Montón de Trigo. Sierra de Guadarrama.

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jueves, 18 de junio de 2020

LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. ÚLTIMO PASEO TRISTE, por Miguel Moreno


LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. ÚLTIMO PASEO TRISTE



Pedro: Este es el decimocuarto y último escritito que te mando de la serie “Lecturas para un virus sin corona”. Es bastante triste su contenido, pero también ha sido muy triste todo lo que hemos padecido y vivido (y seguimos viviendo) por culpa de este maldito virus.
Con estos dos folios quiero homenajear a nuestros compatriotas muertos por su causa, a todos aquellos que lucharon denodadamente contra él y a los que lo sufrieron y padecieron directa o indirectamente. Esto ha sido desolador y nos cambió la existencia, pero, por contra, nos conmovimos y emocionamos al ver a tantos españoles que se preocuparon únicamente por hacer el bien salvando al prójimo.
La terrible pandemia nos hizo replantearnos nuestra forma de vivir y comprender que nada hay más importante que la salud y la bondad. Deseo que salgamos de esta sombría experiencia convertidos en mejores personas y que seamos capaces de generar entre todos una vida mejor. Que recordemos y honremos a esos trozos de pan enterrados en la peor de las soledades, la de la muerte.
Durante catorce semanas nos hemos citado puntuales cada jueves desde el 19 de marzo hasta el 18 de junio de 2020. Muchas gracias a El Zorro Corredero, sabueso cadalseño simpar, porque con sus fotos y sapiencia, ilustró primorosamente estos humildes escrititos.
Mi agradecimiento sincero a aquellos lectores que han tenido la santa paciencia de perder su tiempo leyendo estas torpes líneas. Asimismo, un reconocimiento especial a quienes, además, se han molestado en animarnos con sus siempre bonitos, aunque exagerados, comentarios que nos alentaban a continuar el siguiente jueves. La fidelidad es la cumbre del amor… Intentaremos seguir los próximos con lo que la inspiración nos depare, aunque cada vez me resulte más complicado y difícil…

LECTURAS PARA UN VIRUS SIN CORONA. ÚLTIMO PASEO TRISTE

Antes de emprender mi último paseo es mi deseo que si alguna parte de mi cuerpo puede aliviar a alguien que lo necesite que se aproveche en buena hora, porque será como cultivar sobre un huerto vivo mi definitivo recuerdo a la sombra de lo que ya no seré.

Anhelo descansar en Cadalso, rodeado de ese embriagador aroma infantil que se me hizo inolvidable durante toda mi vida y me descubrió que las cosas que no cuestan nada son las de mayor belleza. De él salí emocionado y a él ansié volver, aunque fuera derrotado como hoy, para unirme definitivamente mediante los vínculos del amor indeleble y la amistad eterna que ya ni la muerte será capaz de separar. La amistad es el amor, pero sin sus alas, dijo un romántico. Sin embargo, todo en mí fue imperfecto y a mi amor también le faltaron las alas, quise mucho más de lo que supe expresar y demostrar. En compensación creo que a quienes quise lo supieron por el encanto de nuestros reencuentros, yo por mi parte creí saber quienes me quisieron por sus miradas emocionadas. Pero estoy seguro que sin saberlo -ni vosotros ni yo- fuimos muchos más en nuestro amor. Y ese amor desconocido siempre me pareció el más hermoso de todos los amores, aquél que se da libre y sin esperar nada a cambio, aquél que se entrega por el simple placer de querer, aquél que se ofrece con el secreto convencimiento de que será inmortal mientras dure. Ese amor siempre me sugirió una declaración desgarrada que se correspondiera con su hermosura.



