Peñalara

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Peñalara por Dos Hermanas.

Tubo del Gusano. Pico del Lobo. Sierra de Ayllón.

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martes, 10 de septiembre de 2019

A Blanca Fernández Ochoa



A BLANCA




Recuerdo su sonrisa. Era natural, brillante, como la nieve que nos rodeaba la mayor parte de las ocasiones en que la compartía generosamente. Para nosotr@s era importante su presencia, su cercanía nada disimulada, que contagiaba confianza y deseo por conquistar la montaña. La mayoría eramos principiantes en lo de competir, apenas unos cuantos revolcones y muchas risas creyéndonos esquiador@s.
Desde su creación apoyó al equipo femenino de competición de la Fundación También, siendo su madrina oficial. Las aconsejaba y acompañaba a distintas competiciones, llegando incluso a abrir las pruebas. Por mi parte, lo poco que sabía de este deporte lo había aprendido con la Fundación y mis vínculos, por tanto, eran muy cercanos. Así la conocí en el primer campeonato de España al que asistí, en la estación de esquí de La Molina, como componente del equipo de la Comunidad de Madrid. Mi inexperiencia y una pista muy difícil, dieron como resultado un buen tortazo que me ayudo a bajar, al menos, cien metros de aquella maldita pala helada. Descalificado en la primera manga del gigante. Buen estreno.




Más del cincuenta por ciento de l@s participantes corrieron la misma suerte en alguna de las dos mangas, dejando un reguero de ilusiones y sueños esparcidos por la nieve. Finalizada la competición, nos reunimos en la base para compartir la novedosa y desalentadora (para algunos) experiencia, cuando, de improviso, escuché sus palabras de aliento.
- “Vamos chicas, chicos, habéis estado geniales. Vaya pista. Bonita, ¿eh? Mañana repetimos aquí el slalom”.
Traté de responder a su carismática sonrisa con otra igual de generosa, pero los recuerdos de la “bonita pista” aun me tenían asustado. Se integró en el grupo y continuamos reviviendo momentos y emociones, hasta que tuvimos que coger los coches para ir a comer al lugar que la organización había establecido. Comenté que tenía varias plazas libres en la furgoneta (solo íbamos Concha y yo) y Blanca, a la que había conocido unas horas antes, dijo rápidamente que se venía con nosotros. Iba con su hijo, David, un chavalín inquieto y risueño que no paraba nunca.
Cuando llegamos a la furgo y vio que el suelo de la parte de atrás estaba ocupado por un colchón que utilizábamos para hacer camping, no lo dudó. Me dijo que a ella también la gustaba perderse en la naturaleza, que la encantaba viajar tumbada y que, si no tenía inconveniente, la apetecía mucho hacerlo. El sitio al que íbamos no estaba lejos, pero las carreteras eran estrechas y sinuosas, lo que me hizo dudar. Ella lo percibió, soltó una sorprendente carcajada deciéndome que no me preocupara y se tiró al colchón de cabeza, literalmente, exhalando un sonoro gruñido de placer.




-”Que biennnn, lo necesitaba. Cuando quieras tira, tú tranquilo”. Me dijo, como si nada. Llevaba en la parte de atrás a Blanca Fernández Ochoa y a su hijo, tumbados en un colchón, jugando, sin cinturón y por una carretera de montaña. Acababan de descalificarme en mi primera competición nacional, pero ese día esta mujer, la mejor esquiadora que ha tenido España, consiguió hacerme sentir igual de grande que la pista.
Gracias por todo, Blanca, excelente deportista y persona. Con la montaña creciste y amaste. Con la montaña, hiciste otro colchón de amor que te llevará un poco más lejos, cerca de las cumbres, para que puedas bajar deslizándote, con alegría, como tú sabes, hasta nuestro corazón cuando te apetezca. Por ahora, descansa, sé feliz para seguir sonriéndonos, CAMPEONA. Un beso.

Un abrazo a toda la familia.
Felipe

Texto y Fotos: Felipe Cartas
    

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, Pedro Alfonso. Emotivo recuerdo para ti, que despierta emociones en mí. Además escribes muy bien. Si consigo recuperar mis piernas, te avisaré ❤️💔⛷️🚵🌄🌌🌠

Ayla Roble

Pedro Alfonso dijo...

Muchas gracias Ayla, pero no soy yo el autor de este bello recuerdo, el escrito es de mi amigo Felipe Cartas.

Un saludo

Miguel Moreno González dijo...

Bonito y emotivo recuerdo vivido con Blanca Fernández Ochoa. Como en tantas otras cosas, Felipe, eres un privilegiado por vivir, sentir y hacernos participes de estas experiencias. Y es que cuando los mismos filósofos no tienen ya nada que decirnos para convencernos de su verdad; es excusable volverse hacia el parloteo fortuito de las aves, o hacia el lejano contrapeso de los astros buscando la placidez y la armonía de las cosas sencillas y bellas. Como Blanca lo buscaba... Y lo encontraba.

Anónimo dijo...

Blanca me caia fenomenal se la Veia muy familiar y no era nada prepotente aun sabiendo que era un personaje con fama por su trayectoria

Carmen Frontelo Morales

Pedro Alfonso dijo...

Precioso Felipe, tienes algo que emociona y a la vez me hace sentir la sencillez de tu persona. Realmente así me gusta que sean las personas y sus mensajes, porque me llegan dentro y me ayudan a vivir. Ya sabes que aquí estamos para lo que quieras y necesites.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Así era Blanca, tal como la describes, yo también he tenido la suerte de convivir con ella y toda la familia. Gracias Pedro Alfonso.☆☆☆

Lola de Castro

Anónimo dijo...

Pedro Alfonso He vuelto a mirar la firma. Sí, me he equivocado. Pero si no es por ti, que lo estás divulgando, no lo habría conocido. Entonces, te doy igual las gracias ����������️��️

Ayla Roble

Pedro Alfonso dijo...

Gracias a ti por interesarte por el post y el Zorro Corredero

Un saludo

Anónimo dijo...

Bonito relato que nos hace conocer un poco a una persona a la que no tuvimos la suerte de conocer en persona, pero que nos admiró su gesta en el esquí. El casco que uso para esquiar (de Chupa Chups) lo compre (uno para mi hijo y otro para mi) en su tienda de Rosales hace una vida. Y la verdad es que es tan original que sigue llamando la atención. Cada vez que me lo pongo me acuerdo de ella. D.E.P

Pepe Unquiles

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

EL MISTERIO DEL ABISMO

El misterio del abismo
que permanece insondable
muda la voz inmutable
cuando llega un cataclismo.
Siempre sucede lo mismo
siempre a débiles derrota,
y ya nunca los reflota.
¡Y tú siempre mudo y ciego,
con mis lágrimas te anego
y mi fe, Señor, se agota!

Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho

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