La Sierra de Lancharrasa es con toda seguridad el lugar más
salvaje de Cadalso, un espacio donde la soledad y la tranquilidad está
asegurada. El ecosistema ha permanecido inalterable durante muchos años, hecho
que ha dando lugar al desarrollo de plantas y árboles sin el acoso sistemático
del hombre. Tanto la ganadería como la agricultura que prácticamente
desaparecieron allá por los años 50 han sido los dos elementos que han contribuido a la reforestación de
este espacio y a la recuperación de su flora y fauna.
Árboles centenarios, un pequeño castañar, flores y arbustos,
aves, animales e insectos pueblan hoy este idílico lugar de Cadalso, un espacio
que debemos conservar para asegurar que otras generaciones también puedan
disfrutar.
No existe otro lugar en Cadalso donde los castaños, robles y
encinas tengan tanto porte, donde se desarrollen tanta variedades de arbustos y
florezcan tantas especies de flores, donde el buitre leonado y el zorro dominen
el cielo y la tierra, donde insectos y reptiles inunden la zona por primavera y
donde los castaños sean tan espesos que apenas penetre la luz.
Todo un lujo para disfrutar del entorno, recorriendo sus
caminos, bebiendo de sus fuentes y observando lo que la naturaleza nos regala.
Con esta presentación de la cadalseña Sierra de Lancharrasa,
comienza una serie de tres entradas que irán apareciendo en el Zorro Corredero
y que he titulado así:
Lancharrasa y el hombre.
Flora de Lancharrasa
Lancharrasa, un mundo de insectos.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
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