos no descubrieron las esencias de un cuerpo inquieto, innumerables ondulaciones de melenas quedaron huérfanas del perfil albo de mis manos.

 

     Recuerdo lo que me decía mi padre cuando aparecía por casa: “No olvides que quien vale para trasnochar tiene que valer para madrugar…” Y madrugaba para llegar pronto a la noche y que recibiera de mí lo mejor en justa reciprocidad solidaria. Entre dos luces solía abandonar todo y encaminarme a buscar el fresco del alba. El embrujo del anochecer no tardaba en llegar.

      Hoy atardece en mi vida con el arcoíris difuminándose sobre “Majadíllas”. Y yo estoy aquí solo con las sienes plateadas y pensativo: ¿Habrá alguna persona o lugar desconocido hacia donde se canalicen las acciones y los sentimientos hermosos que a veces, no siempre, nos rebosan y que poco a poco sustituimos, olvidamos o perdemos casi sin darnos cuenta? Es tan misteriosa y efímera la vida…


Miguel MORENO GONZÁLEZ

Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

                                     

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué noches aquellas de la juventud en las que no contaban ni el pasado ni el futuro, sólo el presente. Un abrazo, Maestro.
Luis C. Trijueque

Jesús Lopez dijo...

Bonita foto de esa calle tan emblemática y humilde de Cadalso que es San Antón

Anónimo dijo...

Que bonito Miguel recordar aquellas noches sobre todo en San Antón donde todo era armonía y se te pasaba la noche sin darte cuenta embelesados a la luz de la cálida luna.

Maria Antonia Hernández

Anónimo dijo...

Súper bonito recordar cuando la noche tenía embrujo. Que grandes recuerdos. Fenomenal Miguel.

Chelo Villarin Recio

Anónimo dijo...

Era la mejor calle

Obdulia Cordero Santillan

Anónimo dijo...

Eso era típico en los padres de antes, yo también lo digo...

Maria Rosario Caballero Lopez

Anónimo dijo...

Que añorados tiempos

Lucia Lop

Anónimo dijo...

Maria Rosario Caballero Lopez Claro que era típico de los padres de antes. Deberían de copiar los padres de ahora.

Vidal Fermosell Jimenez

Anónimo dijo...

Vidal Fermosell Jimenez tantas cosas tendrían que copiar, pero en fin , la vida, un saludo

Maria Rosario Caballero Lopez

Anónimo dijo...

Precioso 😍 gracias por mandar estas cosas tan bonitas Pedro

Aurora Ferrera Ruiz

Miguel Moreno González dijo...

Aquellas noches se quedaron para siempre entre nuestros mejores recuerdos. Y como vosotros también sois conscientes de ello, escribís tan bonitos comentarios. Muchas gracias.

Unknown dijo...

Miguel te superas día a día.
Recuerdo aquel artículo de Mimeño, y se nota la diferencia.

Anónimo dijo...

Bonita mi calle de toda la vida la alegría que había de día y de noche y el jaleo de muchachos siempre jugando en la calle y las mujeres salían a pasar sus rayitos y siempre había gente en la calle ahora esta muy triste y solitaria nadie sale este virus nos tiene depresivas y chaladas que pase pronto para hacer nuestra vida como antes ❤️👏👏

Dolores Saez Canoyra

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