Confío que al menos en mi entierro todo sea humilde como me hubiera gustado haber sido en vida. Que nadie trafique con los sentimientos de lo que hoy no soy. No lo permitáis. En puridad, la muerte es un asunto de los que se quedan, no de los que se van. Mi cortejo se encaminará por la calle que, en la más pobre de sus casas y en noche otoñal de mucha agua, me vio nacer; es decir San Antón hacia arriba hasta el final para tomar allí la última calle a la izquierda que conduce al cementerio y al olvido. Durante el trayecto no quiero que me acompañe ningún signo ni acto religioso, ni que me lleven a la iglesia, ni que toquen las campanas y ni tan siquiera que coloquen sobre mí crucifijos; Él, como otros muchos hombres buenos, murió, dejémosle tranquilo de una vez. No busco dañar la sensibilidad de nadie, sólo aspiro a que respeten la mía. Es que simplemente pienso que mi pequeña y poco cultivada mente nunca fue capaz de creer en lo que no sentía y eso que hice en su momento esfuerzos por intentar comprenderlo, pero nada, a la larga todo resultó infructuoso. Yo lo achaqué a que aquello que no me atrapaba con la magia del entusiasmo acababa dejándome insensible, no sé si sería eso, en todo caso poco importa ahora. Hubo tantas cosas incomprensibles en mi vida… No quiero flores, ellas se mueren enseguida si se las arranca de la tierra y me parece un sacrificio innecesario, dejémoslas en paz. Tampoco deseo que mi cuerpo vaya en coche, estimo como más cómodos para mi inaplazable viaje los cariñosos hombros de quien me quiso. Y mucho menos quiero velas con pabilos que el viento inmisericorde decapite. En cambio, agradeceré que me acompañe la Banda de Música de Cadalso, una vieja aspiración de mi padre no cumplida y que desde su muerte me acompaña a mí. Espero que me lleven con armonía a los sones evocadores del pasodoble "Suspiros de España", de las emotivas piezas populares cadalseñas y del conmovedor adagio para oboe de Benedetto Marcello. La música me ayudó a vivir, justo es que esté conmigo al partir. Pido entereza a todos los que me acompañen en ese postrer paseo, si alguien llora que lo haga dignamente en silencio y bebiéndose las amargas lágrimas hacia adentro.



Junto a lo que quede de mí que depositen las banderas de España y de Cadalso, mi camisa blanquiazul de la Peña Muñana (con ese azul celeste septembrino de mi cielo cadalseño)  y que dejen El Quijote en un rincón resguardado de la humedad para que no se estropee. Como epitafio que coloquen: "La vida es la capacidad que tiene cada cual de generar un afecto, fuera de ello está el vacío". Antes de marcharse mis acompañantes, que alguien -por favor- lea cariñosamente este escritito como si todos estuviéramos en una entrañable reunión de madrugada tomando unas cervezas frías. Luego que me dejen tranquilo que estará bien así. De recordarme que lo hagan en el cambio de estaciones pero con alegría, es más bonito y reconfortante. Una vez más se habrá cumplido inexorable el ciclo de la vida y ese puñado de días repetidos y sucesivos que creí la componían, ya no los disfrutará más mi melancólico espíritu, pero sí seguirán alegrando a mis gentes y a mi pueblo que es lo que me importa. Todo esto es tan triste que no merece la pena alargarlo. Gracias por vuestra compañía desde este corazón roto al que se le olvidó seguir latiendo.


                        Miguel MORENO GONZÁLEZ   

13 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Gracias Pedro por las publicaciones de los jueves, y gracias a tí Miguel , tocayo, por tu poesía!. Si bien es cierto que esta última es triste, no es menos cierto que para mí ha sido la más bonita y en ningún momento ha sido tiempo perdido el leerte. No has podido expresar mejor lo que yo siento y deseo también para mi despedida: no actos religiosos, sí música (la mía será Hey Jude de Beatles) y D. Quijote.

Miguel Revuelta de Guzman

Javier Perals dijo...

