Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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lunes, 28 de noviembre de 2016

A José Pérez Barco. Piano, piano se va lontano.




(In memóriam: A José Pérez Barco, que un día me descubrió la conveniencia de no desafinar en el concierto de la vida)


PIANO, PIANO SE VA LONTANO


Entonces el tiempo no pasaba porque yo formaba parte de él. Éramos la misma cosa indisoluble. Ahora casi todo lo bello que recuerdo hace más de veinticinco años que me ocurrió. Fue una noche de las Fiestas cadalseñas; de esas de bullicio, charanga, sonrisas y copas… ¡Muchas copas que sobresaltan y desbaratan el ánimo! La Peña Los Demás llega eufórica al bar de Moncho. Su presidente, Lolo, rebusca parsimonioso en sus faltriqueras hasta que extrae del bolsillo trasero de su pantalón varias pegatinas con el escudo de su Peña y un papel perfectamente doblado. Reparte las pegatinas y revisa el papel con cuidado y comprueba que es el correcto. Le acompañan: Jesús y Julianín "Los Rubios", Joaquín Romillo”, José Yogurt”, "Bigardo", “Jardilín”, Julián Kubala”… Se acerca a la barra y llama a Julito y a Alfredo, les lee la comanda y, sin dilación, empiezan a servir decenas de combinaciones, la mayoría de ellas con agua de fuego, para consumo de los integrantes de la Peña Los Demás, que a esa hora visten de blanco, alegría y limoná.

En tanto, los músicos Demaseros hablaban relajados renovando el aire de sus incansables pulmones. Juanito, vecino de San Antón cuando yo era niño, contaba un chascarrillo que provocó la carcajada general. En esto, José Pérez Barco, el marido de Mili (Bar El Parador), que hasta entonces nadie había reparado en él, acomete con su saxo los acordes de “En er mundo”, del compositor ceutí Juan Quintero Muñoz (este pasodoble aparece en una escena memorable de la película “El Sur”, de Víctor Erice. Un padre -Omero Antonutti- y su hija -Sonsoles Aranguren- lo bailan al compás de un acordeón el día de la comunión de la niña. Para mi es una de las escenas más hermosas del cine). Total, que una vez superada por sus compañeros músicos la sorpresa inicial, éstos se aprestan a acompañarle. Enseguida, desde la otra punta de la barra, reparo en el armonioso saxo, me acerco hasta llegar a su lado para mejor escuchar las notas y observar su expresión rota por la inspiración del instante. Contagiados los músicos de las aceleraciones de esas jornadas festivas, imprimen a la pieza un ritmo que a Jose no le parece académico. Para de tocar y muy reconcentrado les demanda a todos en italiano: “Piano, piano se va lontano…” (despacio, despacio se va lejos…).

Reinician el pasodoble, ahora más lento, más calmo, más sosegado, más para emocionarte… A estas alturas la concurrencia del bar ya está en suspenso, absorta, pendiente de ellos. Los músicos inteligentemente ceden el protagonismo a Jose y éste no desmerece en absoluto; al contrario, se crece y se va encontrando por momentos sembrado de ternura, mientras sus acordes pasan a ser de un virtuosismo excepcional. Tanto que, cuando acomete el solo, el lugar está sobrecogido, en éxtasis, preso de una conmoción que nos paraliza. No se oye ni una mosca en vuelo disonante. La armonía es la única protagonista, campa por sus respetos inundándonos de entusiasmo. Al final, los presentes rompimos en un aplauso espontáneo, seco y unánime. Y el protagonista, sorprendido, bajó la cabeza conmovido y disimulando el embeleso de sus ojos.

Una vez más la magia de la música, esta vez gracias a Jose, nos hechizó a todos y nos elevó a cumbres placenteras para trasladarnos del sitio y del momento que vivíamos a otros parajes llenos de felicidad. El saxofón tiene un sonido melancólico que en los solos llega a ser doloroso y desgarrador. Es pura fantasía y particularmente adecuado para composiciones lentas y delicadas, de notas profundas, capaces de transmitir una calma sublime. Hay obras que están marcadas definitivamente por él, aunque sus cadencias sean exiguas como es el caso de: “Los años que nos quedan por vivir”, “Que sabe nadie”, “The Best” O más generosas como el inmenso “Ágarrate Saxo” o La Arlesiana, Suites números 1 y 2, de Bizet… 

 Rememoro también a Gumer y a tantos otros que han acariciado este instrumento con primor en la Unión Musical de Cadalso. Quedan admirables en el recuerdo porque están relacionados con esas coincidencias maravillosas que suelen darse en la vida: Hoy tenemos la inmensa fortuna de contar con una gran saxofonista cadalseña, Berta Moreno Vallés, que hace las delicias de los amantes del saxofón y, en particular, de los del jazz. Forma parte de la banda “Kind of Brown Quartet” y actualmente reside en Nueva York. En ocasiones visita España para deleitarnos junto a sus compañeros con exquisitas interpretaciones. Posiblemente cuando Jose nos emocionaba con su saxo; Berta, niña inquieta en su precoz curiosidad musical, estaba allí presente y quedó prendada de su cadencia. Lo captó con su innata sensibilidad e hizo posible –con Jose- que continúe el encanto del saxo cadalseño lejos de nuestras fronteras, pero muy cerca de nuestros corazones… 



                                   Miguel MORENO GONZÁLEZ

10 comentarios:

Jose dijo...

El inigualable Josè.El nùmero 1 con el Saxofòn.Gracias por tantos años de buena mùsica con el Tenor y el Alto.Genial mùsico y excepcional padre.

Anónimo dijo...

Todos los que aparecen nombrados en el artículo se merecen de sobra este pequeño-gran homenaje. Un abrazo para los que siguen y un recuerdo para los que ya no están.
Cadalseño

Anónimo dijo...

Un muy buen compañero y gran amigo durante el tiempo que permanecimos juntos en la banda de música de Inmemorial núm. 1, años 1960-61 y coincidencia luego al residir en nuestro pueblo y seguir con la amistad que nos unió en el tiempo de mili.

Emilio López García

Anónimo dijo...

La música.. noble vehículo de los sentimientos.. Traes a mi mente las Baladas de Coltrane.. Un abrazo.

rafael

Anónimo dijo...

Es algo muy emotivo ver que cuando se marcha alguien, sigue vivo en la memoria y en el corazón de las personas que le apreciaron y compartieron experiencias con él.
Qué hermoso escrito. El día que me vaya, solo me llevaré los afectos.
Toñi

Anónimo dijo...

Buen hombre y buen extremeño

Jose Maria Moreno Gonzalez

Anónimo dijo...

Que buenos recuerdos me trae este buen reportaje, repito como en mi anterior comentario, lo buena persona y gran compañero que fuimos durante nuestros tiempos de mili en Inmemorial Núm. 1.

Emilio López García

Anónimo dijo...

D.E.P. querido amigo.

Emilio López García

Anónimo dijo...

Grande Jose haya donde estés seguirás dando buenas notas.......

Luis Robles Morillas

Anónimo dijo...

Que buena persona jose y que buenos, recuerdos tengo de el

Tomasa Rozas Martim

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