Muchas gracias Miguel por este y por tus anteriores escritos. A mi personalmente no me parece triste, me parece hermoso, y la hermosura es a veces tan delicada como esas flores que se marchitarán en poco tiempo tras arrancarlas de la tierra. Cuando empecé a escribir mis microrrelatos pensé que podía llegarme la muerte y creo que fue el 23 de marzo cuando escribí una carta de despedida similar a la tuya, no tan hermosa, porque veía la tristeza de los demás al no despedirse de sus difuntos. No me he atrevido a publicarla. Tal vez ahora, después de leer la tuya, me atreva. Comparto creencias contigo, y no creencias, y tampoco quiero crucifijos ni oficios religiosos, aunque en mi profundo respeto a todas las personas y sus creencias, no puedo ni quiero impedir que los demás me dediquen una poesía, una oración o un brindis. Sigues aquí, con nosotros, y me alegro mucho, pero quiero brindar por ese supuesto Miguel fallecido: "Miguel, filósofo y poeta, humano siempre y cadalseño hasta las trancas, humilde y agradecido nos dejas la alegría de haberte conocido. Que la tierra te sea leve".

Anónimo dijo...

Belleza de escrito.. Me recuerda a un cadalseño tan amado.. Pablito Crespo.. Siempre añorando su Cadalso y amigos del alma.
Felicidades!. Marga.. De México.

Anónimo dijo...

Bonito y emotivo relato, aunque muy melancólico, hay muchas veces en la vida que pensamos como nos gustaría que fuese el día de mañana, a cada edad esos pensamientos, deseos, van cambiando y a medida que avanzamos en edad van madurando hasta llegar un momento que nos imaginemos como será y deseamos que sea ese último paseo, como tú bien describes el tuyo, pero la vida nos depara muchas cosas y el mañana siempre es incierto, pero hoy más que nunca, con la situación vivida hemos aprendido a valorar esas pequeñas cosas del momento actual, un gesto, una palabra, una mirada que nos hacen sentir esa felicidad que todos necesitamos y tanto añorabamos, porque la felicidad que vivíamos estaba distorsionada, así que a disfrutar del momento. FELIZ DÍA. Luis M. González

Anónimo dijo...

Madre mía que bien escrito, con la jubilación tienes que plantearte escribir en serio un libro. Eres un fenómeno. Besos
Pepa Garrido

Anónimo dijo...

Yo creo que este escrito está un poco adelantado en el tiempo pues tu proyecto de vida, si no hay algún contratiempo es de noventa y tantos años. Guárdalo muchos años que creo que es muy bueno.
José Carretero

Anónimo dijo...

Este escritito me ha dejado un nudo en la garganta. Espero que tus deseos se cumplan pero despues de muchos Cristos juntos.
Antonio Acuña

Anónimo dijo...

����������...muy bonito y tierno... Si señor.
José A. Álvarez G. De Guzmán

Anónimo dijo...

Buenos días Miguel.
Muchas gracias por tus escrititos de este maldito virus sin corona.
Un fuerte abrazo para toda tu familia.
Carlos de la Peña

Anónimo dijo...

No soporto tus cosas,Miguelón: las disfruto!!!������
Diego M. Bustamante

Miguel Moreno González dijo...

Gracias por vuestros cariñosos comentarios. El de Javier genuinamente original y sentidos todos los demás. Quedo muy agradecido por tan bonitos detalles.

Pedro Alfonso dijo...

Gracias a ti, estimado Miguel, por el regalo en forma de escritito que nos entregas cada jueves. En todos ellos nos transmites buenos y grandes sentimientos y nos ayudan, al menos en mi caso, a ser cada día más humildes y a la vez alegres, incluso en los momentos adversos dada las penosas circunstancias por las que estamos pasando, porque nada hay más grande y necesario que todo aquello que nos rodea. Un abrazo.

Anónimo dijo...

La muerte es ub asunto de los que se quedan, no de los que se van. Siempre me haces reflexionar con tus escritos. Gracias por tanto.

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